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Cultura

Invitación a la Feria del Panucho en el parque de La Ermita

Conrado Roche Reyes

Exito total y completo. El barrio de La Ermita es uno de los pocos rumbos que aún conservan sus tradiciones –el otro es Santiago– y sus vecinos aún no están en el barullo de la supuesta modernidad. Continúan con sus fiestas patronales, entradas de gremios, incluso existió allí, en el traspatio de José Vinadé “ Pompidú”, popular personaje ya fallecido, una placita de toros al estilo de los pueblos, es decir un “tablado” al que llamó pomposamente “Plaza de Toros La Coqueta”. Este y otros personajes del rumbo son muy aferrados a sus costumbres; las tiendas de la esquina, “los muchachos de la tienda” como decía la antigua canción, las charlas a las puertas de la casa y su entorno arquitectónico hermoso y el más colonial de Mérida.

En esta ocasión, los propios vecinos y los integrantes del Gremio de la Visitación de La Ermita tuvieron la feliz iniciativa de organizar en su querido San Sebastián la Feria del Panucho en el parque de La Ermita.

Es sabido que cuando se habla de Yucatán, irremisiblemente viene a la mente y se expresa la palabra panucho, una de las más representativas muestras es este sabrosos y democrático manjar de la gastronomía yucateca. Y un detalle más, el panucho fue inventado precisamente ahí, hace mas de 200 años, frente a la Ermita –preciosa y orgullo de los vecinos y de su párroco– por un señor llamado don Ucho, por entonces incluso las mas remisas y aristocráticas familias iban al lugar a degustar el entonces llamado “pan de Ucho”, que por apócope se transformó en nuestro actual panucho.

Cientos de vecinos se retrataron en esta gastronómica fiesta, en la que se comió pantagruelamente. Y no solamente vecinos, sino personalidades de otras latitudes de la ciudad, turistas nacionales y extranjeros degustaron nuestra más famosa de las comidas yucatecas. Todas las señoras que colocaron sus puestos, en las numerosas tiendas del barrio –ahí todavía no llegan los “educados” empleados de las tiendas de conveniencia, finísimas personas, casi tan educados como los policías de la municipal.

La Feria del Panucho de La Ermita superó con Mucho las expectativas de los vecinos y el gremio de la Visitación. Las colas para adquirir el guiso fueron largas. Las señoras cocineras no se daban abasto. Habrán sido miles de tortillas (con hollejo plis), cientos de cebollas y tomates, así como miles de chiles habaneros.

Podía usted pedir el clásico, es decir, de pavo, “carne negra por favor” pedían los y las conocedoras en el arte de comer “pabilo”. Pero los había de carne molida, de huevo, de carne asada, de relleno negro, el patito feo en el reino panucheril, los llamados “sencillos”, que llevan nada más cebolla. Y también, no podía faltar el sacrílego panucho de camarón.

Todo esto aderezado –antes solamente llevaban cebolla y … Ahora también le añaden tomate y lechuga. Tomate y en algunos casos –no en la Feria– repollo en lugar de cebolla, ¡Fo!

En fin, mentiría si digo que no probé todos ellos. Y no tengo empacho en decir que hoy, ahora que escribo esto, tengo “empacho” pero gastrointestinal. De ese tamaño estuvieron de sabrosos. Ojalá que se repita. Después de misa de siete ayer en La Ermita. ¡Panuchos! Entrele señor.

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