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La espiritualidad prohibida / De lo que he visto, de lo que he vivido, de lo que pienso y creo

DIX

Escribo con los sentimientos a flor de piel, no es para menos, en la situación de agresiones recrudecidas que estamos viviendo en Cuba hoy con la respuesta masiva que le está propinando nuestro pueblo. No puedo evitarlo, me sale de lo más profundo de mi ser interior. Quizá para algunos esta frase a flor de piel sea solo un giro poético, cuyo significado no les resulta bien comprendido en la realidad. Aunque pienso que algunos otros entienden el sentido etimológico de lo que pretendo expresar con esas palabras, usadas algunas veces con cierta frecuencia en la creación literaria. Mientras que hay quienes no entienden nada o bien no quieren entender nada. Para los que no quieren entender nada, no escribo, y, en última instancia, no me interesa que me comprendan con su manera de interpretar las cosas, porque tratar de hacerlos entender sería un esfuerzo inútil de mi parte.

Hay momentos, y este es uno de ellos, en que no vale la pena dirigirse hacia esas personas que no aman a la vida ni aman a su país, desamor que manifiestan con sus acciones, aunque digan lo contrario. Tampoco aman a la belleza que emana de la ética revolucionaria y socialista, ni a los demás seres humanos que son sus prójimos. Amor de Dios y amor del prójimo como a ti mismo, es el mandato que Jesús de Nazaret legó a los seres humanos sin distinción de que fueran creyentes o no.

En este sentido, quiero recordar que Che expresó en su artículo “El socialismo y el hombre en Cuba”, que personalmente considero su obra cumbre en lo referido a la teoría y la práctica revolucionaria, algo que considero esencial referido al amor que debe caracterizar a un revolucionario. Cito textual:

[…] Déjeme decirle a riesgo de parecer ridículo, que el revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor. Es imposible pensar en un revolucionario auténtico sin esta cualidad. Quizás sea uno de los grandes dramas del dirigente; éste debe unir a un espíritu apasionado una mente fría y tomar decisiones dolorosas sin que se contraiga un músculo. Nuestros revolucionarios de vanguardia tienen que idealizar ese amor a los pueblos, a las causas más sagradas y hacerlo único indivisible. No pueden descender con su pequeña dosis de cariño cotidiano hacia los lugares en donde el hombre común lo ejercita […].

Reitero que en estos instantes me embarga por completo una realización personal que desborda mis sentimientos, dada por ser cubano y, además, por la respuesta que está manifestando mayoritariamente nuestro pueblo en estos momentos cruciales de agresión máxima. Vibro también por defender a mi Cuba querida, enhiesta y heroica siempre.

Todo lo que siento se desborda sin límites algunos en estos instantes gloriosos de nuestra historia nacional. Experimento una satisfacción profunda por lo que la vida me ha deparado al encontrarme vivo en esta etapa en que las nuevas generaciones formadas por la Revolución han comenzado a ejercer los timones de mando de la sociedad de acuerdo con lo que el tiempo y la biología determinan. Lo hacen con una actitud manifiesta de continuidad y nunca de ruptura; pero una continuidad que implica el movimiento y el cambio de lo que deba ser cambiado. En esto no se deben tergiversar el sentido de los conceptos porque no es continuidad de lo obsoleto, de lo autoritario, de lo burocrático y de lo detenido en el tiempo.

Es mi criterio que nuestros enemigos, junto con los traidores que se dicen cubanos, pensaron que este era el momento adecuado para intensificar sus ataques y plantearnos un jaque mate. Una vez más se han equivocado, porque están chocando con un Gobierno activo producto de los que la Revolución ha formado en sus sesenta años de existencia, unido con lazos indisolubles con el pueblo, que les ha planteado a las agresiones del imperialismo una la respuesta inmediata con firmeza y unidad nacional indiscutible. Reacción que posiblemente nuestros enemigos pensaban que no iba a ser así tal y como está sucediendo. Estos cálculos errados son el resultado de que en ocasiones ellos mismos se creen las mentiras que van inventando.

Quizá si hubieran leído correctamente al Che no nos hubieran subestimado pensando que nos íbamos a rendir cuando Fidel ya no estaba con nosotros. Subestimaron a Raúl y a las nuevas generaciones que están relevando a la Generación Histórica con plena armonía y organización necesarias. Hay algo que el Che planteó en su artículo “El socialismo y el hombre en Cuba” que describe proféticamente nuestras circunstancias y avatares del momento. Cito textual:

[…] El camino es largo y lleno de dificultades. A veces, por extraviar la ruta, hay que retroceder; otras, por caminar demasiado aprisa, nos separamos de las masas; en ocasiones por hacerlo lentamente, sentimos el aliento cercano de los que nos pisan los talones. En nuestra ambición de revolucionarios, tratamos de caminar tan aprisa como sea posible, abriendo caminos, pero sabemos, que tenemos que nutrirnos de la masa y que ésta sólo podrá avanzar más rápido si la alentamos con nuestro ejemplo […].

