Por Joaquín Bestard Vázquez
Un mediodía nublado y fresco apareció una nube blanca y luminosa sobre Beyhualé, los más viejos se encerraron en sus casas y don Maximito soltó a sus arañas; ya no las vieron pa’ que no fueran de patio en patio hasta donde vive el purux.
Los h’menes se juntaron para invocar a Chac y tras un trueno que se oyó en todo el pueblo la nube no se disipó ni cayó gota de agua.
La nube silenciosa siguió su ruta a Beyhualé y al poco rato de alcanzar el centro de la población empezaron a saltar de un lado a otro la langosta saltarina y blanca por apenas haber brotado. Hubieron mancebos que juntaron su dotación, la tostaron en láminas y comales y se las comieron.
Entonces empezó el diluvio de langostas.
Eran tantas que Beyhualé empezó a vestir un velo de novia.
Fredy
Blanco es el color que no da color ni olor.