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México

'Convivieron” héroes nacionales en el Zócalo

CIUDAD DE MEXICO, 20 de noviembre (NTX).- En un mosaico en el que se combinaron alegría, sorpresa, entusiasmo y cansancio, inició el desfile conmemorativo por el 109 Aniversario de la Revolución Mexicana, en el que más de un millar de jinetes cabalgaron ocho kilómetros de la Plancha del Zócalo al Campo Marte.

Tras la llegada del presidente Andrés Manuel López Obrador, a las 11:17 horas, al balcón principal del Palacio Nacional para presenciar la escenificación de las tres transformaciones históricas del país y, posteriormente, las acrobacias de la caballería del Ejército mexicano, finalmente marchó la vanguardia del desfile, una hora y media después.

Los asistentes aplaudieron y admiraron con júbilo tanto a los jinetes como a los que iban en las plataformas, donde también se escenificaron las etapas históricas de México, destacando en particular el Movimiento de la Revolución mexicana.

Los actores que personificaron a héroes nacionales en la plancha del Zócalo por el desfile de la Revolución Mexicana trajeron al presente cada uno de los momentos claves de la historia del país: la Conquista, la Independencia y la Guerra de Reforma.

Iniciaron su jornada desde antes de que saliera el sol, pero esperaron varias horas hasta que dio inicio la celebración con la llegada del presidente Andrés Manuel López Obrador al balcón de Palacio Nacional.

Terminaron su actuación al mediodía y se encaminaron rumbo a la calle Venustiano Carranza, al cruce con Pino Suárez, para esperar formados a que terminaran de desfilar los diferentes contingentes.

Durante hora y media de espera, la calle Venustiano Carranza se convirtió en una cápsula del tiempo, donde diferentes personajes históricos de México se hicieron presentes a la vista de los asistentes al desfile.

Resultó curioso ver a Moctezuma conversando con Pancho Villa, mientras los aztecas intercambiaban bromas con los integrantes de la División del Norte, y simulaban tener una guerrita con sus macuahitl y sus rifles.

No podía faltar Porfirio Díaz, que hablaba con un integrante del ejército francés en lo que un zapatista, vestido de calzón blanco y sombrero de paja, pero con tenis amarillo fluorescente, presentaba su celular a Malitzin.

Resultó peculiar ver a los integrantes del Ejército Mexicano en sus diferentes épocas históricas resguardándonse del sol en los arcos del edificio de Gobierno de la Ciudad de México, ataviados con uniformes cafés, azules y verdes característicos del Ejército Constitucional, de la División del Norte, del movimiento Independentista, porfirianos y hasta zacapoaxtlas.

El momento no fue desaprovechado, más de un asistente a la conmemoración aprovechó para tomarse fotos con los guerreros jaguar, con bigotones del Ejército del Sur o con el mismo Hidalgo, quien pidió a Madero que le detuviera un momento el estandarte.

Al terminar el desfile, con el paso de las tres máquinas barredoras y las pipas con agua para recoger lo que dejaron los caballos, al lugar llegaron camiones en los que los personajes históricos partieron, aunque quedándose en la memoria de los asistentes.

Minutos antes de iniciar el desfile, cuando se escuchaba la canción de El Barzón de fondo, un grupo de campesinos provenientes de San Lázaro llegó al primer cuadro de la ciudad, en su intento de acercarse lo más posible a Palacio Nacional. Fue un momento de tensión entre el grupo de inconformes y algunos asistentes quienes les comenzaron a gritar insultos.

No obstante, el espectáculo continuó sin que la mayoría de los asistentes se percatara del incidente, ya que al momento de que los inconformes se retiraban, muchas personas aprovecharon para acercarse a los actores que se formaron sobre la calle Venustiano Carranza para sumarse al desfile.

Ahí, decenas de adultos, niños y niñas entusiasmadas se fotografiaron con los guerreros Zacapoaxtlas, Miguel Hidalgo y Costilla, Josefa Ortiz de Domínguez, Francisco I. Madero, y muchos otros actores caracterizados que aguardaban con paciencia que pasara todo el contingente para sumarse al recorrido.

No faltaron los pequeños que desde antes que comenzara el evento le pedían ansiosamente a sus padres y abuelos que los cargaran en hombros, una y otra vez, para ver todo desde las alturas; pero estos, en menos de 15 minutos, terminaron cansados.

“Todavía falta mucho. No hay nada”, repetía un joven padre a su pequeña hija que, a manera de disco rayado insistía: “cárgame papá, quiero ver”. Cediendo a los pucheros de su pequeña, se dispuso a cargarla. Pudo aguantarla de las 10:45 a las 11:10, y la bajó.

“Ves, todavía no empieza nada”; “pesas un montón monstruito, a ver si ya le bajas a las quesadilla”, le respondió el padre, quien intentó que su pequeña entrara en razón. Los asistentes cercanos soltaron la carcajada.

Tampoco faltaron las personas de la tercera edad que a toda costa querían ver todo el espectáculo; sin embargo, por su baja estatura o porque muchos están ya encorvados, no pudieron apreciar del todo la escenificación, pero desde su lugar le gritaban al mandatario: “¡no estás solo!”, “¡es un honoro estar con Obrador!”.

El espectáculo duró alrededor de 85 minutos, luego de lo cual avanzaron los diversos escuadrones de jinetes que desde que antes de que saliera el sol ya habían arribado al Zócalo.

El único detalle desagradable, tanto para asistentes como para comerciantes, fue el fuerte hedor que se esparció por las calles aledañas a Pino Suárez, debido al “abono” que dejaron los caballos que permanecieron por poco más de seis horas en el lugar.

“No manches, huele rete gacho”, dijo un vendedor de tlayudas que usualmente se instala en Mesones y cuya clientela no llegó. “¿A quién se le va a antojar comer con este olor”?, le respondió una mujer a su novio cuando le ofreció una, a manera de broma.

Por fortuna, conforme fueron sacando a los caballos de las calles del Centro Histórico, el cuerpo de limpia de la Ciudad de México se apuró en sus labores, aunque el hedor prevaleció por algunos minutos.

“Imagínense, hoy nos quejamos de las contingencias ambientales y del smog, pero antes, cuando había caballos y no coches la contaminación era otra”, le dijo Andrés, un profesor de primaria, a su grupo de alumnos, a quienes con lujo de detalle les fue explicando cada una de las escenificaciones exhibidas.

Con el avance del último contingente se fueron reanudando las actividades comerciales del Centro Histórico, sobre todo en la Plaza de la Constitución, que sirvió de escenario para recordar la Revolución mexicana.

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