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Cultura

Vampiras

En mi memoria hay dos imágenes dentro del ciclo del cine de vampiros, que no puedo borrar: Las novias de Drácula (1960); cómo aluciné durante varios años los rostros de estas mujeres chupadoras de sangre. Y la otra es una cinta de Roger Vadim, La rosa de sangre (1960) basada en Carmilla, aquí la seducción por la belleza y la malignidad de la vampira me sedujeron eróticamente, o sea, que siendo un niño, todavía, esa cinta fue mi ligazón a la mujer terrible y, por supuesto, a mi debilidad por las rumberas del cine mexicano. Y claro, a las hermosas perversas del cine norteamericano desde Lana Turner, Bárbara Stanwyck, Verónica Lake, hasta Kim Basinger y Angelina Jolie.Se piensa que el primer cuento de vampiras fue No despertar a los muertos, atribuido a J.L. Tieck y después de haber sido antologado en 1823 aparecieron aproximadamente 16 textos, producidos por escritores del siglo XIX como Alejandro Dumas, La Dama Pálida 1848) y Sir Arthur Conan Doyle, El parásito (1892). Clarimonda, de Théophile Gautier (1872); Carmilla, de Sheridan LeFanu (1872) que ha sido llevada al cine en varias ocasiones y El Misterio de Ken, cuento ubicado en la víspera de Todos los Santos y escrito por Julian Hawthorme, el autor hijo de Nathaniel, escritor de las famosas Casa de los siete tejados y La letra escarlata.

Pero ha sido el siglo XX quien ha presenciado la publicación de un gran número de textos sobre vampiras. El más antiguo es Luella Miller (1902), de Mary Wilkins Freenan, sobre una vampira psíquica y entre los autores se encuentran Robert Bloch, La capa (1939); Augist Derlet, Entre la nieve (1939); uno de los últimos escritos en 1999 es Roja como la sangre, de Tanith Lee, que es una revisión del famoso cuento infantil Blanca Nieves…con giro muy vampírico.

La idea de la vampira es una imagen muy perturbadora de las mujeres, más todavía que la de los vampiros. La razón es muy simple, el mito grabado en la memoria genética del temor al sangrado menstrual de la mujer causó temor y miedo en el varón y si a esto le aunamos que en ese tiempo el ser humano vivía en cuevas y que en muchas ocasiones fue mordido por murciélagos rabiosos y que se decía la infección iba en aumento al internarse en lo más oscuro, huyendo de la luz y emergiendo de esa insondable profunda oscuridad como locos agresivos que podemos asegurar querían morder a los sanos del grupo. Estas mordeduras se volverían como especie de ciclo maldito, ya que los infectados infectarían a nuevos y estos a su vez a otros. Así que saber reconocer a estas criaturas y evitarlas sería sobrevivir sanamente en el mundo

Douglas Hill (The History of Ghosts, Vampires and Werewolves, 1970) sugiere en su texto que durante mucho tiempo, antes de la evolución de la medicina de los últimos cien años, el entierro prematuro fue algo muy frecuente.

Muchas veces, cuando los “buscadores de vampiros” desenterraban cadáveres, abrieron ataúdes de personas que enterraron vivas presuntamente muertas y cuando abrían las “cajas”, se encontraban cadáveres sangrantes y en posiciones diferentes a las que habían sido puestos en los ataúdes.

La idea de las vampiras, tiene un éxito profundo en la mente del varón, porque es superior, vuela, se transforma en diferentes animales, se traslada a una velocidad inaudita, entonces el varón (la víctima) está más indefenso que un insecto en la tela de la araña. Y si a esto le sumamos la idea que la mujer seduce al hombre y lo usa y mata sin piedad cuando ya no le sirve, esto nos remite otra vez a la famosa araña llamada Viuda Negra.

La literatura de mujeres fatales y mortales aunó el mito y, claro, el cine ha sido el mejor vehículo para fijar en la memoria esta imagen la de la vampiresa, la devora hombres, la chupadora de sangre, insaciable que a su paso deja un montón de cuerpos de varones, sin ningún pudor ni temor moral ni ético.

El texto de vampiras, tiene otro lado y éste es mostrar una mujer fuerte y que se defiende sin necesidad de hombre alguno. Acerquémonos a estos textos y gocémoslos y más en tiempos de brujas y de todos los santos.

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