Síguenos

Cultura

Calaveritas bibliotecarias

Con cariñoso respeto, al personal

de la Biblioteca Cepeda Peraza

Sea la literaria muerte

o la cuarta transformación

ya un viento frío recorre

la espalda hirsuta del Director.

Porque muchos Luises hay

en esta docta biblioteca

la muerte al menos a uno se llevará:

esperemos no sea Gorocica

quien mejor se ha puesto a cantá.

Tan grande es esta biblioteca

donde algún día Guty vivió,

recuerdos y canciones guarda

¡ni que me cuenten!

como chismes de a montón.

En Control a la muerte le pidieron

mochila e identificación

pero apenas enseñó la guadaña

y doña Yoli ¡ay! se desmayó.

A su paso por Préstamo

Anita Quintal un segundito pidió:

“2 fotografías pequeñas y el INE del fiador”;

pero la muerte tan terca, junto a Ángeles, de un murmullo las fulminó.

Mientras en la Hemeroteca

Lily que leía el POR ESTO!

de un suspiro se desvaneció;

y en la Sala General

ni un alma en pena encontró.

En la sección de Consulta

doña Norita la recibió,

a tan amable bibliotecaria

una flor blanca le regaló;

y junto a don Jorge, de una vez

los pensionó.

En la sección de informática

ninguna alma ni computadora miró;

pero por ahí Felipito bailaba

y de un susto ¡bú!

se lo llevó.

En la sección yucateca,

la yucateca Ileana le espetó:

“vete muerte terca, aquí no mandas,

mando yo”; y la muerte muy brava

de un derechazo, junto a Angel

que por allí pasaba,

los privó.

En Fotocopiado asomó la muerte

su pálido y helado rostro

y por cincuenta centavos

se llevó a Rocío con copia

para el otro mundo.

En la videoteca siempre fría

a los de Salas de Lectura encontró

a Miri, Karen, Manu, Fred y Cris

sin aliento y sin presupuesto

los dejó.

Avanza la muerte sonante

hacia la sección infantil

pero enternecida por las bibliotecarias

pidió un libro de los hermanos Grimm,

y luego las desapareció.

Como toda biblioteca

también ésta tiene inframundo:

allí la muerte pasar hizo

saludando de lejitos

a Coty, Karim, Ligia (o su fantasma)

y Darío.

En el cambio de turno

a don Fernando muy digno encontró

como no profiere saludo

de un empujón “lo adelantó”.

Detrás viene el gran Elías

con su banda de rock

“a éste con todo y guitarra”

y sin más pensarlo

¡zas! la muerte se lo llevó.

Ya rumbo a la Dirección

Rita y Chepina no impidieron su paso

y hasta abrieron la puerta

a la que viene de blanco:

pero ni así se salvaron.

Corren que corren

en la administración: Ruby,

Rocío, Lupita y Mariana,

a todas sin distingo

de un chasquido de dedos

como Tanos, las esfumó.

Ya sin bibliotecarias ni intendentes,

ni servicio social, ni usuarios,

Luisito no deja de llorar:

“ay mis libros, mis libros

¡quién, quién me los va a cuidar!”.

Siguiente noticia

El altar de finados