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Cultura

Las nuevas formas

Ivi May Dzib

Lo que sucedió el sábado 1 de diciembre no fue solo histórico, sino también emotivo, por primera vez desde hace mucho no subía alguien que era legitimado por el clamor popular, digo esto desde mi memoria, con Fox se festejaba más la caída del PRI que al candidato de la botas, que si bien nos convenció con la idea del cambio, no tardó mucho en desilusionarnos. Con Obrador las cosas han sido distintas, muchos estamos enojados con la idea de no perseguir a los criminales del pasado, esos que se beneficiaron con el dinero del erario y que ahora se van del poder con los bolsillos llenos, además de habérselos llenado a sus familiares y amigos. Pero no hay que olvidar que ese fue parte del discurso de la campaña, para que no nos quedara duda, AMLO le dijo a Anaya en el último debate “ni siquiera a ti te voy a meter a la cárcel”, para es entonces ya quedara claro que iba en serio. El problema para nosotros es que AMLO está cumpliendo todas sus promesas. Lo que dijo que iba a hacer lo está haciendo y lo que no también. Aunque la realidad es más compleja que el lo cumple o no lo cumple.

Lo que sucedió el sábado 1 de diciembre fue estrujante para el anterior régimen marcado por la corrupción y la desesperanza, se dijeron las verdades no a medias, sino tal y como son, pero sobre todo con respeto, en un recuento de cómo el neoliberalismo nos ha llevado al abismo, se hizo un análisis sucinto pero efectivo de lo que ha significado los anteriores gobiernos, las omisiones y los destrozos de este, en representación de los grandes saqueadores estuvo el ahora expresidente Enrique Peña Nieto, que fiel a su costumbre le faltó estatura para tener una salida digna. Aunque también la flamante oposición de derecha se quiso portar a la altura del momento, con sus pancartas de protesta exigiendo darle solución a lo problemas que ellos mismos provocaron, como el aumento a las gasolinas, lo que evidenció que las únicas formas para oponerse serán a través del cinismo y la manipulación.

Lo que sucedió el sábado 1 de diciembre fue la fiesta del pueblo, no el luto de hace seis años, ya que efectivamente sabíamos que nos llevaban al despeñadero. Esta vez no hubo muertos ni gente con la rabia para arriesgar su vida o su libertad con tal de expresar su frustración, no hubo el despliegue de policías y granaderos que con escudos y macanas se pusieran en posición de enfrentar una guerra sin cuartel contra el pueblo. No hubo la misma resignación de decir “otros seis años, qué tan mal nos puede ir”. Todo lo contrario, había la esperanza de que posiblemente podamos avanzar tantito, que esta vez sí nos dejarán construir y nos dejarán de robar, que esta vez nuestra voz será tomada en cuenta. Este sábado se le dio al nuevo presidente un voto de confianza, algo que no sucedía, porque siempre era el recelo el protagonista de las tomas de protesta. Y lo curioso fue que, incluso, muchos desinteresados por estos actos, esta vez pusieron atención, porque sabían que era un día histórico para no tomarlo en cuenta.

Sucedió también que se abrieron las puertas de Los Pinos al pueblo, un símbolo de lo que será este nuevo gobierno, también se citó a los padres de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa para el lunes, con la intención de dar solución a las cosas. Según la derecha y sus paleros, estamos iniciando una dictadura llena de imposiciones y ocurrencias, qué tiempos aquellos donde las desapariciones se resolvían con un “ya supérenlo” por parte del presidente, imagino que las dictaduras actuales lo que quieren es dialogar con los afectados, sé que algunos prefieren los modos del pasado, pero esto es lo que hay...

ivimayd@hotmail.com

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