En este sentido, al respecto de lo que pensaron nuestros enemigos, especialmente Mr. Trump y su acólitos, el presidente Miguel Díaz-Canel durante su visita de control de las medidas acordadas para enfrentar los actuales ataques del imperialismo, efectuada entre el 19 y el 20 de septiembre a la provincia de Camagüey, al explicar lo que ha sucedido en las últimas jornadas en el país, expresó textualmente que:

Una vez más se equivoca el Imperio, porque lo que ha hecho es unirnos más, fortalecernos más, y la mejor respuesta, en este caso, la ha dado el pueblo […].

[…] A partir de todas las medidas que se han organizado, de la manera tan coherente e integral en que han trabajado los territorios, en particular Camagüey, hemos tenido el mínimo de afectaciones en medio de esta situación y nos reafirma a todos en la convicción de que saldremos adelante con la vergüenza y la dignidad de la Patria.

En consecuencia, me refiero a mi presente, y lo hago a contrapelo de mi avanzada edad y de mis dolencias físicas, lo que para mi persona constituye un contraste permanente después de los muchos años de bregar revolucionario en los que siempre salí al frente en la medida de mis posibilidades. Hoy también puedo ver lo que sucede a mi alrededor. En estas circunstancias y coyunturas, continúo entregando por mi Cuba y por mi pueblo heroico desbordado de dignidad todo lo que tengo. Mi pluma de periodista de muchos años será para la Revolución mientras que me quede un resquicio de vida. Me propongo hacerlo hasta que me llegue mi momento final; sea cuando sea. Precisamente, mi pueblo, del que me siento muy orgulloso de formar parte del mismo, es el causante principal de mis emociones incontenibles que comunico en este capítulo en que expreso y testimonio de lo que he visto, de lo que he vivido, de lo que pienso y creo.

El pueblo cubano heroico, alegre, sabio y responsable entiende muy bien por dónde van las cosas y no se deja amilanar por los que nos pretenden recolonizarnos, ni tampoco por los burócratas y los oportunistas que forman parte de los elementos retardatarios que se mueven agazapados en las sombras del interior de nuestra sociedad socialista caribeña. En este orden de cosas, considero que estar al tanto de los reclamos y planteamientos del pueblo al respecto de los desmanes de los elementos retardatarios internos y externos, es estratégicamente esencial para el enfrentamiento en que estamos enfrascados con el imperialismo del “norte revuelto y brutal que nos desprecia”. Tolerancia cero para quienes no están a la altura de los momentos heroicos en que estamos enfrascados.

Apoyar a Mr. Trump en su agresividad contra nuestra pequeña Cuba será por siempre baldón y vergüenza máxima para quienes se alineen contra la Cuba heroica, que vibra y lucha en las calles de nuestras ciudades y pueblos, en los centros de trabajo y planteles escolares, así como a todo lo largo y lo ancho de nuestro archipiélago caribeño.

Quiero confesarles a quienes me lean en estas mis memorias existenciales que expreso en este capítulo, que como nunca antes siento profundamente a la Revolución encarnada en mi ser interior, así como lo que experimenta hoy el pueblo cubano y muy especialmente los jóvenes que no se amilanan ante el enemigo imperial que nos ataca. Incluso, vibro con intensidad por todo lo que estamos enfrentando y por lo que tenemos que enfrentar procedente de nuestros enemigos externos e internos, que plantean planes y accionan para destruirnos.

En la medida que más agreden a nuestra Revolución, de conjunto se va haciendo más grande y hermosa. Ya el presidente Miguel Díaz-Canel expresó algo al respecto al decirnos que “La belleza del peor momento está en el tamaño de los desafíos”.

En estas circunstancias, vuelvo a expresar que la emoción no me abandona y que los sentimientos humanos, cristianos y revolucionarios con que he vivido desde muy joven a la fecha me producen una gran satisfacción espiritual por ser cubano; y por vivir en La Habana Maravilla en su 500 aniversario, en donde nací en 1938. Mucho más me emociono cuando aprecio y vivo intensamente la clase de pueblo, que es el de la inmensa mayoría de los cubanos de pura cepa, que no nos rendimos y que nos crecemos mientras más difíciles sean las circunstancias que nos embargan.

