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Internacional

Nuevas tecnologias, idénticas tensiones

Las novedades son pocas. Aunque actualmente las fricciones entre las grandes potencias se expresan mediante técnicas contemporáneas, sus esencias más profundas apenas se han modificado. La diplomacia secreta y el autoritarismo siguen marcando las pautas. La democracia pudo hacer la diferencia, cosa que no ha ocurrido.

Antes de que existieran los twitteres, la política se realizaba o se promovía mediante discursos. Algunos pasaron a la historia, otros la cambiaron, entre estos últimos figuran los pronunciados por Winston Churchill el 4 de marzo de 1946, en Fulton, Missouri, que fue conocido originalmente como “Los Pilares de la Paz” o “Discurso del Telón de Acero” y el Lósiv Stalin el 13 del mismo mes y año en Moscú, divulgado como respuesta de Stalin a Churchill.

Ambos se referían a la situación de posguerra codificada por los acuerdos de Yalta, y que significaron un entendimiento entre los Tres Grandes, en lo relativo a áreas de influencia. Churchill, que había participado en las negociaciones, se desmintió y, con el presidente de los Estados Unidos, Harry Truman a su diestra, pronunció la más famosa de sus disertaciones, considerada el acta de nacimiento de la Guerra Fría.

Con sus dotes de orador y el talento literario que en 1953 lo hicieron merecedor del Premio Nobel, Churchill creó una metáfora que se convertiría en el núcleo del anticomunismo: “La cortina de hierro”.

“De Stettin, en el Báltico, hasta Trieste, en el Adriático ?dijo?, ha descendido sobre Europa Oriental una “cortina de hierro” a través del continente. Detrás yacen: Varsovia, Berlín, Praga, Budapest, Viena, Belgrado, Bucarest, Sofía… Todos esos países están ahora en la esfera soviética, bajo el control totalitario de Estados policíacos…”

El corolario de aquella declaración fue que no se toleraría la expansión del comunismo, lo cual significaba una revisión de lo acordado y que dio lugar a la “Doctrina Truman” de contención del comunismo, en nombre de la cual, entre otras cosas, se desató la Guerra de Corea, prosperó el macartismo, incluso se demonizó a la Revolución Cubana.

Con razón Stalin, que no era un gran orador, ni un hacedor de frases, asumió los pronunciamientos de Churchill, como una declaración de guerra y con pasmosa sinceridad respondió:

“…Los alemanes hicieron la invasión de la URSS a través de Finlandia, Polonia, Rumania, Bulgaria y Hungría porque tenían gobiernos hostiles a la Unión Soviética…La Unión Soviética no puede olvidarlo…Es sorprendente que se critique a la Unión Soviética que ansiosa de un futuro de paz y seguridad, esté intentando que existan en estos países gobiernos leales a la Unión Soviética…” No sé de calumnias, descortesías y falta de tacto, si él y sus amigos van organizar una nueva campaña armada contra Europa Oriental podemos afirmar que serán aplastados…”

Así con sendos y terminantes discursos, comenzó la Guerra Fría. Hoy lo hubieran hecho mediante twitters. Probablemente el resultado hubiera sido el mismo.

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