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Internacional

Rehenes del 11 de Septiembre

Manuel E. Yepe

Tras muchos años de informar sobre la “Gran Guerra contra el Terrorismo”, muchas cuestiones siguen sin resolverse o han sido evidentemente distorsionadas, dice el periodista brasileño Pepe Escobar quien declara haber estado allí desde el principio, incluso antes del 11 de septiembre.

Los neoconservadores estadounidenses, reunidos en el Proyecto para el Nuevo Siglo Americano, habían estado rezando por un “Pearl Harbor” para reorientar la política exterior desde 1997. Sus oraciones fueron respondidas más allá de sus sueños.

Al paso de los años, el 11 de septiembre se convirtió en ritual en el que “tienes derecho a aceptar sólo la versión oficial”, incluso cuando la evidencia demuestra que el gobierno de EEUU sabía que el 11 de septiembre ocurriría y no lo detuvo.

Ninguna agencia del gobierno estadounidense ha divulgado información sobre quiénes utilizaron el conocimiento previo del 11 de septiembre en los mercados financieros. El Congreso mismo ni siquiera se planteó la cuestión. En Alemania, el periodista financiero de investigación Lars Schall ha estado trabajando durante años en un intenso estudio que detalla en gran medida el uso de información privilegiada antes del 11 de septiembre.

Desacreditar la versión oficial e inmutable del 11 de septiembre sigue siendo tabú. Cientos de arquitectos e ingenieros que se dedican a un meticuloso desprestigio técnico de todos los aspectos de la historia oficial del 11-S son descartados sumariamente como “teóricos de la conspiración”.

La opinión pública mundial también está dirigida a creer que un Boeing 757 -con una envergadura de 38 metros- logró penetrar en el Pentágono a través de un agujero de seis metros de ancho y a la altura del primer piso. Un Boeing 757 con tren de aterrizaje tiene 13 metros de altura. Los aviones de pasajeros se niegan a estrellarse electrónicamente, por lo que es una gran hazaña convencer a uno de que vuele a una altura de entre cinco y diez metros sobre el nivel del suelo con el tren de aterrizaje encendido, a una velocidad de 800 kilómetros por hora.

Todo esto ocurrió bajo el comando de un tal Hani Hanjour, que tres semanas antes había sido juzgado por sus instructores de vuelo como incapaz de pilotar un Cessna. Hanjour, sin embargo, logró realizar un descenso en espiral ultrarrápido a 270 grados, alineándose a un máximo de 10 metros sobre el nivel del suelo, calibrando minuciosamente la trayectoria y manteniendo una velocidad de crucero de aproximadamente 800 kilómetros por hora.

A las 9:37 de la mañana, Hanjour golpeó precisamente la oficina de analistas presupuestarios del Pentágono, donde todos estaban ocupados trabajando en la misteriosa desaparición de no menos de 2,3 billones de dólares que el Secretario de Defensa Donald Rumsfeld, en una conferencia de prensa el día anterior, dijo que no se podían rastrear. Así que no fueron sólo los Boeing los pulverizados dentro del Pentágono.

La opinión pública mundial también está llamada a creer que la física newtoniana fue suspendida como un bono especial para el WTC 1 y 2 el 11 de septiembre (sin mencionar el WTC 7, que ni siquiera fue golpeado por ningún avión). La torre más lenta del WTC tardó 10 segundos en caer 411 metros, comenzando desde la inmovilidad. Así que cayó a 148 kilómetros por hora. Considerando el tiempo de aceleración inicial, fue una caída libre, no menos impedida por 47 macizas vigas verticales de acero que componían el corazón estructural de la torre.

La opinión pública mundial también está convocada a creer que el vuelo 93 de United Airlines -150 toneladas del avión, con 45 personas, 200 asientos, equipaje, una envergadura de 38 metros- se estrelló en un campo en Pensilvania y también literalmente se pulverizó, desapareciendo totalmente dentro de un agujero de seis metros por tres metros de ancho y sólo dos metros de profundidad.

Como un ataque a la patria, el 11 de septiembre generó la Guerra Global contra el Terror, lanzada a las 11 de la noche del mismo día, bautizada inicialmente como “La Larga Guerra” por el Pentágono, y posteriormente denominada “Operaciones de Contingencia en el Extranjero por la administración Obama. Esto costó billones de dólares, mató a más de medio millón de personas y se ramificó en guerras ilegales contra siete naciones musulmanas, todas ellas justificadas por “razones humanitarias” y supuestamente apoyadas por la “comunidad internacional”.

El Coronel Mark Tillman, quien estaba a bordo del Air Force One, que era el único avión en el cielo, recordó que “Recibimos un informe acerca de una llamada diciendo que Angel estaba en el cielo. Ahora nadie sabe realmente de dónde vino la información, si se tradujo mal o se confundió en medio por los operadores de radio en la Sala de Situación de la Casa Blanca. “Angel era nuestro nombre en clave. El hecho de que conocieran lo de Angel, indica que debía de provenir de alguien del círculo íntimo”.

(http://manuelyepe.wordpress.com)

Este artículo se puede reproducir citando al periódico POR ESTO! como fuente.

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