La historia recurrentemente nos ha presentado múltiples momentos difíciles, algunos en que hemos estado al borde de los abismos, incluso de la guerra nuclear. Solo habría que leer un poco de la historia de Cuba, para encontrarnos con esos momentos. Pero considero que lo más importante para los que vivimos en la actualidad es el presente en que estamos enclavados y me disculpan la reiteración de los conceptos vida y emoción.

Filosóficamente, en otras ocasiones he expresado que vivimos en presente, que el pasado es un presente sido y que el futuro es un presente que será. Es un complejo concepto filosófico que a la vez resulta en lo personal muy fácil de darse cuenta. Aunque quizá más difícil de interpretar su intríngulis esencial, para comprobarlo bastaría con pensarlo más detenidamente y podríamos ver que siempre estamos insertados en un presente extendido que poco a poco se nos va acabando en la medida que el tiempo nos consume la vida que tenemos por delante, pero constantemente en presente hasta que nos llegue el final para todos previsto desde que nacemos, que será en definitiva el presente final de nuestra existencia individual. Solo si se nace es que se puede vislumbrar el fin que sin nacimiento no se conocerá ni se concretará.

En las actuales circunstancias de agresiones constantes y en crecimiento, es muy importante, diría yo que fundamental, analizar la interrelación de las ubicaciones en el tiempo referidas al presente que estamos viviendo, con el pasado que ya vivimos y que vivieron los que nos antecedieron en el tiempo. Además, en la definición del futuro que tenemos que construir para que el movimiento de la vida transite por un camino de desarrollo, paz y justicia social.

Lo que defendemos, sea lo que sea, en cualquier circunstancia siempre requiere de prioridades, ello constituye una premisa esencial para avanzar hacia el triunfo total. La estrategia y sus aspectos tácticos componentes es necesario moverlos de prioridades en prioridades. De aquí es que la lucha no se puede desenvolver ciegamente, mucho menos cuando se enfrentan la agresión del imperialismo más poderoso que ha existido hasta estos momentos en el mundo. No es un juego simple, es una acción de alta complejidad verdaderamente de vida o muerte, en que el análisis de su complejidad es crucial.

En estas definiciones imprescindibles para la lucha de enfrentamiento en que estamos enfrascados en contra de las agresiones que perpetra el imperialismo contra nuestro país, considero imprescindible, en primera instancia, tomar muy en consideración su verdadero significado en el momento en que vivimos, al respecto de la interrelación de los tiempos pasado, presente y futuro.

El presente es el tiempo decisivo y lo que no se resuelva en el presente será como una acción de hipotecar el futuro, lo que atrofiaría los ritmos del movimiento existencial.

Para enfrentar en consecuencia al presente que vivimos siempre es necesario plantearse una estrategia, y en esa estrategia hay un objetivo básico en última instancia que Fidel en 1998, cuando comenzaban en Cuba las consecuencias del derrumbe de la URSS y el Campo Socialista, planteó textualmente durante el VI Congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) que “Lo primero que hay que salvar es la cultura”.

En tanto que en la clausura del IX Congreso de la UNEAC, en el Palacio de Convenciones, el 30 de junio de 2019, Miguel Díaz-Canel volvió a referirse de manera priorizada a este tema cuando expresó que:

[…] Fidel, el indiscutible intelectual y guía de la generación histórica que, junto con la entrega de la tierra y las fábricas a los que la trabajaban, alfabetizó al pueblo, universalizó la enseñanza, creó poderosas instituciones culturales y en los momentos más difíciles nos enseñó que “la cultura es lo primero que hay que salvar”.

¿Por qué insistía Fidel en esa idea, que repitió tantas veces? Ustedes lo saben seguramente, pero no está de más recordarlo. Porque “no hay proa que taje una nube de ideas”, diría Martí.

Y Fidel supo advertir el riesgo de perder nuestra mayor fortaleza: la unidad, la identidad, la cultura, con la avalancha colonizadora que avanzaba en los tiempos de la globalización, con el acceso masivo a las nuevas tecnologías, promovido por los mercaderes modernos, no para enriquecer sino para empobrecer la capacidad crítica y el pensamiento liberador.

Consciente de que esas tecnologías de acelerado desarrollo serían una poderosa arma de educación y multiplicación del conocimiento a la que la Revolución no podía renunciar ni acceder tardíamente, Fidel creó la Universidad de Ciencias Informáticas (UCI) y paralelamente alertó a la sociedad cubana sobre la importancia de salvar la cultura.

Así como antes, en aquellas reuniones de la Biblioteca Nacional que dieron lugar a sus Palabras a los intelectuales y muy poco tiempo después a la creación de la UNEAC, Fidel acudía a la vanguardia intelectual y artística para enfrentar desafíos que solo podía advertir un iluminado, como Barnet lo definió alguna vez.

