Marta Núñez Sarmiento*
XLII
La decimosegunda propuesta consiste en recursos para redactar la introducción.
Aunque no lo crean, yo la escribo cuando concluyo el informe final. Esto no significa que esté dándole la espalda a la ética de los investigadores, porque siempre tengo un anteproyecto de este preámbulo desde que comienzo a escribir el artículo, solo que reviso sus contenidos detalladamente y los vuelvo a redactar de manera que los objetivos incluidos en el prefacio queden respondidos en los hallazgos que incluí en todo el informe.
La extensión de la introducción varía según las reglas de redacción a las que nos ajustamos de acuerdo a los editores de cada publicación, a las instrucciones para el informe final de una consultoría o a los requisitos de los ejercicios académicos. Nunca son iguales. Por ejemplo, si escribimos el prefacio a una investigación que resultó en un libro de nuestra autoría, la introducción, prefacio o prólogo suele ser más larga que si corresponde a un artículo que será publicado en una revista científica o en un libro que incluya a varios autores. Cuando se trata de la introducción a una ponencia que tenemos que presentar en un evento científico que nos concede 10 minutos para hacerlo, el prefacio será sumamente breve, empleando las palabras más claras y precisas que encontremos para que el auditorio comprenda qué deseamos comunicarle. Ejemplificaré con una experiencia real que recién experimenté.
Todos los años en el mes de diciembre en La Habana participo en un taller entre académicos de Cuba y de Estados Unidos, donde debatimos sobre “Cuba en la política exterior de los EE. UU.”. Este año el tema a tratar fue “Las elecciones de medio término y la Administración de Donald Trump”. En esta ocasión preparé un artículo que resumía el estudio que realicé sobre los viajes de los norteamericanos a mi país desde que Trump fue elegido presidente en noviembre de 2016 hasta noviembre de 2018. Lo titulé “Porqué los miedos de la Administración Trump sobre Cuba son reales”.
Les presento las dos versiones de introducción que redacté. La primera corresponde al artículo de 5 mil 800 palabras, mientras que el segundo prefacio lo incluí en la ponencia que tuvo mil 500 palabras.
Voy con el primer ejemplo.
Desde junio de 2017 la Administración Trump generó decisiones administrativas en su política hacia Cuba que derivaron en mensajes mediáticos que revelan su temor ante los cambios que experimentan los ciudadanos estadounidenses en sus percepciones sobre mi país cuando visitan la Isla, ya sea durante su estancia como estudiantes durante un semestre académicos o como viajeros si cumplen algunas de las 12 categorías establecidas por la OFAC (Oficina para el control de los activos en el exterior del Departamento del Tesoro de EE. UU.) para obtener licencias de Washington que les permitan hacerlo.
En mi criterio estos miedos son válidos si se comprende cuánto difiere la imagen calumniosa sobre Cuba que les han trasmitido durante décadas de la realidad que encuentran en la Isla.
Para demostrar lo anterior, divido mi argumentación en dos partes. La primera resume una muestra de las opiniones sobre Cuba que los viajeros de Estados Unidos plasmaron en una encuesta de una de las agencias de viaje norteamericanas que operan con Cuba. En la segunda reflexiono acerca de las acciones que la Administración Trump ha desplegado para desacreditar a mi país en los últimos 30 meses tras firmar el Memorándum presidencial de seguridad nacional para fortalecer la política de Estados Unidos hacia Cuba (NSPM; 2017), específicamente en lo concerniente a desalentar las visitas de ciudadanos estadounidenses a la Isla.
Como pudieron apreciar, cuando mencioné el Memorándum puse entre paréntesis la referencia correspondiente, porque así lo exigían las reglas para redactar el artículo que se convertirá en un capítulo de un libro.
Ahora les mostraré cuánto reduje este preámbulo para poder ajustarme a los 10 minutos que concedían a cada disertante.
Divido mi ponencia en dos partes. Primero resumo las opiniones sobre Cuba que viajeros de Estados Unidos plasmaron en una encuesta de una agencia de viajes norteamericana que opera con Cuba. En la segunda parte analizo las acciones que la Administración Trump desplegó para desacreditar a mi país en los últimos 30 meses, específicamente aquellas dirigidas a interrumpir los viajes de norteamericanos a la Isla.
A continuación, retomo un recurso de maestra de Metodología para demostrarles cómo vinculé lo que prometí demostrar en la primera parte de mi introducción con lo que sobre ella sinteticé en mi ponencia.
