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Internacional

OMS. Hablemos de dinero

Jorge Gómez Barata

No hay que entrar en pánico, el hecho de que el presidente Donald Trump -quien además de todo lo conocido, ahora es también tacaño- retenga la contribución de Estados Unidos a la Organización Mundial de la Salud, no la llevará a la quiebra.

El presupuesto de la Organización Mundial de la Salud (OMS) 2018-2019 fue de 4,421.5 millones de dólares. De ellos, Estados Unidos aportó 237 millones, cantidad casi idéntica al presupuesto en la materia del estado de Arkansas con una población de alrededor de tres millones de habitantes.

La OMS está integrada por 194 estados, entre los cuales se prorratea el presupuesto general mediante “contribuciones señaladas” que no son dádivas, sino un pago que realiza cada país por ser miembro de la organización y de ese modo, tener derecho a recibir determinados beneficios. Esa modalidad cubre apenas la cuarta parte de los gastos totales de la entidad.

Una parte del presupuesto general y de otros gastos se nutren, además, de contribuciones voluntarias que realizan tanto estados como entidades privadas, incluso individuos que actúan como mecenas y que en los últimos años han rondado los dos mil millones de dólares anuales.

En 2015 las grandes compañías farmacéuticas aportaron en calidad de donación cerca de 40 millones de dólares. El ranking de esos aportadores lo encabezaron GSK, con casi ocho millones, Novartis, con siete, y Sanofia, con más de seis millones. La OMS recibió contribuciones “en especie”, por ejemplo, medicamentos. En el año mencionado esa partida ascendió a 60,701,307 dólares. Quien más donó fue GSK, con más de 22 millones, y Merck, con 15 millones.

En 2015 la entidad recibió 1,833 millones en forma de contribuciones voluntarias, de ellos 1,020 millones fueron aportados por gobiernos, encabezados por Estados Unidos, con 305 millones, Reino Unido, 195, y Nigeria, 67 millones. Entre los privados se destacaron Bill & Melinda Gates, que contribuyeron con 185 millones de dólares.

Respecto al presupuesto y los gastos auditables de la OMS, conviene aclarar que, mediante el aporte señalado a los estados miembros, se cubre el funcionamiento regular de la organización, entre ellos, los gastos de la sede central en Ginebra Suiza + 150 oficinas en otros tantos países de todo el mundo y seis oficinas regionales. Una partida importante son los salarios, gastos de viaje, viáticos y otras partidas asociadas con las 7,000 personas que laboran en la organización, casi todos médicos, especialistas en salud pública, científicos, epidemiólogos, estadísticos, etc.

Además de los gastos corrientes, entre las mayores erogaciones de la entidad mundial figuran las vinculadas con media docena de programas asociados a cuestiones concretas de salud a nivel global o regional o eventos extraordinarios como suelen ser epidemias o pandemias, como por ejemplo las del VIH/SIDA, ébola, dengue o el nuevo coronavirus que implican gastos extraordinarios.

No es extraño que, como otros gobernantes, Donald Trump tenga reservas acerca del funcionamiento de la ONU y sus agencias, requeridas de reformas y ajustes. En ese sentido la Organización Mundial de la Salud, ocupada en asuntos concretos y trascendentales para la humanidad, no es el asunto más grave ni urgente y, en cualquier caso, el modo como lo hace el mandatario no es apropiado y el momento escogido no puede ser peor.

El presidente de los Estados Unidos, además de ser un estadista debiera parecerlo.

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