Manuel Tejada Loría
Aislamiento preventivo
1
Soltar
nuestras viejas fantasías
de consumo. Nuestra obstinada
consagración por cosificarnos en la vida,
en el trabajo, en el amor mercantil,
construyéndonos a imagen y semejanza,
mejor dicho: sólo imagen,
o sólo semejanza,
sin identidad.
Entonces sucede. Un virus
es un espejo; un contagio,
el golpe que lo hace añicos;
y nos rompe,
quebranta la seguridad desde donde
todos los días decimos amar
decimos trabajar, decimos vivir,
y NO. Sólo estamos aquí
perplejos ante un anuncio
de cuarentena.
2
Frente al miedo: el consumo voraz.
La desesperación por poseer todo,
por salvar la vida, te-nien-do.
Rodeados de antibacteriales,
cajas de papel y cuentas regresivas,
hay un hueco en el yeyuno
que especula un vacío interminable.
Una situación ética el desborde
de los servicios médicos en Italia donde
no será prioridad salvar la vida de quien
rebase los ochenta años.
La vida ya se había terminado
desde antes.
3
Cumplo un aislamiento preventivo
por decisión propia. Mantengo
una distancia necesaria de lo que
nos trajo hasta aquí. Soy un espejo
en conflagración constante
cosificado hasta la médula,
roto de viejas fantasías
de consumo, aprendiendo
a soltar.