Alfredo García
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El presidente Donald Trump se encuentra consternado frente al “enemigo invisible”. Con incierto pragmatismo, Trump reaccionó el pasado lunes durante su diaria conferencia de prensa en la Casa Blanca, ante la creciente pandemia del Covid-19 en EU: “Quiero que los estadounidenses estén preparados para los días difíciles que se avecinan. Vamos a pasar por dos semanas muy, muy difíciles”, declaró con rostro tétrico y desolador, pronóstico de entre 100 mil y 240 mil posibles fallecidos a causa de la pandemia, a pesar de las extremas medidas tomadas de aislamiento de personas.
El reciente cambio de Trump ante la pandemia fue notorio. El 22 de enero ante la pregunta de la cadena CNBC: “¿Hay preocupaciones sobre una pandemia en este momento?”, Trump respondió: “No. De ningún modo. Y estamos, lo tenemos totalmente bajo control. Es una persona que viene de China..... Va a estar bien”. El 9 de marzo, Trump tuiteo: “Nada se cierra, la vida y la economía continúan. En este momento hay 546 casos confirmados de Coronavirus, con 22 muertes”. El índice bursátil, Dow Jones, aumentó 1,985 puntos.
También con Venezuela se dio un inesperado cambio. El secretario de Estado de EU, Mike Pompeo, anunció un plan para “la transición democrática en Venezuela”, con 13 puntos condicionantes y 2 garantías, donde propone que tanto el presidente, Nicolás Maduro, como el “opositor”, Juan Guaidó, “se hagan a un lado”, para que la Asamblea Nacional nombre un Consejo de Gobierno de transición que se encargue de organizar elecciones presidenciales en los próximo seis a doce meses. Por su parte, Washington levantará todas las sanciones decretadas contra el gobierno venezolano, el sector petrolero, funcionarios y militares. Entre las concesiones imperiales, destaca el “retiro” al “apoyo” de una ley de amnistía “para todos los delitos de carácter político en Venezuela desde 1999” en la Corte Penal Internacional de Argentina, Canadá, Colombia, Chile, Paraguay y Perú, (comprometiendo sus soberanías), así como el inicio de “gestiones” de apoyo con el Banco Mundial, el FMI y el BID, (revelando su decisiva autoridad). Recientemente el FMI “rechazó” con argumentos políticos discriminatorios, una petición de préstamo del presidente, Nicolás Maduro, para combatir el coronavirus.
El desbordado impacto sanitario de la pandemia a escala mundial reverdeció el debate sobre la defensa del medio ambiente. Según Hal Harvey, fundador y director ejecutivo de Energy Innovation, ente especializado en investigaciones y análisis sobre política energética: “Tanto la epidemia de Covid-19, como el cambio climático, inician los compuestos de aceleración que pueden hacer que su salud o su sistema climático estén completamente fuera de control”.
El revelado don de rectificación de Trump, frente al tratamiento de la pandemia en EU, al sustituir su anterior prioridad hacia la salud del mercado por la seguridad sanitaria de los norteamericanos, como la propuesta de una solución “política” al conflicto venezolano, supone un interesante cambio de posición en ambos casos. Aun con inaceptables dictados imperiales, la propuesta hacia Venezuela ofrece un menú de negociaciones impensables hasta hace poco, donde Trump corrige la intolerancia hacia el proceso revolucionario bolivariano, con la permanencia durante el supuesto “período de transición”, del Ministerio del Poder Popular para la Defensa, el Comando Estratégico Operacional y las autoridades estatales o locales bolivarianas vigentes.
El giro dado por Trump, desde su posición mercantil hacia el humanismo frente a la amenaza del coronavirus en EU y la sustitución de la confrontación con el gobierno bolivariano dando una oportunidad a la solución política, es una alentadora señal hacia otros conflictos pendientes.