Por Pedro de la Hoz
El 6 de marzo de 1963 John Coltrane entró al estudio Van Gelder, de Nueva Jersey, en compañía del pianista McCoy Tyner, del contrabajista Jimmy Garrison y del baterista Elvin Jones. Aquella formación es hoy conocida como el Classic Quartet de Coltrane. Juntos, por encargo de la casa Impulse! Records, registraron una larga sesión con siete temas, algunos tocados en más de una ocasión.
Nunca vio la luz aquel álbum. La compañía discográfica –no se sabe a ciencia cierta por qué– fue postergando su salida y puso a dormir el máster en un estante olvidado, el cual fue depurado –es decir, destruido– un buen día bajo el pretexto de racionalizar espacio de almacenaje.
Por suerte, Van Gelder le había dado una copia monofónica a Coltrane para que la escuchara en casa. Entonces, el genial saxofonista estaba casado con Juanita Grubbs, rebautizada por él como Naíma. Al separarse en 1965, entre las cosas que dejó atrás Coltrane, se hallaba la grabación de marras. El músico murió en 1967, Naíma en 1996 y nada se sabía de la existencia del excepcional testimonio sonoro, hasta que la hija de esta, Syeeda, pactó en 2005 con la casa de subastas Guernsey rematar los objetos que poseía de su padre adoptivo. Ese fue el momento en que los nuevos directivos de Impulse! rescataron la cinta. Sin embargo, tuvieron que pasar otros 13 años para que el disco –un álbum doble titulado Both Directions at Once: The Lost Album (Ambas direcciones a la vez: el álbum perdido)– se hiciera realidad. Esto ocurrió el pasado 29 de junio y se debió al olfato del grupo Verve, que absorbió a Impulse! y lo puso a girar en la órbita del aún más poderoso Universal Music Group.
Danny Bennet, presidente de Verve, argumentó: “El jazz es más relevante hoy que nunca. Se está convirtiendo en la música alternativa del siglo XXI, y nadie encarna mejor que Jonh Coltrane la esencia transgresora jazz. Fue un visionario que cambió el curso de la música, y este álbum perdido es un descubrimiento único en la vida. Nos da una idea de su proceso creativo y nos conecta con su arte. Este álbum es un suceso cultural y coincide perfectamente con nuestro relanzamiento del icónico sello Impulse!”.
El lanzamiento estuvo arropado por valores agregados: un texto introductorio de Sonny Rollins, otro de los grandes del saxofón, amigo de Coltrane, la inclusión de todas las tomas de la grabación, la depuración digital del material, y la curaduría de Ravi Coltrane, hijo del músico y también reputado saxofonista, y el experimentado productor Ken Druker.
En el estudio de Val Gelber, el Classic Quartet grabó siete temas, dos de ellos sin titular, a los cuales nunca volvió después. La mayor curiosidad del aficionado se dirige a las cuatro versiones de Impressions, por lo que significó en su desarrollo ascensional.
En The New Yorker, la crítica Amanda Petrusich saludó el acontecimiento: “He estado escuchando las pistas más o menos constantemente desde que adquirí el disco; todavía estoy tratando de comprender y descomprimir sus lecciones. Es absurdo pensar en estos temas como transmisiones desde otro plano: Coltrane, después de todo, era solo un tipo normal, de carne y hueso cuando las hacía, pero este verano, especialmente, estoy agradecida por su extraña magia. Coltrane apreciaba tanto las baladas del pasado como el libre jazz del futuro; era simultáneamente reverente y exigente. Pero también le gustaba inventar su propia forma de hacer las cosas”.
El álbum perdido lleva siete semanas seguidas en el No. 1 de la lista de Billboard entre los discos de jazz