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Cultura

Bokobá de Hidalgo

José Iván Borges Castillo*

El agua se arremolina en su antiguo cenote y pareciera que el aire bate con fuerza, entre piedras y lodo, las aguas que dieron origen a la población en este lugar que los mayores llamaron Boko ha’ luego castellanizado en Bokobá, como actualmente ostenta por nombre. Era febrero del 2017, cuando llegamos hasta el pintoresco pueblo de Bokobá. Honda impresión ha causado en nosotros haber pisado esa noble tierra, rincón del Mayab.

Llegamos cuando la mañana se alzaba, bajamos en la plaza principal de singular y pintoresca composición, casas antiguas de piedras labradas construidas la circundan, plantas de ornato, y un palacio municipal con corredor de arcos de medio punto, quizá obra de finales del siglo XIX o principios del pasado, da a la estampa. En el centro se distingue por conservar su amplio campo donde seguramente se realizan las corridas de toros, los baxa-toros, tradición conservada que tiene efecto en los meses de mayo y agosto en los novenarios de sus patrona la Virgen de la Asunción.

Este municipio tiene una fisonomía de singular y particular composición. Rasgando las páginas de la historia podemos mencionar el origen de este pueblo.

El pueblo es en su fisonomía una traza hispánica sobre pueblo maya. Los pozos antiguos en los solares, la antigua iglesia de doctrina, las casonas coloniales y decimonónicas, revelan ante los ojos del visitante, como en el museo vivo la historia del lugar. Sin lugar a duda, Bokobá es un pueblo noble y de enorme historia aún por revelar.

Bokobá es un pueblo muy antiguo, de fundación prehispánica y refundación colonial. La toponimia ayuda a visualizar ese pasado. Los estudios de William Brito Sansores exponen por significado de Bokobá: agua revuelta, contradicción del complejo bokobil há: agua batida o revuelta. No se aleja la propuesta de célebre Juan Pio Pérez en su Etimologías mayas, publicado en 1910, cuando propone al respecto: batidor de agua, de bokob batidor y a´ contracción de ha’: agua, todo esto desde luego en la lengua maya. Otro importante estudio de la etimología lo realiza Domingo Martínez Paredes, que sobre esta materia opina: Bok´oba de Bok´ob:chapotear, y de há-agua, lugar donde se chapotea agua. Y hasta el maestro Alfredo Barrera Vázquez señala a propósito: “Batidor de agua” o “Agua que se vadea o agita. Bok batir; ob sufijo instrumental; a´ agua”. Lo cierto es que seguramente se conserva en la tradición oral de sus habitantes alguna otra importante versión sobre el significado del nombre.

En la última época maya perteneció el pueblo de Bokobá al cacicazgo de Ceh Pech.

Son múltiples las plataformas arqueológicas, cerros o “mules”, que hablan del pasado prehispánico maya en que tuvo origen la población. Contaban los mayores que esos “mules”, como se le dicen a esos cerros de piedra, o sea, sitios arqueológicos, fueron obras de los “puces”, hombres y mujeres de pequeña estatura que construyeron sus casas sobre cerros altos para no morir en el diluvio.

Tras la conquista española, en antiguo pueblo de Bokobá fue refundado y fijado como encomienda de españoles avecinados en Mérida, la capital de la provincia. Y al parecer fueron reducidos a un mismo asiento dos pueblo, Bokobá y Suma, esto por obra de los franciscanos, quedando bajo titular encomendero de un tal Juárez en 1549 y, posteriormente, heredado a su hija y a Antón de Bojórquez, luego en 1606 a Juan de Céspedes, al parecer yerno de mencionado español de apellido Juárez.

