Luis Carlos Coto Mederos442Alpinismo
Al concurso de alpinismo
presentó su aval la araña,
quien escaló una montaña
con técnica y estoicismo.
Todos pensaron lo mismo:
que el triunfo era para ella;
mas el dinero y la estrella
a la pulga fue a parar,
por su hazaña de escalar
el lomo de una camella.
José Antonio Fulgueiras
443La cruz de ceniza
Con ceniza y todo a Vera,
además de agua y granizo,
cayó un rayo que le hizo
ceniza la casa entera…
Y como que aún espera
vivir unos cuantos mayos,
ahora con nuevos ensayos
que son de más solidez
hizo la casa otra vez
y le instaló un pararrayos.
Clemente Cruz
444Lo que quise ser
Si me pueden atender,
si me quieren escuchar,
ahora les voy a contar
lo que ya hombre quise ser.
No pude estudiar ayer
por lo duro de la era;
pero quise a mi manera,
a base de sacrificio,
aprender algún oficio,
deporte o una carrera.
Primero fui boxeador
y en la primera pelea
“boxié” con un tal Mayea
que era un fuerte pegador.
Me dio un trompón que el dolor
no se me quitó en tres días
y, si no llega mi tía
que me saca en un quitrín,
allí estuviera en el “rin”
acostado todavía.
Quise caballos montar
porque de eso yo sabía,
y la gente me decía:
Lo que tiene’ es que probar.
Me trajeron a domar
el caballo Tumba Siete,
y salió como un cohete,
era una jaca muy terca,
me dejó engancha’o en la cerca:
hasta ese día fui jinete.
Después me hice pelotero.
En eso sí fui un dolor:
siempre como bateador
tenía el averaje entero.
El “picher” un santiaguero
que le gustaba curvear,
un pelotazo al lanzar
me dio con tal solidez
que esa fue la única vez
que yo me pude envasar.
Después quise manejar
y hasta me compré un fotingo;
recuerdo que era domingo
el día que lo fui a buscar.
Pues cuando lo fui a arrancar
tremenda bulla que hacía,
y haciendo una travesía
dejé el primer guardafangos
en una mata de mangos
que se atravesó en la vía.
Yo seguí de lo mejor,
quise la línea cruzar,
y allí empezó a cancanear
y se le apagó el motor.
Yo me bañé de sudor,
¡qué domingo aquel domingo!
Miro, y cuando el tren distingo
tuve que salir corriendo,
después sentí un gran estruendo:
el tren se llevó el fotingo.
Después quise ser poeta
y un concierto preparé,
y por más que batallé
no vendí una papeleta.
Queriendo cumplir mi meta
preparé bien un salón
y al hacer mi aparición
me dan un aguacatazo
que todavía me paso
la mano y tengo el chichón.
Después de tanto rodar
me frené la iniciativa
y a mi vida primitiva
pude por fin regresar.
Me puse el campo a sembrar
y sembré todo el batey,
me acogí a un refrán que es ley,
que el revés no es tan verdugo:
“Al que nace para yugo
del cielo le cae el buey”.
Polo Montañez