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Entretenimiento / Virales

El Gobierno Mexicano no avanzará contra la transnacionalización turística expoliadora sin un enfoque estratégico del paisaje cultural

Antropólogo Jorge Franco Cáceres y Dr. Antonio Benavides RosalesIntroducción

En lo que va del presente siglo, multitud de empresas transnacionales han intervenido en forma desintegradora los paisajes culturales de las zonas marinas y costeras de México. En la península de Yucatán, como área estratégica para sus inversiones turísticas e industrias globales, estas empresas han establecido negocios lucrativos en las playas paradisíacas de las islas de barrera y las pequeñas islas del Caribe mexicano, además de ofrecer servicios exclusivos en las selvas tropicales, las zonas arqueológicas y las comunidades tradicionales del interior.

México es el mayor destino de las empresas turísticas del mundo globalizado en la actualidad. Si solo consideramos las de origen español, tenemos en el país cerca de 3,000 empresas transnacionales, alentadas por las privilegiadas condiciones que les garantizan los poderes centrales y los gobiernos estatales, por la mano de obra barata y los bajos costos de asistencia social en los principales destinos. Si se presta atención a lo que sucede en el más codiciado destino regional de las empresas turísticas: la zona de la Riviera Maya de Quintana Roo, se concluye que ahí operan las transnacionales Sol Meliá, Iberostar, Riu, Barceló y NH.

Si se va a los números, tendremos que en 2015 hay en la región más de 45,000 cuartos. En 2007, había cerca de 35 mil en más de 100 hoteles, mientras que en 2001, eran solo 15 mil. En forma oficial, se ha considerado que se cumple la dinámica de tener anualmente un crecimiento entre 1,500 y 3 mil habitaciones. A modo de ejemplo destacado para el presente trabajo, se tiene que el informe de Greenpeace-España, denominado “Los nuevos conquistadores. multinacionales españoles en América Latina”, destacó la construcción de más complejos hoteleros de Sol Meliá en las playas del estado de Quintana Roo.

Nuestros estudios recientes en las costas noreste de Quintana Roo, centro-norte de Yucatán y suroeste de Campeche, muestran que las empresas turísticas transnacionales, en el proceso de transformación (intensiva/extensiva) de los paisajes culturales de la península yucateca, han tendido a producir peligrosa dispersión recurrente de la vida comunitaria, así como una permanente degradación radical en el medio ambiente, creando extensos espacios-territorios de despojo patrimonial y saqueo mercantil.

Afectados así, en forma sistemática e irreversible por los intereses mercantiles del mundo globalizado, el proceso de repaisajización radical ha abierto también nuevos caminos a la sobreexplotación de los paisajes culturales y los recursos naturales, a la degradación en todas sus formas y a las alteraciones climáticas por la emisión de gases contaminantes que dañan la atmósfera y los mares. En pocas palabras, debemos decir que no avanzará el Gobierno mexicano contra la transnacionalización turística expoliadora en la península de Yucatán sin un enfoque estratégico para el desarrollo sostenible del paisaje cultural bajo condiciones de uso mercantil y cambio climático.

La repaisajización radical de las empresas transnacionales del turismo elitista

La repaisajización radical que ocurre en las áreas estratégicas pero también zonas más vulnerables de México, por influjo de las poderosas empresas del turismo de clase mundial o premium, es un proceso letal de urbanización (intensiva-extensiva) que ha sido impulsado por las autoridades centrales y varios grupos empresariales en la península de Yucatán, a pesar de ser un asunto no reconocido como tal por los poderes y las leyes de los estados de Quintana Roo, Yucatán y Campeche.

El Gobierno mexicano, desde la presidencia de Vicente Fox Quesada hasta la de Enrique Peña Nieto, ha ponderado en forma política el proceso de repaisajización radical de las industrias transnacionales, señalando que “México es un destino de clase mundial cada vez más competitivo y confiable, tanto para quienes nos visitan como para quienes invierten en esta importante industria”, ya que con una derrama de 17 mil 500 millones de dólares provenientes de visitantes del extranjero, la industria turística representa el 8.5 por ciento del PIB y genera más de nueve millones de empleos, según el ex coordinador general de Comunicación Social de la Presidencia, Eduardo Sánchez Hernández. Este vocero gubernamental informó el pasado sexenio que en 2015 se alcanzó una cifra récord en afluencia de turistas internacionales, superando los 32 millones de viajeros, por lo que el turismo se ha revitalizado como fuente de generación de empleos, de divisas, de infraestructura, y de proyección internacional de nuestro país.

En apego a la repaisajización radical, los asentamientos urbanos de uso público, así como los proyectos panorámicos y los servicios inmobiliarios de los capitales privados de la industria turística, significan colosales impactos espacio-territoriales en las zonas marinas y costeras donde operan, debido a la implacable desnaturalización medioambiental que ocasionan y la despiadada desintegración sociocultural que propician. Esto sucede en forma sistemática y recurrente por todo el shore y el hinterland de los estados de Quintana Roo, Yucatán y Campeche, debido a que las empresas transnacionales solo privilegian en sus decisiones mercantiles aspectos con valor operativo que consideran claves, como la infraestructura y servicios de clase mundial, la variedad y calidad de la oferta turística y, desde luego, algo que denominan la capacidad, el profesionalismo y el compromiso de quienes participan en la industria.

