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Internacional

La OTAN en suramérica

La alianza anti-rusa denominada Organización del Tratado del Atlántico (OTAN), podría moverse hacia el Sur, hasta Brasil.

El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, quien para demostrar su independencia en el mundo decidió visitar la sede de la CIA en Washington D.C. antes de reunirse con su mentor, el presidente Trump.

Dado que la CIA es, en muchos sentidos, el mentor de muchos líderes de naciones de América Latina, esto parecería una elección imprudente desde el punto de vista de las relaciones públicas, a menos que haya estado él muy seguro de que el apoyo extranjero le es mucho más importante que parecer la figura nacionalista brasileña independiente que dice ser, según opina el comentarista independiente de televisión y radio Tim Kirby.

Respecto a la independencia de Brasil, para sorpresa de casi todos los expertos y analistas de los medios masivos de comunicación, Donald Trump dijo con bastante claridad que “está considerando seriamente la posibilidad de ingresar a Brasil en la OTAN o entrar en alguna otra forma de alianza formal con Brasil”.

Aunque esto podría ser obviamente un exabrupto más de Trump con el propósito de halagar a la persona sentada a su lado, la última de las dos opciones podría significar casi cualquier cosa, ya que, en el mejor de los casos, una “alianza formal” es un término vago. La primera de las dos opciones, la de la adhesión de Brasil a la OTAN, es mucho más tangible y, como tal, una empresa muy importante si se diera el caso.

Y, ¿qué pasaría si Brasil se uniera a la OTAN?

Desde un punto de vista ideológico o filosófico, la incorporación de Brasil a esa organización alteraría fundamentalmente su propósito y significado. La OTAN se formó en el esplendor de la victoria de los Aliados en la Segunda Guerra Mundial y comenzó a desvanecerse como forma de enfrentarse a una nación soviética destruida por la guerra que seguía luchando por conseguir que su gente se alimentara y entrara en el espacio vital después de que la mayor parte de la Rusia europea fuera arrasada por los nazis.

Durante algunas décadas posteriores, no se permitió la entrada de una Rusia no comunista en la OTAN porque la OTAN siempre fue básicamente una alianza anti-rusa, dado que nació para este propósito y continúa existiendo principalmente para este fin. Los ejercicios militares más grandes de la OTAN desde el final de la Guerra Fría tuvieron siempre a Rusia como los chicos malos a derrotar en el mundo árabe y nunca como los caballeros buenos.

La OTAN es también la fuerza armada aliada de lo que los rusos llaman “los mil millones de oro”, considerando que unos mil millones de personas viven en el conjunto de los EEUU y Canadá más la Unión Europea, formando, en conjunto, el rico Occidente. Si se observa un mapa de Europa, además de los útiles turcos de la guerra fría que técnicamente tienen territorio en Europa, esto se vuelve muy claro. La OTAN es el ejército de “Occidente”.

“Entonces, ¿cuánto cambiaría a la OTAN la membresía en ella de Brasil con estas dinámicas?”, se pregunta Kirby y se contesta:

“Brasil y América Latina no pueden obtener nada de la OTAN en términos de unirse para luchar contra los rusos, porque los rusos en la actualidad y en un futuro previsible no pueden recuperar ni siquiera un porcentaje marginal del territorio masivo que perdieron cuando se ahogaron en la Guerra Fría. Rusia también está tan lejos que prepararse para algún tipo de invasión tradicional de los rusos en Brasil sería una locura. Además, ¿qué puede hacer Brasil para ayudar a detener la invasión rusa de sus antiguos territorios desde el otro lado del mundo, sin bases en Europa y sin medios para luchar contra un conflicto intercontinental? ¿Puede Brasil contribuir a la lucha contra Rusia? No.

Si Brasil y América Latina comenzaran a dar pasos para unirse a la OTAN, esto significaría que su enfoque ya no podría ser el de una organización anti-rusa, sino como algo mucho más amplio. Irónicamente, si la OTAN hubiera hecho tan gran cambio de enfoque en los años 90, Rusia se habría unido voluntariamente a ella hace mucho tiempo, durante ese ingenuo y sumiso período de su historia.

Hay que decir que esto también podría ser un elemento de un supuesto plan de Trump para “Fortalecer a América” mediante el incremento de la influencia de Estados Unidos en América Latina desde el punto de vista empresarial. Desplazar hacia el Sur a la OTAN sólo tendría sentido si se complementa con una obligación impuesta a los países miembros de la OTAN de mantener en funciones a más del 50% de las bases de EEUU en su territorio, ello significaría que todo se reduciría a “la expansión de los negocios de Trump a nuevos mercados”.

http://manuelyepe.wordpress.com/

* Este artículo se puede reproducir citando al periódico POR ESTO! como fuente.

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