Conrado Roche Reyes
El nombre de Eugenio Noel es punto menos que desconocido para las generaciones actuales, si no es que totalmente. El hecho de que su obra no haya tenido la resonancia y la justicia literaria que, sin duda alguna, merece, no debe hacernos olvidar su presencia y reconocimiento como un muy buen escritor. José Bergamín, un exigente escritor decía de él: “Es un escritor de indudable talento y nobles propósitos, hombre de origen humilde, del que se enorgullecía justamente, pues alcanzó notoriedad merecida por su estudio y esfuerzo”.
Su nombre verdadero fue Eugenio Muñoz Díaz y nació en Madrid, en 1883. Desde niño demostró ser un amante irredento de la lectura. Entró al seminario, pero al cerciorarse Noel que no podía ser casto y puro se fue a Madrid. Se enamoró entonces de la cantante María Noel, su primera musa “Alma de Santa” (1909) y definió su vida con su seudónimo: Eugenio Noel. Fue activista social de ideas republicanas en su persona y su literatura. Su primer artículo “La locomotora invencible” fue un alegato al socialismo. Asistió con otros escritores a la tertulia del café nuevo de Levante que presidía Valle Inclán. Se alistó como voluntario en la guerra de Marruecos. De estas experiencias escribió un libro: “Notas de un voluntario”. Más tarde terminó en la cárcel, y al salir conoció al amor de su vida, la cubana Amanda. En el 1913 emprendió, con obstinación digna de mejor causa, su campaña anti flamenca con gran pasión recorriendo la dura España con ese solo motivo. Fue el primero que llamó “bestiarios” a los toreros. Todo en él fue desmesurado. Nada fue comedido, racional. Clásico moderno, con una tremenda personalidad en sus textos. Nadie se parece a Noel, ni Noel se parece a nadie. Cuatro veces fue a América con su campaña anti taurina. Iba a los toros a provocar a los espectadores.
Murió pobre en Barcelona en 1936. Mezcló casi todos los géneros. Algunas de sus obras son: “El flamenquismo y las corridas de toros”, “República y flamenquismo”, su más celebrada: “Pan y Toros”, para llegar al libro máximo de su campaña. “Escenas y andanzas de la campaña anti flamenca” y con “Las siete cacas” y “La capea”, sus libros más reeditados. Como auténtico miembro de la generación del 98, su obra es vasta: “Señoritos chulos”, “Gitanos y flamencos”, “Vidas de Santos”, “Diablos clérigos y almas en pena”, “Toreros enfermos”, “Diestros y siniestros de embrutecimiento nacional”, “Aguafuertes ibéricos”, y muchas más.
Eugenio Noel fue un escritor al que menospreciaron en su época los exquisitos pegados al poder –(esto me suena… me suena). Viajó por toda España para morir solo y en la miseria y, como dijo el poeta: “Se quedó tan solo como queda el torero después de matar al toro”. Una vida vivida entre la bohemia y el culteranismo. Casinos de pueblo y las sopas de ajo. Así fue el mayor anti taurino de la historia y un enorme escritor que en el medio de su campaña antiflamenquista, escribió verdaderas obras de arte.