Si hace 60 años fue vencido el intento de fracturar la unión visceral entre aquella vanguardia y su Revolución, es decir, ella misma y su pueblo, más tarde y muchas veces a lo largo de los años el adversario se empeñaría inútilmente en ello. En el cruce de siglos, la batalla alcanzaría cotas mayores golpeando a las fuerzas progresistas en la región y en el mundo […].

[…] Los ingenuos hacen tanto daño como los perversos. No son tiempos de negar ideologías, ni de descontextualizar. Y nada de esto significa negar la libertad de creación ni hacer concesiones estéticas. Significa tener sentido del momento histórico, saber que más allá de Cuba el mundo vive horas de mucho riesgo e incertidumbre, donde los poderosos pasan por encima de las leyes internacionales, lanzan guerras al amparo de las llamadas fake news o falsas noticias y destruyen civilizaciones milenarias en nombre de la intervención humanitaria. Construir y defender un proyecto socialista significa defender el humanismo revolucionario […].

En este orden de cosas, considero que es imprescindible tener en cuenta que la espiritualidad es el don esencial de los seres humanos que nos diferencia de los animales, porque tenemos la capacidad del pensamiento abstracto y de la creatividad consciente y, por tanto, la espiritualidad que eso significa, es la base esencial de la cultura, porque sin espiritualidad nunca podría haber cultura.

Los dogmáticos del materialismo vergonzante y del ateísmo científico desfasado tienen una concepción muy limitada de lo que es la espiritualidad como reflejo de la materia que limita sensiblemente el pensamiento y la creatividad consciente.

En consecuencia, considero que si no se tiene una concepción acertada de lo que es y significa la espiritualidad como esencia básica de la humanidad, siempre será muy difícil salvar a la cultura. Porque no solo nos encontramos a merced del fuego generalizado de las amenazas de guerra caliente y de las agresiones económicas cada día más intensas y sofisticadas, nos encontramos en medio de una más sofisticada guerra de ideas y conceptos filosóficos que nos entra en nuestros ámbitos sociales y que la ingenuidad de algunos junto con los conceptos esquemáticos y dogmáticos que manifiestan quienes se encuentran detenidos en el tiempo desarrollan un manto idóneo y muchas veces imperceptible que les permite presentar a la cultura light consumista del Occidente como la cultura panacea en la que todos caben.

La preservación de la cultura necesariamente implica a la preservación de la espiritualidad que le da base a la cultura, lo que se adentra en una complejidad esencial que nunca puede ser analizada simplistamente y mucho menos permitirá posibilidades efectivas de intervenir y accionar efectivamente en su perfeccionamiento, así como su defensa conceptual y práctica ante una ideología y una cultura light consumista de luces y oropeles que intenta penetrarnos por todas las vías que les es posible y que se les facilitan muchas veces por nuestras insuficiencias, errores y por los dogmatismos esquemáticos conservadores en alto grado que algunos preconizan con sus consignas esquemáticas y dogmáticas repetidas hasta el cansancio, así como con su accionar rutinario cotidiano.

Este es un problema realmente muy complejo que requiere de un análisis complejo conceptualmente profundo para actuar en consecuencia en el plano de las ideas y del libre albedrío de las personas, fundamentalmente de los jóvenes proclives a la ensoñación de las luces y oropeles que son los afeites y los adornos externos con que esa cultura se nos presenta.

En este sentido, nuestros propios errores, la incomunicación interpersonal, los reclamos no atendidos y los planteamientos autoritarios y dogmáticos son factores esenciales que el enemigo usa cotidianamente como vías expeditas para su labor de penetración cultural e ideológica.

Al respecto de los factores esenciales para lograr una defensa efectiva de la espiritualidad y la cultura que nos es inherente, considero que un primer paso esencial es un cambio efectivo de mentalidad que nos permita cambiar todo lo que deba ser cambiado, comenzando por el más efectivo perfeccionamiento del trabajo político e ideológico preservándolo de lo rutinario, así como de los dogmas, los esquemas y los burocratismos que lo pueden afectar, actualizándolo conforme al momento histórico que estamos viviendo, así como las nuevas circunstancias, coyunturas y especialmente los nuevos métodos que los enemigos están utilizando en sus acciones de penetración cultural e ideológica.

Así lo pienso y así lo expreso, en mi derecho a opinar con mis respetos para el pensamiento diferente y sin querer ofender a nadie en particular.

Continuará.

Finalmente, les reitero mi correo electrónico con el propósito de que puedan trasmitirme dudas, criterios, opiniones y preguntas: fsmederos@gmail.com

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