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Entretenimiento / Virales

Estudios sobre la violencia de género en Cuba (III)

Marta Núñez Sarmiento*

XXIII

La sabiduría popular es una fuente inmensa de conocimientos para quienes deseamos explicar sus actitudes en cada país. La “metodología de los por qué” nunca la ha ignorado y hoy pondré en práctica este principio analizando los mensajes sobre la violencia de género que se ocultan en algunos de los refranes cubanos más populares. Develaré las falsas creencias que se esconden en ellos y el escaso conocimiento que poseen las personas que los usan sobre el dolor que pueden causarles a quienes van dirigidos.

Yo siempre que puedo inserto en mis entrevistas algunos proverbios o, usando un lenguaje popular, “dichos” que contienen juicios que reflejan el tema en estudio. Los incluyo al final de ellas para aliviar las tensiones que les creo a mis entrevistados después de estarles disparando preguntas durante casi 45 minutos. Por supuesto, en ocasiones las personas “sueltan” más sus opiniones verdaderas sobre estos temas porque usualmente las han usado, estiman que no son ofensivas, porque todos las profieren y saben que estoy a punto de dejarles en paz. Las personas suelen percibirlas como “algo natural” propio de la vida cotidiana. En el caso de los refranes machistas sobre la violencia de género, su amplio uso impide que la mayoría de las personas reconozca conscientemente que hieren y que es un imperativo enfrentarlos.

Comienzo.

“Los hombres se ponen violentos cuando beben”. Culpar al alcohol oculta la causa intrínseca del maltrato, que reside en el desequilibrio de poder que prevalece en determinadas relaciones de pareja. Es cierto que el exceso de bebidas alcohólicas acelera las conductas violentas, pero ellas están desde hace tiempo dentro de los seres humanos que practican el hábito de beber en exceso. Estos individuos no recapacitarán en sus prácticas violentas y alcohólicas hasta que no reconozcan las causas que las provocan. Prácticamente todos ellos necesitan acudir a los especialistas de los servicios médicos cubanos que gratuitamente los atenderán. Sin embargo, estas personas (entre ellas hay mujeres) no reconocen que requieren de ayuda profesional, bien porque les lesiona su autoestima –ya convertida en añicos– o porque desconfían de esos expertos. Como la mayoría de estas especialistas son mujeres, los hombres refuerzan sus repulsas hacia ellas.

Un segundo refrán popular dice: “El maltrato psicológico no es tan grave como el físico”. Se basan en la creencia que las golpizas dejan lesiones visibles, mientras suponen que las ofensas psicológicas no atentan contra la integridad física de sus víctimas. No reconocen que el maltrato psicológico y emocional puede ser más dañino que el físico, porque provoca desequilibrios psicológicos enormes que perduran por largo tiempo.

Las personas que abusan psicológicamente de “los otros”, sean los victimarios hombres o mujeres, suelen proferir ofensas como: “eres fría(o) y pésima(a) en la cama”; “estás vieja(o) y fea(o)”; “no sabes cocinar” (generalmente dirigida a las féminas); “no eres suficiente hombre para traer dinero a la casa”; “tú (la mujer) estás conmigo porque sólo quieres mi dinero” y así hasta el infinito. Sucede que los seres humanos a quienes dirigen estas ofensas creen que son ciertas y se hunden más y más en su lodazal de una autoestima baja.

Un tercer proverbio increíble manifiesta: “Las mujeres callan y no denuncian a quienes les pegan porque a ellas les gusta que las maltraten”. Las mujeres no pueden, en ninguna circunstancia, disfrutar de las golpizas. De lo que se trata es entender que existen motivos en la sociedad que promueven esta idea malsana. Pueden esconderse en las religiones que declaran abiertamente la discriminación de “esos seres inferiores que son las mujeres” –precepto que no es común en Cuba–; en prácticas culturales machistas que discriminan a las mujeres, que desgraciadamente están bastante extendidas en mi país; o aparecen en las parejas donde las mujeres no están empleadas, no reciben sus salarios y, por tanto, dependen de los hombres que las mantienen económicamente a ellas y a sus familias. Estas condiciones obligan a las mujeres a mantenerse en los ambientes violentos pero, de ninguna manera, pueden disfrutar de ellos.

