Pedro Díaz Arcia
En la contienda del pasado año para decidir la presidencia durante el período 2019-2025, en medio de una profunda crisis económica, Nicolás Maduro ganó la pugna electoral, seguido por el opositor Henry Falcón y en tercer lugar Javier Bertucci. El ex gobernador del estado de Lara declaró, antes de conocer los resultados, que no reconocía el proceso y que había que hacer “nuevas elecciones en Venezuela”. La Casa Blanca hizo otro tanto.
Aunque los observadores internacionales avalaron el proceso y pidieron el reconocimiento a la reelección de Maduro; y el Consejo de Expertos Electorales de Latinoamérica dijo que las elecciones debían “ser reconocidas por todos”; pero también varios países de la región rechazaron su legitimidad; entretanto, se sumaron a uno u otro lado gobiernos de distintas latitudes. Tan pronto Maduro conoció su reelección, llamó a sus opositores a instalar el diálogo para buscar una salida a la crisis que sufre el país. Pero no es la solución que buscan ni la que quieren.
Un elemento que llamó la atención fue el alto índice de abstención que ascendió al 46.02%. Mientras el oficialismo convocaba a las urnas, los partidos opositores integrantes de Mesa de la Unidad Democrática (MUD) promovía la abstención, que dicen afectó principalmente a los candidatos que enfrentaron a Maduro.
¿Por qué la oposición convocó a los votantes a abstenerse si sabía que “podía ganar la contienda”? Resultaría absurdo políticamente.
En su análisis, el corresponsal de BBC Mundo dijo en aquel momento que había ganado la abstención en Venezuela; sin embargo, concluyó que el rango de abstención haría que Estados Unidos, Canadá, la Unión Europea, entre otros, lo reconocieran.
Es preciso recordar que la participación en las elecciones presidenciales de Estados Unidos es una de las más bajas del mundo desarrollado; pese a los enormes gastos de campaña y recursos destinados por los candidatos: la abstención se ha mantenido alrededor de un 50% en las últimas tres décadas, según cifras del Centro de Estudios Pew.
Incluso, horas antes de que el Consejo Nacional Electoral de la nación sudamericana diera su dictamen Mike Pompeo, secretario de Estado estadounidense, advirtió que no admitiría el resultado y calificó la elección como “fraudulenta”.
Acaso, ¿Washington ha vetado a un mandatario por cometer fraude electoral? En el año 2000, se dio un escandaloso fraude en Estados Unidos cuando la dinastía Bush le arrebató la presidencia al demócrata Al Gore. ¿No reconocieron a los gobernantes vecinos que llegaron otrora mediante vergonzosos fraudes? ¿Han negado el reconocimiento a algún dictadorzuelo que le rinde tributos?
Por otra parte, ¿puede un gobierno imponer a otro un apoyo que no ha solicitado? ¿Por qué no levantan el bloqueo, descongelan las cuentas intervenidas y le permiten el acceso a los mercados?
Juan Guaidó, autodenominado “presidente encargado”, dijo: “Lo hemos demostrado una y otra vez, la presión funciona, este es un régimen sujeto a presión”; lo que fue respaldado por el Frente Amplio Venezuela Libre, precisamente la agrupación de partidos y organizaciones civiles promotoras de la abstención.
El arribo de aviones de guerra y tropas estadounidenses a la frontera colombo-venezolana; junto a otras movilizaciones bélicas en el área, so pretexto de resolver la “crisis humanitaria” en el país, pueden ser el soporte para una intervención militar.