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Internacional

Elecciones en Guatemala

Por Alfredo García

Los sueños de paz y justicia social que dejaron en Guatemala los Acuerdos de Esquipulas, en la década de los 80 del pasado siglo, siguen pendientes.

El candidato conservador del Partido Vamos, Alejandro Giammattei, fue elegido presidente de Guatemala en las elecciones del pasado domingo. Con más del 90% de las mesas escrutadas, el Tribunal Supremo Electoral, TSE, informó que Giammattei alcanzó el 59.13% de los votos (1’825,650) sobre la candidata del Partido Unidad Nacional de la Esperanza, Sandra Torres, que obtuvo el 40.87% (1’261,783 votos).

De 8 millones de electores registrados, poco más de 2 millones participaron (42%) en lo que fue calificado como “jornada funeraria”, donde la marginación del sistema electoral hacia candidatos populares y la insatisfacción hacia Giammattei y Torres por ser representantes de la elite política del país, no satisfizo las aspiraciones de los votantes demostrado por el alto nivel de abstención.

Giammattei, de 63 años, médico, ex director general del Sistema Penitenciario guatemalteco, considerado heredero político del actual presidente, Jimmy Morales, había fracasado como candidato a la alcaldía de la ciudad de Guatemala en 1999 y 2003, así como en 3 intentos anteriores a la presidencia (2007, 2011, 2015). En esta ocasión ganó la contienda con el mayoritario voto de las ciudades.

“Yo no voy a ser el primer mandatario, sino el primer servidor de la nación. No vamos a ser los gobernantes perfectos, pero vamos a ser los gobernantes correctos para transformar el país”, declaró Giammattei en su primer discurso después de ser declarado vencedor de la contienda presidencial.

Giammattei inició su carrera política como coordinador general del proceso electoral en los años 1985, 1988 y 1990, mientras fungía como consultor de empresas y servicios privados. En su plan de gobierno, Giammattei prioriza la seguridad y creación de empleos para reducir la migración, sin explicar cómo alcanzarlo. Los analistas coinciden en que su gobierno será continuidad del actual, lo que parece confirmar el rechazo a renegociar la vuelta de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), dependiente de ONU, el respaldo al polémico acuerdo migratorio con EU para convertir a Guatemala en “tercer país seguro”, la vinculación a la cúpula militar que llevó al poder a Morales y su proximidad a dirigentes de iglesias pentecostales con posiciones extremas contra el aborto y respeto a la diversidad sexual.

El próximo presidente guatemalteco, conocido por su carácter impulsivo e irascible, alcanzó notoriedad como director de prisiones durante un operativo policíaco-militar en la Granja Penal de Pavón el 25 de septiembre de 2006, donde murieron 7 reos. El entonces director de la Policía, Erwin Sperisen, fue condenado a cadena perpetua y Giammattei acusado de ejecuciones extrajudiciales. Después de 10 meses encarcelado, Giammattei fue liberado ganando fama de “mano dura” contra los delincuentes.

Según Luis Linares, analista de la Asociación de Investigación y Estudios Sociales, “Giammattei sólo es una persona obsesionada por el poder, sin más meta que alcanzar la presidencia, sin ningún programa de gobierno”. Por su parte, Manfredo Marroquín, ex analista de Transparencia Internacional, considera que “el nuevo presidente tendrá un camino muy cuesta arriba, porque no tiene el músculo político necesario para revertir el ánimo de la gente ni mucho menos garantizar la gobernabilidad, cuando su representación en el Congreso es mínima: 16 diputados de 160 escaños”. Mientras tanto la sufrida Guatemala, no se recupera del fraude “democrático” de los “acuerdos de paz”.

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