Ciertamente, ajenos a ponderar la planificación integral para el desarrollo sostenible desde el enfoque estratégico del paisaje cultural, no dejan de perseguir esquemas tecnocráticos que privilegian el turismo como herramienta generadora de inversión internacional, plataforma de la marca destinos, canal de una economía que se pretende colaborativa. Hablan muy ambiguamente de un “detonante” de mejoría de la calidad de vida de los habitantes y cadena de valor e, incluso, de un desarrollo sostenible y responsable del destino, sin especificar de qué se trata, además de desconocer el letal proceso de repaisajización radical.

En consecuencia, las facilidades estatales de repaisajización radical son aprovechadas por los capitales turísticos y los negocios de clase mundial, para establecerse en objetivos o destinos de la península de Yucatán, que disponen de recursos públicos para infraestructura y conectividad, dejando a los sistemas naturales al borde de la resiliencia ecológica, y a los órdenes sociales a punto del colapso comunitario. Se refiere el primer concepto a la pérdida de capacidad del sistema natural de las zonas marinas y costeras de soportar choques externos y reorganizarse mientras cambia, para poder retener esencialmente la misma función, estructura, identidad y mecanismos de retroalimentación; y el segundo se refiere a la ruptura de la convivencia tradicional en las comunidades mayas ante factores altamente desestabilizadores como la industria turística, el cambio climático o las consecuencias territoriales del despojo patrimonial y el saqueo mercantil, además de segregación espacial, deterioro de servicios públicos, exclusión social, cambios demográficos, etcétera.

Sobre las facilidades de repaisajización señaladas para las empresas transnacionales, conviene destacar que se trata de procedimientos técnicos y burocráticos que se permiten desde las leyes federales y los poderes locales, porque significan dar facilidades a los negocios extranjeros y alentar menores costos de inversión para que procedan los proyectos y los servicios del turismo premium ante condiciones socioculturales y medioambientales que son forzadas y exigidas al extremo. A decir verdad, no es nada radicalmente distinto a esto la recientemente premiada estrategia turística del gobierno yucateco.

Así las cosas, con la implacable desnaturalización y la despiadada desintegración en los paisajes culturales de las zonas marinas y costeras, los capitales transnacionales de los más poderosos mercados han convertido la repaisajización de las secciones estratégicas más vulnerables de los estados de Quintana Roo, Yucatán y Campeche, en el más rentable negocio regional de la industria global del turismo premium.

No existe en la península de Yucatán alguna situación idílica que indique que los proyectos del turismo de clase mundial o premium, son una opción confiable para miles de personas que se encuentran en un continuo proceso de buscar un trabajo e intentar una dignidad que dejaron atrás con la pérdida de sus espacios-territorios tradicionales. He aquí nuestra principal advertencia a los poderes central y legislativo federales bajo la Cuarta Transformación Republicana.

Conclusiones

Ante el avance de la despiadada desintegración comunitaria y la implacable desnaturalización ocasionada por la repaisajización radical de las empresas transnacionales del turismo de clase mundial en las zonas marinas y costeras de la península de Yucatán, proceden las estrategias científicas y sociales más avanzadas para preservarlas como áreas estratégicas de atractivo global y zonas vulnerables ante el cambio climático.

El concepto de repaisajización radical deja claro que las empresas transnacionales: hoteleras, inmobiliarias, escénicas, etc., obtienen las máximas ganancias a costa de la desnaturalización medioambiental y la desintegración sociocultural en los espacios-territorios donde intervienen. No operan en alguno de estos dos sentidos afirmativos del despojo patrimonial y el saqueo mercantil, los argumentos políticos y empresariales que hablan de desarrollo sostenible, argumentando que dan empleo a miles de personas migrantes y proporcionan bienestar y felicidad a los visitantes extranjeros y las poblaciones locales.

Así las cosas, el modelo económico peninsular bajo la Cuarta Transformación Republicana debe garantizar la sostenibilidad del desarrollo regional, a partir de la validación científica y social de los espacios-territorios sujetos a procesos de despojo patrimonial y saqueo mercantil. Asimismo, debe proceder a la certificación científica y social de las acciones industriales para que disminuyan los impactos negativos de los megaproyectos turísticos de las empresas transnacionales sobre la naturaleza y la población de las zonas marinas y costeras.

Lejos de esquemas tecnocráticos, como la “Estrategia Turística Yucatán Turístico 360”, que responden a sumatorias de afanes de crecimiento sectoriales que NO integran algún Plan Integral de Desarrollo Sostenible, no cabe duda de que el desarrollo regional depende en la actualidad de los programas científicos y sociales que reparen e impidan los impactos múltiples de las empresas transnacionales en Quintana Roo, Yucatán y Campeche. Se trata de impactos graves que se abonan al calentamiento global, que tienen también repercusiones en el cambio climático. Tiene que ser así para que los paisajes culturales peninsulares no continúen siendo despojados de sus usos ancestrales y significados inherentes por intereses mercantiles salvajes.

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