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Internacional

Una nueva provocación contra Venezuela

El autodenominado “presidente encargado” de Venezuela, Juan Guaidó, arribó el lunes al Aeropuerto Internacional de Maiquetía, en el estado Vargas, en medio de una gran expectativa de cómo reaccionaría el Gobierno de Nicolás Maduro ante su llegada. Se sabe que Guaidó está sujeto a una causa penal pendiente al abandonar el país cuando existe una orden del Tribunal Supremo de Justicia, que se lo prohíbe.

Violó la restricción al viajar a Colombia en trajines conspirativos preparatorios de un golpe de Estado contra Maduro que se iniciaría con el ingreso forzado de la “ayuda humanitaria”, un presunto as de bastos en la baza que provocaría una masiva deserción de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana; pero todo se hizo sal y agua.

Luego de su presencia en Cúcuta, el presunto mandatario sin territorio que gobernar, ni ejército que dirigir, decidió hacer una gira por Paraguay, Brasil, Argentina y Ecuador donde sostuvo reiterados apoyos, pero ahora más limitados por el rechazo, cada vez mayor, al uso de la fuerza para derrocar al gobernante legítimo; pero desafía al Gobierno en espera de confrontaciones.

Por su parte, el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence (“El Padrino”), dijo que cualquier amenaza, violencia o intimidación contra Guaidó “no será tolerada y habrá una respuesta rápida”.

A su llegada, el ahijado de Washington llamó a una manifestación el sábado y dijo que haría un importante anuncio este martes. El objetivo es violentar las calles para explotar imágenes que recorran las redes sociales sobre la “barbarie dictatorial”.

En un momento de euforia expresó: “Aquí está el mundo reunido respaldando esta lucha libertaria”. Totalmente falso. El reconocimiento “diplomático” a Guaidó, sin base en el derecho internacional, ha sido sólo de 50 países de un total de 194 que integran la ONU, tampoco su Secretaría General le concede legitimidad; y el Comité Internacional de la Cruz Roja se rehúsa a trasladar una “ayuda” que sabe responde a intereses políticos.

Elliot Abrams, nombrado por Donald Trump para enfrentar la crisis venezolana, expresó que su país respondería en términos políticos y diplomáticos a una eventual detención de Guaidó.

Pero, en aparente contradicción John Bolton, asesor de Seguridad Nacional estadounidense, en una entrevista con CNN abogó por aplicar la “Doctrina Monroe” contra Venezuela para mantener un hemisferio “completamente democrático”. Washington, dijo, busca crear una amplia coalición para derrocar a Maduro; también informó que siguen con atención a Cuba y Nicaragua. El neofascista se alimenta ahora en el serpentario de Donald Trump.

El diseño de “coaliciones” es conocido, falsas alianzas donde el mando central está en el Pentágono y los peones de ocasión hacen filas, así ha sido históricamente. Construyen el pretexto para que las tropas vayan delante y detrás los capitales.

En la riesgosa panorámica, Rusia, entre otros muchos países, ha reaccionado con fortaleza ante las amenazas de la Casa Blanca por injerir en los asuntos internos de la nación sudamericana. Su canciller Serguéi Lavrov, declaró que Bolton “insultó a toda América Latina” al mencionar el recurso a una doctrina que palidece ante la actual posición estadounidense de atribuirse el uso de la fuerza para derrocar regímenes que no les convienen.

La crisis en Venezuela “debe resolverse sobre la base de los principios de integridad territorial, soberanía y no injerencia en los asuntos internos de ese país”, agregó Lavrov.

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