IV y última
Cavilaron, discutieron, se arrojaron las copas y las botellas de vino, se insultaron, pero por fin llegaron a una conclusión.
Y éste fue el fallo de la plenaria divina:
“Fábula, hija nacida de la unión del Dios del Sueño y de la Diosa de la Noche, este grupo colegiado, te considera: ¡Culpable!”
Fábula palideció y sintió que se le caían los calzones que no se puso ese día. El sudor perló su frente y su espalda. Sus torneadas piernas temblaron como juncos movidos por el viento huracanado.
“Eres cómplice de los hombres que pecaron al burlarse de nosotros, humillándonos y rebajándonos al cieno más vil. A través tuyo fueron tentados y ellos como borregos cayeron en la tentación, tú los indujiste al error y al equívoco.
”Por todo esto y algo más difícil de decir, serás castigada al igual que los que habitan el mundo, esos que se llaman humanos.
”A partir de hoy tu tarea será la de inspirar obras literarias llenas de imaginación en la que los protagonistas sean los mismos hombres que nos ofendieron y se burlaron de nosotros, sólo que en lugar de aparecer con formas humanas, se revelarán como animales, plantas, objetos inertes y demás…
”Y de esta manera condenamos al ser humano a ser majestad del carnaval rodeado de cartón con diamantina y lentejuelas, asediado de lobos, zorros, gallinas, burros, cigarras, cigüeñas, hormigas, para que con cada nueva narración reciban una lección moral, una moraleja que les enseñe de manera caricaturesca la cruel realidad. Y a estas narraciones se les llamará en diminutivo: fabulillas o fábulas”.
–Fábula, se cayó de su pedestal.
–¿Pero por qué mi nombre se usará en diminutivo?
–Para que aprendas a respetar a tus mayores en divinidad. Fin del asunto.
Fue así como nacieron las fábulas y desde los tiempos antiguos, muchos escritores las han trabajado con ahínco para compartirlas con sus congéneres. Aunque actualmente están un poco en desuso, ya que el mundo, como lo conocieron y concibieron los dioses, ha dado tantas vueltas que parece trompo chillador.
–Mi querida Fabulística, descendiente de Fábula, la hija del Sueño y de la Noche, que casó con Enredo, ahora ya sabes cuál es tu misión en este mundo que cual el tango “Cambalache”, de Enrique Santos Discépolo, es en el que actualmente seguimos y vivimos. ¿Entendistes?
–¡Yes!...Qué friega me pusieron las ramas de mi árbol ginecológico…Pero ni modos, a lo hecho, pecho. Qué sirvan las otras copitas de mezcal, que nada ganamos con ponernos a llorar.
–Así es, Fabulística, como dijo el poeta Campoamor:
“En este mundo traidor
nada es verdad ni mentira,
todo es según el color
del cristal con que se mira”.