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Internacional

¡Allá quien no los conozca!

Pedro Díaz Arcia

Quien conoce bien al enemigo, conoce también sus mañas. A mediados de 1961, apenas dos meses después de la estrepitosa derrota de la Brigada mercenaria 2506, en Bahía de Cochinos, en la provincia de Matanzas, entrenada, organizada y dirigida por la CIA; agentes de la contrainteligencia cubana evitaron que se llevara a cabo la denominada operación “Patty” cuyo objetivo era asesinar simultáneamente al entonces Primer Ministro Fidel Castro y a su hermano Raúl Castro, ministro de las Fuerzas Armadas (FAR), en los actos conmemorativos por el nuevo aniversario del ataque al cuartel Moncada el 26 de julio de 1953, a realizarse en La Habana y Santiago de Cuba respectivamente.

Entre otros actos terroristas previstos para ese día, se incluía una autoagresión contra la base militar de Guantánamo, que justificaría la intervención militar de Estados Unidos para apoyar la farsa de un “alzamiento general” contra la Revolución.

El 22 de julio de 1961, antes de la efeméride, fueron detenidos los implicados; aunque los principales responsables quedaron a recaudo en sus instalaciones “diplomáticas” en Cuba; y Langley, en el estado de Virginia, cuartel general de la CIA. Más tarde, el Gobierno cubano denunció, con pruebas, los planes agresivos.

La idea de una presunta agresión contra la instalación militar en territorio cubano era acariciada desde tiempo atrás; el 9 de marzo de 1960, según una acuciosa labor del Centro de Investigaciones Históricas de la Seguridad del Estado, el coronel J.C. King, jefe de la División para el Hemisferio Occidental de la CIA, concibió un proyecto que “probara” que Cuba había estado promoviendo un ataque a esa instalación de la Marina de Guerra estadounidense.

Los morteros y otras armas provenían de la Base Naval de Guantánamo, territorio usurpado a la soberanía del país en contra de la voluntad de nuestro pueblo y de su gobierno. La infiltración de agentes cubanos en los grupos contrarrevolucionarios impidió el magnicidio y la posibilidad de otra intentona de intervención militar de Estados Unidos en el país. ¡Nada fácil ni antes ni ahora!

¿Qué habría pasado si la base militar de Guantánamo hubiera sido autoagredida? ¿La OEA habría sido objetiva ante el hecho; al menos imparcial ante el conflicto? Por supuesto que no.

La Casa Blanca considera que nada ha cambiado en esta parte del mundo, donde, estiman, tienen su señorío. Para el imperialismo, con todas sus letras, todo vale cuando se trata de sus intereses.

¿Es creíble, por ejemplo, la versión de que Washington no tiene nada que ver con los apagones en Venezuela? Claro que no.

El senador estadounidense por Florida, Marco Rubio, adjudicó otro apagón masivo en Venezuela a la explosión de un “dique alemán” en el estado Bolívar. Fue un desliz del “gobernador encargado” por Donald Trump para dirigir la política hacia América Latina y el Caribe. Pronto recibió un tuit del periodista Germán Dam quien reportó la noticia, para aclararle que la explosión “no sucedió en un dique ni mucho menos en uno alemán”.

Pero, ¿qué le importa dónde explotó, si alguien murió, o qué daños causó? El problema es que estalló y el gobierno de Nicolás Maduro es el culpable. Lo importante es crear matrices de opinión para que echen a rodar y se reproduzcan en los caminos.

Recordemos que la estafa, como la medusa, tiene cien cabezas y otras tantas bocas.

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