Mientras esperábamos ser atendidos, nos recepcionamos en los corredores del palacio municipal, reedificado en 1940, con un cuarto de reloj público, mirábamos el panorama tan sublime que ante nuestra vista se presentaba, en marco de arcos la vida cotidiana trascurre en la comunidad, la gente en su ir y venir por las calles, un molino de maíz donde salían mestizas con sus tortillas o cubos de nixtamal o masa lista para “tortear”. Y sobresale con predominio la antiquísima y venerable iglesia de Nuestra Señora de Bokobá, su título es la Asunción, pero haciendo eco a las palabras de fray Diego López de Cogolludo la llamo de esa manera, pues así la refiere a mediados del siglo XVII, cuando señala: “La Asunción de Nuestra Señora del pueblo de Bokobá”. Gracias a la amabilidad del sacristán pudimos penetrar bajo la sombra del sagrado recinto que nos permitió besar la orla del manto de la sacra patrona. Comprobamos lo que tiempo atrás habíamos referido de que conserva ese encanto de las imágenes sacras del periodo virreinal, desconocemos datos sobre su origen, lo que la hace venerable por sus títulos de inmemorial, aunque siendo ella titular es probable que su imagen sea del siglo XVII. Es una imagen pequeña de poco menos de un metro de alto, que la hace distinguirse entre otras célebres Asunciones veneradas en diferentes iglesias de la entidad.

El municipio de Bokobá cuenta en la actualidad con poco más de dos mil habitantes. Perteneció a la antigua zona henequenera que tanto fama y renombre dio a Yucatán, prueba de ellos son los antiguos cascos de sus haciendas, como Mucuyché, San Antonio Choil y San Antonio II.

Una antigua leyenda popular entre los yucatecos señala a la plaza principal de Bokobá como el lugar donde tuvo origen las “sillas confidentes”, que un padre celoso mando colocar para que su hija se pudiera encontrar con su enamorado, mirándose a los ojos pero sin tocarse. Posteriormente este innovador modelo de sillas en las plazas públicas que Bokobá fue pionera, se hicieron populares en toda la geografía peninsular.

Desde nuestra llegada a este municipio, recordamos que en nuestros estudios e investigaciones sobre comunidades yucatecas, lo teníamos señalado un apellido en el nombre de Bokobá, lo que comprobamos en breve, pues en diciembre del 2014 a través de las páginas del periódico POR ESTO! abordamos este capital tema, quedando al descubierto el apellido de Hidalgo a Bokobá, y como tal hemos puesto a título de este artículo.

El que esto escribe ha tenido en sus manos el acta valiosa donde las autoridades de Bokobá se asignan en apellido; este documento se resguarda en el Archivo General del Estado de Yucatán. Pero para entender esto tenemos que referir que en 1878, la legislatura del estado decretó que los ayuntamientos y juntas municipales unieran un nombre al de un célebre héroe nacional o del estado, haciendo que estos sirvieran de lustre o divisa. La Junta municipal de Bokobá, obedeciendo al decreto, acordó en sección extraordinario el 18 de septiembre del 1878 tomar el apellido de Hidalgo en honra a don Miguel Hidalgo y Castilla, iniciador del movimiento insurgente de emancipación nacional, quedando desde ese entonces como “Bokobá de Hidalgo”. Son varias las poblaciones yucatecas que tuvieron apellido, pero cayendo en desuso y tras breve tiempo solo conservaron el nombre maya bien arraigado. Los apellidos pasaron a formar parte de la microhistoria, como le llamaba el maestro Luis González.

Ahora que hemos aclarado, este importante asunto de la historia local, hacemos votos para que recupere este municipio su apellido y que desde ahora sea llamado como ¡Bokobá de Hidalgo!

De algo estamos cierto, falta escribir la historia del pueblo de Bokobá.

Bajo un brillante cielo despejado sobre una plaza limpia y pulcra, de piedras labradas que sirven de adoquín, de pintorescas palmeras y vetusta iglesia de piedra con frontispicio de espadaña con remates, en medio de un campo yucateco flagelado por la sequía de marzo, se encuentra el pueblo de Bokobá de Hidalgo, mirando a un futuro y apostando lo mejor en el presente, con la perseverancia de todos los días, no podíamos dejar pasar la ocasión de escribir estas impresiones que gracias al periódico de la Dignidad, Identidad y Soberanía POR ESTO! comparto con ustedes.

¡Bokobá tiene ese encanto de los pueblos del Mayab!

*Historiador. Unión de Escritores Comunitarios de Yucatán

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