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Comentario de una inolvidable vivencia

Por Ele Carfelo

Eran los tiempos cuando cursábamos la carrera de Ingeniería Civil en la Facultad de Ingeniería de la “UNIVERSIDAD DE YUCATAN”, en el año de 1953. Era Rector de nuestra Máxima Casa de Estudios el Dr. Eduardo Urzaiz Rodríguez, y era director de nuestra Facultad el ingeniero Edgar Espejo Evia. Era el sistema universitario de la época, cuando las escuelas y facultades de la UADY elegían al presidente de las sociedades de sus alumnos. Ese 1953, mis compañeros me eligieron para ocupar ese cargo, cuyas responsabilidades eran apoyar a los alumnos de la Facultad en cualquier problema que les surgiera como estudiante y organizar el “Baile de Fin de Año” y un viaje de estudios durante las vacaciones de verano a algunas obras de ingeniería de la República Mexicana y de formar parte del Consejo Directivo de la FEDERACION ESTUDIANTIL UNIVERSITARIA, la FEU.

Con un grupo de condiscípulos, organizamos el “Viaje” de ese verano. En aquel entonces, se estaban construyendo unas grandes obras de ingeniería, en el Estado de Michoacán, por lo que nos comunicamos con la “Comisión Ejecutiva” de las “Obras de Tepalcatepec” en la cuenca del río “Cupatitzio”, cuyo VOCAL EJECUTIVO estaba en manos del GENERAL LAZARO CARDENAS DEL RIO, quien ya había sido Presidente de la República de una manera brillante, y se le recordaba especialmente por la EXPROPIACION de las riquezas petroleras de la nación, que regresó a las manos de los mexicanos. La respuesta a nuestras peticiones para visitar las obras fueron positivas, tanto desde lo técnico hasta en lo económico, y ayudados también por el Ferrocarril del Sureste, del Gobierno del Estado y el apoyo de nuestra universidad realizamos el viaje en julio de ese año. El evento consistía en la visita a las obras, que eran especialmente para proveer de agua a las tierras magníficas michoacanas, con presas, plantas hidroeléctricas, unidades de riego, etc. Todas ellas, obras importantísimas para nuestras carreras.

En la segunda mañana que estábamos visitando las obras, mientras uno de los ingenieros de las obras nos explicaba los procedimientos de construcción de uno de los puentes, casualmente coincidimos con el General Cárdenas, quien, como todos los días, visitaba las obras, nos acercamos a saludarlo y a agradecerle el habernos invitado a esa visita a Tepalcatepec y allí mismo, con él, improvisamos una conversación, en la que nos expresó su estimación por nuestro Estado y muy contento de que estuviéramos en Michoacán, estudiantes de nuestra universidad. Terminamos la plática, con una muy cordial invitación que nos hizo, para almorzar con él, en Apatzingán, ciudad que estaba dentro del área de las obras, allí comimos con él, y ya tuvimos la oportunidad de platicar más ampliamente con él, sobre todo los que nos sentamos a su lado en la mesa. Siempre en un tono de jovialidad, nos repitió su afecto por Yucatán, lamentando que durante su gobierno no hubiera haber podido hacer más por nuestro Estado y terminó preguntándonos cuál era la siguiente etapa de nuestro viaje de estudio; al responderle nosotros que la visita a las obras de Michoacán era el principio y fin de nuestro viaje, lamentó que después de venir desde Yucatán, podríamos visitar alguna otra obra en construcción, y nos ofreció toda su ayuda para hacer esto posible. Yo estaba sentado a su lado izquierdo, y le dije que desearíamos visitar las obras en construcción de la Presa Falcón que se construía en el río Bravo, en la frontera con los Estados Unidos, lo que le pareció una buena elección, por la importancia y el gran tamaño de la obra, y de inmediato llamó a uno de los ingenieros que lo acompañaban y nos regaló el viaje, algo que nunca dejaremos de agradecerle quienes pudimos tener esa oportunidad. Tampoco olvidaremos las cualidades humanas, la jovialidad, el trato amable y sencillo de un hombre extraordinario, así como nos sorprendía el enorme respeto y obediencia de todos los que lo rodeaban y trabajaban a sus órdenes. Un personal excepcional.

El viaje a la presa Falcón lo hicimos en un “minibús” que conducían los hermanos Jorge y Fernando del Río, sobrinos del general, quienes pagaron todos nuestros gastos incluyendo hoteles, comidas y paseos extras por toda la ruta, que fue el regreso a la Ciudad de México desde Uruapan, y de allí hacia el norte de la república, pasando por Querétaro, León, Monterrey, Ciudad Victoria, Nuevo Laredo y el pueblo de Roma, en la frontera con los Estados Unidos, donde comenzaban los campamentos de las obras de la presa Falcón. Una experiencia inolvidable en realidad.

Ing. Luis Carlos Fernández López

elecarfelo@hotmail.com