Las percepciones sobre Cuba que estudio en la primera parte son las que se llevaron los norteamericanos de sus estancias aquí entre noviembre de 2016 y agosto de 2018 y que respondieron en el cuestionario que les envió el touroperador, que mantendré en el anonimato. De los casi 2 mil 800 viajeros que arribaron a la Isla con esta agencia en esos meses, el 23 % respondió a la encuesta y todos emitieron visiones positivas.
Estos visitantes se identificaron por sus nombres y las ciudades donde vivían. No temieron hacerlo, aunque el período que escogí comenzó con el triunfo de Trump en las elecciones presidenciales y continuó con las decisiones administrativas para entorpecer las relaciones entre los dos países que mencionaré en la segunda parte.
Por tanto, considero que las respuestas reflejan con bastante fidelidad lo que una parte de estos visitantes pensó sobre Cuba.
Clasifiqué las respuestas en tres categorías.
En la primera escogí impresiones generales sobre la Isla que demuestran cuánto transformaron las percepciones que sobre Cuba traían: “Cuba me abrazó con amor”; “Se ve la belleza de la ciudad debajo del deterioro de sus edificios y en eso consiste su magia”; “Caminé sin el guía a todas horas y no tuve miedos”; “Pude preguntar todo lo que quería y siempre me respondieron con sonrisas”; “No vi ni tanques en las calles ni policías en cada esquina”.
En la segunda categoría agrupé las opiniones referidas al pueblo y prácticamente todos dijeron que les sorprendió que los cubanos no les mostraron animadversión sino que fueron muy cálidos: “los cubanos fueron los mejores embajadores para entender que desean que las relaciones entre nosotros y ellos mejoren”; “se toman todo el tiempo del mundo para explicarnos sus vidas y para que nos sintamos a gusto”; “me miraban a los ojos cuando conversaban conmigo”; “me estremecí por mi ignorancia de los daños que les hemos causado y por su calidez y simpatía hacia nosotros, los visitantes”; “es un pueblo multiétnico, orgulloso de ser así”, “me enseñaron que se puede vivir con poco”.
La tercera categoría agrupa sus impresiones sobre la cultura y la historia de Cuba: “no sabía que la historia y la música de Cuba están tan ligadas a las de EE. UU.”, “todas las personas que conocimos compartieron con nosotros su sabiduría impresionante, para comprender mejor un lugar tan complicado”, “una cultura inclusiva sin discriminaciones de raza, de sexo, de religiones”, “Cuba es tan sofisticada que a veces me sentía que estaba en Italia, pero sólo está a 2 horas de viaje”.
Las visiones de los encuestados sobre Cuba distan de las impresiones que ellos traían. Las percepciones que adquirieron aquí son diversas y espontáneas, lo que descalifica los intentos por demeritar a la verdadera Cuba. Claro, me refiero solo a lo que dijo el 23 % de los visitantes que estuvieron aquí en distintos momentos de los 22 meses que usaron los servicios de la agencia.
Por ello no me extraña que los resultados de esta encuesta reflejen aproximadamente cuánto los cambia Cuba y el porqué los temores de la Administración son reales.
Les reproduzco cómo redacté las conclusiones para el artículo y para la ponencia.
Esta estrategia comunicativa vs Cuba de la Administración Trump es la manifestación más reciente de la “ingeniería del consentimiento” (“engineering of consent”), término que acuñó para las relaciones públicas Edward Bernays al inicio de la Guerra Fría. El concepto consiste en fabricar desde los cimientos (“engineer”) el apoyo de la población a una causa determinada mediante la información, persuasión y ajuste previo de su consenso para justificar el curso de las acciones a ejecutar.
Esta prolongada “ingeniería del consentimiento” contra la Isla se desintegra cuando los ciudadanos de EE. UU. visitan Cuba. Ello confirma que los miedos que la Administración Trump advierte en las visitas de sus ciudadanos a Cuba son reales.
El diplomático cubano René Anillo sintetizó estos temores cuando escribió, “Empero, los pueblos son siempre inteligentes y por ello la simpatía latente del pueblo norteamericano se ve patentizada ante cualquier asomo de la verdad con relación a Cuba y ahí está el secreto de por qué se les prohíbe a los norteamericanos visitar a su vecino del Caribe”.
Me queda un último artículo para concluir lo que deseo que sea mi libro “Metodología de los por qué”. En él les explicaré cómo escribir las referencias o citas en el informe final y también la bibliografía que consultaron, incluso, aquellos textos que no referenciaron. También resumiré un famoso artículo de Ernest Hemingway en el que explica a un supuesto aprendiz de literato los métodos o las “reglas” que él emplea para escribir: “Lecciones del maestro. Crónica de alta mar”, publicado en la revista Esquire en octubre de 1935.