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Internacional

Muere un delincuente y nace un enigma

Jorge Gómez Barata

En enigmas judiciales como los de Lincoln, Kennedy, y Luther King, las víctimas fueron los buenos, mientras en el caso de Jeffrey Epstein, el occiso parece ser el villano.

La enigmática muerte del multimillonario de 66 años detenido bajo cargos de pederastia, tráfico sexual, conspiración, y abuso de menores, plantea diversas interrogantes. Las primeras versiones apuntan al suicidio, aunque probablemente se trate de otro enigma judicial.

Para las organizaciones policiacas, instituciones penitenciarias o instancias judiciales, la “muerte en custodia” de reos, detenidos, o acusados privados de libertad, son eventos sumamente embarazosos, también ocurre así cuando se trata de pacientes internados contra su voluntad en establecimientos psiquiátricos, y menores en reformatorios. Al estar privados de libertad, todos se encuentran al amparo de las autoridades que responden por su integridad física.

Por lo general esta categoría incluye los decesos ocurridos durante los arrestos, interrogatorios, fugas o intentos de fuga. De oficio, tales muertes son investigadas y se hacen especialmente sospechosas cuando las víctimas han estado atadas o esposadas, cuando han padecido hambre o sed y, lo más grave, si han sido torturadas, maltratadas físicamente, o se le ha negado asistencia médica. En todos los casos es obligatoria la autopsia, por instituciones médico-legales acreditadas.

Si bien muchas muertes en custodia son por causas naturales, en ocasiones se trata de homicidios, riñas entre reclusos, suicidios o accidentes. Para los forenses es un desafío determinar cuándo precondiciones como las afecciones cardiacas o los trastornos nerviosos conducen a la muerte, debido al estrés generado por la detención o el cautiverio.

Entre las peculiaridades del affaire de Jeffrey Epstein figura el hecho de que se trataba de un detenido extremadamente notorio y rico, con contactos en las más altas esferas, y vasta experiencia judicial.

Al respecto el Departamento de Justicia ha ordenado una investigación, especialmente sobre las circunstancias que permitieron al detenido cometer suicidio. Ese ejercicio determinará si recibió algún tipo de ayuda o alguien miró para otro lado.

Entre las reacciones más notorias figuran las del alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, precandidato a la nominación presidencial por el Partido Demócrata, para el que: “…El hecho de que Epstein ya no pueda incriminar a otros es ‘demasiado conveniente’”.

El fiscal general William Barr quien dijo: “Estar en shock por la noticia…” Por su parte el fiscal federal de distrito en Nueva York, Geoffrey Berman, señaló que: “La muerte de Epstein es inquietante”. Y el senador republicano Ben Sasse subrayó que “tienen que rodar cabezas”.

La muerte autoinfligida no es un castigo, sino una salida, aunque costosa, equivalente a una fuga. Jeffrey Epstein logró escapar de la justicia, sus víctimas han sido burladas, y sus cómplices probablemente exonerados. Sin perpetrador no hay juicio posible.

Presumiblemente, pronto será caso cerrado.

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