¿Quién no conoce a los Pitufos? Esos pequeños seres azules con gorrito blanco que han acompañado la infancia de muchos niños desde hace generaciones cumplen el martes nada menos que 60 años. Y lejos de desaparecer, tienen nuevas aventuras a la vista.
Corría el 23 de octubre de 1958 cuando estos hombrecillos salían a la luz, primero como figuras secundarias del cómic belga Johan et Pirlouit (traducido en español como Jano y Pirluit, Johan y Pirluit, Juan y Pirulí o Juan y Guillermo).
Después, su creador, el belga Pierre Culliford, alias Peyo, les dedicaba una serie propia a sus travesuras y locas aventuras. Hoy, apenas hay un niño en el mundo que no los conozca. Y no sólo en Europa.
“Podemos hablar de la globalización” del universo de los Pitufos, señala Véronique Culliford, hija de Peyo, que desde su muerte en 1992 se encarga, junto a su madre y hermano, de continuar su obra.
Porque no sólo en Europa son populares Los Pitufos, sino también en China, India, Rusia y Latinoamérica. Un éxito que, según sus datos, se traduce en ventas de en torno a 1,000 millones de euros anuales.
Un momento clave en su carrera de éxito en el mundo fue la aparición de la película La Flauta de los Pitufos, en 1976, a la que siguió en los años 80 una serie de televisión con 270 episodios que ganó varios premios Emmy. Los pequeños duendes desencadenaron entonces una “pitufomanía”: bebé pitufo o papá pitufo no faltaban en las habitaciones de ningún niño.
No es sin embargo, una historia de éxito agotada. Una nueva serie de televisión está prevista para 2021, esta vez por ordenador y en 3D, como ya se hizo Los Pitufos en la aldea perdida en 2017.
El universo de los Pitufos sigue así creciendo gracias, entre otras cosas, a la pasión de su inventor, Peyo, que dedicó su vida a la creación de las figuras de cómic.
En la mayoría de sus recuerdos de infancia, Peyo está casi todo el tiempo sentado en el escritorio, cuenta Véronique. Además, se ocupaba personalmente de los acuerdos y del negocio. “Estaba obsesionado por los personajes, porque quería controlarlo todo”, recuerda. Pero pese a todo el esfuerzo, el éxito acabó llegando por sorpresa.
Peyo trabajó incansable hasta su muerte en nuevos dibujos, escenas e historias. En un bosque cerca de Bruselas pidió una vez a sus trabajadores que se tumbaran en el suelo para ver el mundo desde una perspectiva pitufa.
Al igual que en sus inicios, los Pitufos se dibujan en papel antes de ser llevados a la computadora, donde se refinan. Los dibujantes trabajan en una pequeña oficina al sur de Bruselas e intentan ceñirse al proyecto original de Peyo lo máximo posible.
Con esa pasión ha nacido un mundo pitufo totalmente propio con unos 100 personajes. Pitufo Sorpresa era el preferido de su padre, cuenta Véronique Cullliford, que repartía paquetes de regalo que explotaban a sus colegas. Véronique prefiere a Pitufina, que al principio era la única mujer de la saga.
Porque el hecho de que sólo hubiera una protagonista en el pueblo pitufo le valió críticas a su autor. En la película de 2017 aparecen más pitufas, aunque en otro pueblo.
Y es que el tiempo pasa por esta saga, así como por sus fans. Mientras los abuelos de los fans más jóvenes siguen leyendo cómics y acudiendo al cine, los Pitufos ya están disponibles en cualquier parte y momento: en Facebook tienen ya casi 14 millones de fans y hay más de 40 canales de YouTube con videos.
Existen licencias incluso para comida. Según la empresa de Culliford, cada minuto se come una gominola de pitufo en el mundo. BRUSELAS, Bélgica (DPA)