Existe un dicho prácticamente universal que proclama “entre marido y mujer nadie se debe meter”. Aunque la violencia de género ocurra dentro de la pareja, éste no es un asunto privado. Es un delito contra la vida, la libertad, la seguridad y la integridad de las mujeres. Por lo tanto, y ahora gracias a la nueva Constitución de Cuba, la violencia de género y, específicamente contra la mujer, es un delito que está perfectamente definido en la Ley fundamental y que estará con todas sus precisiones en el nuevo Código Penal y en el Código de la Familia. Desgraciadamente, a pesar de las posibilidades de denunciar estas formas de violencia, persiste en el imaginario social cubano eso de creer que los maltratos dentro de la familia son cuestiones sumamente personales que no deben dirimirse públicamente.

El refrán “me cela porque me quiere” también abunda en Cuba. Incluso quienes lo dicen, ya sean mujeres u hombres, están convencidos que es un honor que su pareja les manifieste estos supuestos ardores en público, porque piensan erróneamente que aumentan su valor en las lides amorosas. No aceptan que los celos son síntomas de ambiciones de control hacia el otro y que nunca representan amor. Si lo sienten así, son seres humanos enfermos. Los celos convierten las relaciones amorosas en conductas destructivas y violentas que pueden generar actos homicidas. Las personas que son capaces de practicar el amor, cualesquiera que sea su género, se crecen en ello como seres humanos porque lo ejercen con respeto.

“Hay que aguantar los golpes por el bien de los hijos” constituye otro proverbio incluido en la categoría de la violencia de género. Detrás de él se oculta la creencia falsa de que el éxito del matrimonio le corresponde únicamente a la mujer, ya que supone que si las mujeres son capaces de “cortar por lo sano”, como decimos comúnmente, una situación de maltrato físico o psicológico, privarán a sus hijos de la presencia de los padres que se marcharán del hogar. Contrariamente a esta suposición, la existencia de violencia en las uniones maritales expone a los hijos –cualquiera que sean sus edades– a recibir daños psicológicos y hasta físicos. Se ha comprobado que estos infantes reproducirán con sus propias familias las conductas violentas que vivieron en sus hogares cuando se conviertan en adultos.

Les quiero presentar un último refrán que destila violencia e ignorancia: “Ningún hombre maltrata a la mujer por puro gusto, algo habrá hecho ella”. Esto es simplemente una justificación que emplea el maltratador para salvar sus responsabilidades en los hechos violentos contra su mujer. Lo que hace es transferir a la mujer la responsabilidad plena por cualquiera que sea la violencia que cometió contra ella. Los hombres que acuden a estos actos los llevan a cabo porque así lo prefirieron, aduciendo que las causas sucedieron dentro de sus hogares o fuera de ellos.

Nuevamente las culpas recaen sobre las mujeres.

Concluyo este trabajo con una canción contra el feminicidio, una de las expresiones extremas de la violencia contra la mujer. Sus creadores son los argentinos Guillermo Beresñak y María Paz Ferreyra, quien la interpreta bajo su nombre artístico de Miss Bolivia. Se titula “Paren de matarnos”.

Paren / paren de matar / Salí para el trabajo y no fui / Salí para la escuela y no llegué / Salí para el baile y me perdí / De pronto me desdibujé / Mis amigos me buscan por ahí / Los vecinos pegaron un cartel en los postes de luz del barrio / en la calle, en el subte, en el tren / Me busca mi hermano, me busca mi madre / Perdí contacto ayer a la tarde / Vino la tele, habló con mi padre / La red explota, el twitter arde / Si tocan a una , nos tocan a todas / El femicidio se puso de moda / El juez de turno se fue a una boda, la policía participa en la joda / Y así va la historia de la humanidad / Que es la historia de la enfermedad / ¡Ay, carajo, qué mal que estamos los humanos, loco! / Paren de matarnos / Paren de matar / Dicen que desaparecí porque andaba sola por ahí / Porque usaba la falda muy corta, se la pasaban culpándome a mí / Me dijeron que diga que sí, me mataron desde que nací / Me obligaron a ser una esclava: lava y lava y a parir / De sol a sol, de noche a noche y de mañana / Me matan y mueren todas mis hermanas / Me duele el cuerpo y las entrañas / No quiero que me toques, chabón, no tengo ganas / Me matan y se infecta la raza humana / Le temen al poder que de mi boca emana / Soy esta herida que pudre y no sana / Me matan y conmigo se muere mi mamá / Y es la historia de la humanidad / Que es la historia de la enfermedad / ¡Ay, carajo, qué mal estamos los humanos, loco! / Paren de matarnos / Paren de matar / Ovarios, garra, corazón / Mujer alerta, luchadora, organizada / Puño en alto y ni una menos / Vivas nos queremos / Paren, paren de matar.

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