Luis Carlos Coto Mederos
Pablo Marrero Cabello
1098
A mi niña…
¡Qué linda está la casita
donde viven tus muñecas!
Voy a conseguirte arecas
para que esté más bonita.
¡Ven!, abraza a Margarita,
a Pilar, a Yuly, a Esther…
Mi niña, vamos a ver
¿por qué razón están bravas?
¡Ah!, ya sé, porque te acabas
y comienza la mujer.
Mi niña, te voy a hacer
un cuento triste, muy triste,
de un tiempo que ya no existe
y tampoco ha de volver.
Quiero hablarte de un ayer
de muchachos pordioseros
donde tantos bandoleros
con ropas de mucho brillo
se llenaban el bolsillo
explotando a los obreros.
¿Tú ves? Hoy existe el día
de los niños, y es de todos…
¡Ayer, con qué tristes modos
el mes de enero venía!
Hoy tu escuela es alegría,
hay biblioteca, excursiones;
pero ayer, unos ladrones
con desfachatez tremenda
la dejaban sin merienda…
sin libros, sin pizarrones…
Esto que te cuento así,
tan fácil de comprender,
más claro lo puedes ver
en los libros de Martí.
Los libros, que están ahí,
a tu alcance en el librero
estúdialos; porque quiero
que ames mucho al soñador
que amó tanto libro y flor
en julio como en enero.
1099
Mi bandera
La sangre, el cielo y la espuma
te inventaron los colores,
y brazos libertadores
te sacaron de la bruma.
Por ti se unieron la pluma,
el verso y la tercerola,
y Cuba, con una sola
consigna, como centella
se puso a encender tu estrella
frente a la noche española.
La Patria te vio en la brisa
de la manigua flotar,
y las pencas del palmar
te dieron una sonrisa.
Te hiciste novia mambisa
del machete y del yarey,
y la corona del Rey
no tuvo perla más cara
que el asta verde que en Yara
te dio el gajo de un jagüey.
Tres líneas del horizonte
unieron punta con punta,
y la patria una pregunta
triangular se hizo en el monte.
La tonada del sinsonte
y el coraje del mambí
fueron a contar por ti,
más allá de las barrancas,
el cuento de rosas blancas
que te regaló Martí.
El cuerpo de la razón
vistió ropas de protesta
cuando la Patria dispuesta
fue a salvarte del Zanjón.
Pupilas de rebelión
te alumbraron el camino,
hasta que el ojo asesino
golpeando por el asombro
te vio flotar en el hombro
guerrillero del Turquino.
1100
A un amigo
¿Tú sabes por qué razón
no te canta tu sinsonte?
Porque los hijos del monte
no cantan en la prisión.
Los hijos del monte son
libres como la verdad,
y es una enorme crueldad
aprisionar picos y alas,
mientras los hombres con balas
luchan por la libertad.
1101
Hay que hacer en América
Hay que besar la mejilla
de Pilar*, sobre la arena,
y cambiarle a Magdalena**
sus caprichos de chiquilla.
Hay que cuidar la semilla
que canta en el surco abierto
y amar del mundo lo cierto
para que el ceibo del monte
tenga en la rama un sinsonte
en vez de un esclavo muerto.
*,**Pilar y Magdalena, personajes contrapuestos en el poema “Los zapaticos de rosa”, de José Martí.