“La vejez tiene mucho pasado y muy poco futuro”… Ronald Reagan.-
CORAL GABLES, Florida (VIP-WIRE).-
Ha sido una de esas noticias que llegan en cualquier instante, pero la que nadie realmente espera.
Y siempre vienen estas informaciones, tan escuetas como diáfanas. Esta vez fue así, en mensaje de la familia: “Tom Seaver has recently been diagnosed with dementia (Tom Seaver ha sido diagnosticado recientemente con demencia).
Asombroso, que aquel atleta, querido y admirado por todo el béisbol, gracias a sus habilidades y fortaleza, tanto mentales como físicas, sufra de “pérdida o debilitamiento de las facultades mentales, generalmente grave y progresivo, debido a la edad o a una enfermedad. Se caracteriza por alteraciones de la memoria y la razón y trastornos en la conducta”.
En la mayoría de los casos se trata de “demencia senil”, es decir, producto de la edad avanzada, de la vejez. Pero Seaver no es un anciano dentro del concepto de la época. Solo ha cumplido 74 años, puesto que nació el 17 de noviembre de 1944.
Durante sus 20 años en las Ligas Mayores (Mets, Rojos, Medias Blancas, Medias Rojas) fue un roble, tan poco le afectaron las lesiones, tal fue su calidad, que ganó 311 juegos frente a 205 derrotas con efectividad de 2.85. Además, en postemporadas, 6-6, 2.77.
Seaver fue, pues, un pitcher espectacular, con figura de galán de cine y permanente sonrisa, la cual cooperó para su conversión a ídolo.
Cuando lanzaba, antes de terminar el primer inning, ya tenía manchado de tierra el uniforme a la altura de la rodilla derecha. Doblaba tanto en el esfuerzo de cada lanzamiento, que arrastraba la rodilla.
Recuerdo la triste tarde del 15 de junio de 1977, cuando los Mets lo cambiaron a los Rojos por Doug Flynn, Steve Henderson, Dan Norman y Pat Zachry. Esa noche, los Piratas visitaban Shea Stadium y mucho antes del juego se supo, para Nueva York, la mala nueva. El hombre solamente había lanzado con el uniforme de los Mets, durante sus primeras 11 temporadas.
Los reporteros que cubríamos los Mets fuimos al locker de Seaver, en el clubhouse de los Mets. Lo encontramos, recogiendo sus pertenencias en un maletín. Era fácil advertir cuánto le había afectado el caso. Parecía a punto de llorar.
“Gracias por lo tanto que me han apoyado siempre, muchachos”, dijo haciendo un notable esfuerzo, “y tomo esto como parte de la profesión. No he sido yo el primero a quien han cambiado. Donde quiera que esté permaneceré a las órdenes de ustedes y deseoso de servirles”.
Siempre fue muy amable, fina persona, un caballero, mientras ganaba el título de Novato del Año en 1997, dejaba strikeouts a 3 mil 640 bateadores y era elevado al Salón de la Fama de Cooperstown en 1992, con el 98.8% de los votos.
Ahora Seaver es un demente, que pasa los días entreteniéndose en los viñedos que hace años creó en California.
Gracias a la vida que me ha dado tanto, incluso un lector como tú.
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@juanvene5