
El Vaticano se encuentra en máxima actividad ante el inminente inicio del cónclave que elegirá al sucesor del Papa Francisco, fallecido el pasado 21 de abril.
Este miércoles 7 de mayo por la tarde, 133 cardenales se encerrarán en la Capilla Sixtina, en un proceso tradicionalmente cargado de simbolismo y absoluta confidencialidad.
Según explicó Silvio Screpanti, subdirector de la Sección de Infraestructuras de la Santa Sede, los preparativos incluyen la adecuación de 200 habitaciones distribuidas entre la Casa Santa Marta y el Colegio Etíope, donde los purpurados residirán en aislamiento total, como lo exige la legislación pontificia.
Tecnología desactivada y vigilancia extrema
Como medida de seguridad, todos los dispositivos electrónicos dentro de la Capilla Sixtina han sido desactivados.
Esto incluye sensores, cámaras y otros sistemas instalados para la protección del recinto durante visitas turísticas.
Además, las ventanas próximas a la zona del cónclave serán cubiertas completamente, y casi 80 accesos serán sellados con plomo para impedir cualquier fuga de información.
Doce técnicos de apoyo —entre electricistas, fontaneros y personal logístico— estarán disponibles para mantener en funcionamiento los sistemas esenciales, aunque todos deberán jurar absoluta discreción.
La tradición del humo: blanco o negro
Una chimenea instalada en el techo de la Sixtina será la vía mediante la cual se comunicará al mundo el resultado de las votaciones.
Humo blanco anunciará la elección de un nuevo Papa; humo negro, que aún no se ha alcanzado el consenso necesario.
Con más de 40 profesiones involucradas en los preparativos, desde carpinteros hasta administradores, el Vaticano demuestra que, pese a los tiempos modernos, el ritual milenario del cónclave se mantiene como uno de los procesos más solemnes y secretos de la Iglesia Católica.
IO