I
Todos quienes ejercen el oficio de escribir tienen en su trayectoria una o más obras emblemáticas, ya sea por las circunstancias en que fueron concebidas o por el contenido comprometedor de sus palabras, es en los relatos autobiográficos de escritores y escritoras donde se encuentran pistas esenciales que ayudan a desentrañar los misterios que se circunscriben en torno de la gestación de esos textos, tal es el caso de Pablo Neruda y Los versos del Capitán, libro de poemas publicado originalmente en Nápoles, Italia, en 1952, con la característica del anonimato.
En sus memorias, Confieso que he vivido, Neruda alude al texto en cuestión: “…voy a contarles la historia de ese libro, entre los míos uno de los más controvertidos. Fue por mucho tiempo un secreto, por mucho tiempo no llevó mi nombre en la tapa, como si yo renegara de él o el propio libro no supiera quién era su padre. Tal como hay hijos naturales, hijos del amor natural, Los versos del Capitán eran así, un libro natural”. Fueron las condiciones de germinación las que condujeron al silencio autoral por muchos años, así lo consideró necesario el poeta chileno, quien, en un texto explicativo de 1963, que ahora acompaña las ediciones del libro, escribió refiriéndose a la decisión de mantener oculta la paternidad original: “…no me parecía que tal acción fuera leal a los arrebatos de amor y furia, al clima desconsolado y ardiente del destierro que le dio nacimiento”. Los versos del Capitán, nacieron del torbellino apasionado del amor renovador, cada una de sus hojas resguarda una faceta de ese ardiente y descontrolado encuentro que sacudió la vida de sus participantes.
II
Los versos del Capitán se escribieron con derrotero cambiante y en lugares disimiles, se registran por orden de concepción cronológica, el primer poema “Siempre”, el 27 de agosto de 1951 en Bucarest, y el último “Oda y germinaciones”, en Capri el 30 de abril de 1952, según los apuntes de Hernán Loyola, siendo testimonio de la consolidación amorosa entre Pablo Neruda y Matilde Rosario Urrutia Cerda. Ocultos en cartas clandestinas dirigidas a Matilde surgidas en tranvías, aviones y cafés, desde ciudades como Bucarest, Praga, Viena, Ginebra, Capri, o, por los aires de China, los cuarenta y ocho poemas que componen la obra, son una completa evocación de la naturaleza amada de una mujer; a diferencia de otros poemarios de Neruda, en esta obra es una sola mujer la autora-personaje, por medio de la cual el autor habla con espontaneidad sobre le cuerpo y alma de la redención.
Al imprimirse por vez primera bajo los cuidados de Paolo Ricci, circularon únicamente cuarenta y cuatro ejemplares perfectamente enumerados y otorgados a amigos, artistas y personajes del medio cultural y político en el que navegaban sus gestores. Los versos del Capitán fueron también, el epitafio indeseado para el pasado amoroso de Neruda, sin importar los años que transcurrieron en el anonimato, Matilde y Pablo, sabían que la trascendencia de esos versos iba mucho más allá de la simple analítica literaria que los juzgó de diferente manera, eran por naturaleza, el compromiso idílico de una pasión desenfrenada que los condujo a senderos insospechados por ellos mismos, tal y como reconoció Matilde, en la carta que ahora sirve de prólogo, fechada en La Habana el 3 de octubre de 1951, en donde relata sobre Neruda: “Entró a mi vida, como él lo dice en un verso, echando la puerta abajo. No golpeó la puerta con timidez de enamorado. Desde el primer instante, él se sintió dueño de mi cuerpo y de mi alma. Me hizo sentir que todo cambiaba en mi vida, esa pequeña vida mía de artista, de comodidad, da blancura, se transformó como lo que él tocaba”. Un todo complejo de militancia, erotismo, amor y compromiso se suscribe a los versos de este libro único en la poética nerudiana.
III
La carta-prólogo es también un poema en sí misma, leer el desenfreno entre letras que refleja el sentimiento tan profundo de instantes inciertos, pues cuando Matilde escribió al editor esa carta, Neruda había partido a su natal Chile a cumplir con su militancia en el Partido Comunista; esas horas desesperadas que suelen agobiar a los amantes distanciados sin que la pasión encuentre tregua, se muestran en el ritmo y las reminiscencias tan sublimes que dan inicio ahora a Los Versos del Capitán.
Matilde detalló años después su relación con Neruda en sus memorias intituladas Mi vida junto a Pablo Neruda, por su parte, el poeta chileno, hizo lo mismo en diversos poemas posteriores en los que trae a la luz ese inicial sentimiento tan desgarrador por su intensidad, en sus memorias, Neruda menciona los días que pasaron en Capri durante los meses de enero a junio de 1952, tiempo en que su amor se hizo perdurable. El testimonio que ofrece Los versos del Capitán, no se limita a las formas poéticas y sus metáforas, es para sí mismo una revelación utópica del manifiesto deseo y el placer de vivir.
* Integrante del Colectivo Disyuntivas