(El Universal).- Otro de los pilares es derechos humanos. Hace un tiempo dijo que México estaba rezagado y arrastraba problemas.
—Viendo hacia adelante, ha habido algunos cambios importantes. Por primera vez en la historia, el gobierno mexicano le pide una disculpa pública a una periodista a quien se le habían violentado sus derechos humanos hace algunos años, a Lydia Cacho. Tuve oportunidad de estar en la Secretaría de Gobernación en atención a una recomendación del alto comisionado de Derechos Humanos de la ONU.
El hecho es simbólico porque refleja que el gobierno en México está comprometido con resarcir los daños que estén a su alcance resarcir, los que se han infligido en el pasado y, por supuesto, tomar una nueva agenda con relación a este tema, con el apoyo del sistema de Naciones Unidas.
No para estar simplemente recibiendo recomendaciones que no se atienden, sino para que nos acompañen y nos ayuden a verificar que los derechos humanos en territorio mexicano van a pasar a una etapa distinta; que el problema de seguridad, que es otra de las dificultades que nos agobia y que es muy compleja, no se contrapone al respeto de los derechos humanos, sino que tenemos que hacer conciliar lo uno con lo otro, de manera que ya hay las primeras muestras.
Ya se estableció una Comisión de la Verdad para esclarecer los casos de los estudiantes normalistas desaparecidos en Ayotzinapa, ya se pidió una disculpa pública en el caso de una periodista que ha sido muy emblemático, ya se giraron instrucciones al subsecretario de Gobernación correspondiente para que alinee una nueva política de recursos humanos con los nuevos mecanismos de seguridad, que es quizá uno de los temas más sensibles y que se está discutiendo en este momento en el Congreso mexicano, y es una preocupación que han tenido diversos grupos de que los nuevos mecanismos de seguridad pública que se han planteado sean muy consistentes con un política de respeto a los derechos humanos.
—México favorece un enfoque de salud pública y así lo vamos a plantear. En el seno de Naciones Unidas hay diversas agencias y diversos programas que tienen que ver con el tema de drogas y que no siempre coinciden. Lo que México plantea es que no tiene por qué prevalecer uno sobre el otro, no todo puede verse bajo la óptica criminal, no todo puede verse bajo la óptica estrictamente de un prohibicionismo.
No es una propuesta menor, porque no parece que vaya a ser ese el planteamiento que va prevaleciendo para la reunión de la comisión de estupefacientes del mes que entra. México está planteando una posición neutral en el tema de Venezuela.
¿Se puede tomar esa postura en un caso como éste?
—No hay que confundir la no intervención y el respeto a la autodeterminación de los pueblos con la pasividad y con el no hacer nada. Tener esta posición de neutralidad da la posibilidad siempre de que haya un diálogo sin condiciones. No estamos de acuerdo en que las decisiones se le impongan desde fuera a los venezolanos, pero no significa no hacer nada. Es como si alguien piensa que un empate en el futbol nunca sirve: yo he visto equipos ganar campeonatos con un empate.
Admitió que ahora mismo no hay viabilidad para ese diálogo.
—Ciertamente en este momento no parecería que es la primera opción… La opción ahí sigue y ahí está. No sabemos qué va a pasar, las condiciones cambian. No me parece que sea una opción desechable aunque no esté en el tope de las prioridades. Sin embargo, habrá un momento de no retorno en el que no habrá viabilidad de diálogo.
—Vamos a ver qué es lo que pasa, porque las condiciones están cambiando día a día. Empeorando.
—Precisamente porque la situación se va volviendo cada vez más crítica, la opción del diálogo no debe cerrarse. El embajador mexicano se muestra confiado.
Está consciente de que la tarea que enfrenta no es nada fácil, que le tocó asumir el puesto en un momento de tensión regional y global. Pero está decidido a encararla.