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Internacional

Un enemigo de la ONU en el Consejo de Seguridad

Pedro Díaz Arcia

Este miércoles, con fundada preocupación, buena parte del planeta espera la amenazante presencia del presidente Donald Trump en el Consejo de Seguridad; sin dudas, el principal enemigo de la ONU. Si pudiera la haría desaparecer.

Los tiempos parecieran cíclicos. La década del ochenta debutó con el espíritu renovado de la época de las cañoneras. Los procesos negociadores en curso fueron clausurados y se impuso en la Casa Blanca un discurso prepotente propio de la Guerra Fría, inspirado en el programa de Santa Fe que no era más que un corolario de la Doctrina Monroe. Los tanques pensantes del gobierno de Ronald Reagan, figura icónica para la derecha republicana, se guiaban por la filosofía de que “en la guerra no hay sustituto para la victoria”. Por tanto, la paz debía ceder el paso al chantaje invasor para garantizar el imperio de la Gran América: una muestra fue la infame ocupación militar de la pequeña Granada, con la participación de la 82 División Aerotransportada del ejército estadounidense.

Sin embargo, en la cresta de la ola, la Cámara de Representantes y el Senado, este último con mayoría republicana, invalidaron en sendas resoluciones el veto presidencial que pretendía imponer sanciones a Sudáfrica. Más tarde, los demócratas recuperaron la llamada Cámara Baja, lo que coincidió con los mayores déficits federales de la historia de la nación hasta ese momento, y con un gigantesco endeudamiento. ¿Se repetirá el ciclo?

El contexto en América Latina no podía ser más complejo, mientras se abría el juego a múltiples negociaciones en busca de soluciones políticas a cruentos conflictos en la región; el panorama general sufría un brusco giro con el ascenso al poder de Mijail Gorbachov como Secretario General del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) en marzo de 1985, luego de dos breves mandatos después de la muerte de Leonid Brezhnev; y que, de conjunto, llevaron a un progresivo estancamiento del papel de la URSS en el mundo y, más tarde, a su disolución.

La coyuntura sería aprovechada por Reagan para llevar a cabo la Iniciativa de Defensa Estratégica (IDE), conocida como “Guerra de las Galaxias”, en respuesta a las propuestas de Gorbachov, antes del descalabro soviético, para reducir en un 50% las armas nucleares y avanzar hacia su total eliminación.

¿Cuáles son los cambios sustantivos desde entonces?

La carrera armamentista continúa inalterable su rumbo, en medio de crecientes tensiones; mientras la Asamblea General de las Naciones Unidas (AGNU), que corrió el telón para dar inicio a un nuevo Período de Sesiones, sigue siendo la misma. No obstante su enorme crecimiento cuantitativo, sus resoluciones no tienen un carácter vinculante; a diferencia de los acuerdos del Consejo de Seguridad cuyos miembros, con derecho al veto, determinan los inseguros derroteros de la humanidad.

Sólo un voto en contra de uno de sus integrantes, casi siempre el de Washington, puede impedir que se cumpla la decisión de 190 países. Las aplastantes votaciones para levantar el bloqueo estadounidense contra Cuba, sin efecto, es el mejor ejemplo.

Pero aun así, la Asamblea General es un podio al que nuestros países no pueden renunciar y en el que se levantan, con fuerza inusitada, sus exigencias por un mundo mejor que sí es posible.

Ahora, para nuestro espanto y complacencia de los trompeteros del proteccionismo, la ultraderecha y sus sicarios, Estados Unidos presidirá este mes el Consejo de Seguridad: la renovada Santa Inquisición al frente de la misa. Dios nos guarde.

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