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Opinión

La izquierda en la transición conservadora

Jesús Peraza Menéndez

Lenin apunta su crítica al liberalismo representado por Kerensky lo mira “insuficiente” incluso para llevar a su fin las tareas de democráticas burguesas. Considera que estos liberales al final de cuentas son seducidos por la vida monárquica-cortesana, sedentarios consumidores, ostentosos voraces con la resignación en el confort, entonces exigirán sobre sus propias propuestas democráticas moderación a las trabajadoras con los trabajadores. El desgaste justo será con el parlamentarismo con los enfrentamientos de frases que se anotan en el diario de los debates con nuevos “caudillos” sin movimiento como el espectacular Gerardo Fernández Noroña el ego-liberal destinado al asalto verbal iracundo y amenaza pero no cambia nada. Debe seguir el debate pero “son gritos en el cielo, en la Tierra son actos”.

Lenin apunta entre las elecciones que sucedieron entre las revoluciones de 1905 a 1917, seguían comprando el voto, incluso cuando está el ascenso revolucionario con los soviets pierden las votaciones con Kerensky porque éstos compran los votos de los más pobres hasta los de los soviets, eso lo confirma Trotsky en San Petersburgo y Moscú.

Este hecho de la reglas democráticas con la que una minoría de ricos compra a las representantes de la mayoría mientras da limosna a sus bases sociales llevó a la dictadura del proletariado, esa es la revolución socialista para darse un tiempo de transición socialista breve, construir condiciones para con la revolución mundial y entonces en una fase superior vivir el comunismo científico que nunca ha existido, lo que hace todavía más complicada su difusión y comprensión, por lo que la burocracia se hace del poder en la “transición socialista” cuando los intelectuales no se ponen al servicio de los más atrasados de la clase trabajadora.

Con la dictadura de los soviets que son órganos de gestión política-cultural democráticos de la clase trabajadora se desarrolla el programa de transición del capitalismo al comunismo. En realidad estalló la guerra civil que enfrentó Trotsky con obreros, campesinos, artesanos y militares de rango, estos últimos zaristas y kerenkistas obligados a organizar el Ejército Rojo con la dirección de los soviets y el partido socialdemócrata con Lenin y Trotsky, con 5 millones de trabajadores. Defenderse en el frente interno contra el complot de los zaristas burgueses y en el estreno los ataques sincronizados de los imperios centroeuropeos que vivían su guerra mundial entre 1914 y 1945 que no acaba, asume más bien nuevas formas el negocio de la muerte tecnologizada-científica.

Anota insistentemente Lenin no “quitarles el gusto” por la revolución burguesa que es sin duda una transición conservadora. En nuestro caso y tiempo con un matiz histórico, la intensidad de los votos y los nuevos medios de denuncia y difusión digitalizados contra el modelo neoliberal ultraderechista estilo Enrique Peña Nieto-Videgaray-Pedro Aspe-Salinas para legalmente apropiarse los bienes públicos, desfalcar, defraudar, despojar, asesinar y reprimir e instaurar una ley que los protege militarmente, la concentración de riqueza en grados que han reducido a no más de 30 propietarios, es neoporfiriato o una burguesía terrateniente-monárquica diría Lenin.

Sería una revolución socialista si la dirigiéramos los marxistas, no actualmente desagregados, replegados en luchas fraccionales irreconciliables con algunos fantásticos aciertos teórico-ideológicos políticos de autoconsumo, con muchas o pocas aprobaciones en el Facebook y las redes pero sigue siendo indispensable esta producción teórica-política-ideológica, sobre todo del trotskismo con la teoría de la revolución permanente mundial o de revolucionarios como Noam Chomsky. La situación es, sin embargo, oportuna para la lucha política, ideológica, teórica, democrática dada la atención-intensidad de las más que no están dirigidas por la izquierda marxista revolucionaria, pero se levantan espontáneamente para enfrentar circunstancias como la agresión de los porros en la UNAM o contra la privatización del agua, entre otras el éxodo de los nómadas laborales en América que nos ponen en la geografía de la crisis mundial por ser vecinos del imperio del negocio de la guerra.

La cuestión es que los liberales ya hicieron su parte, le toca a la izquierda hacer la suya reagrupándose, teniendo un programa, pasando de las lamentaciones y agudas críticas a la movilización en frente único, acciones como consultar sobre el aeropuerto muestran rasgos de frente único contra este megafraude del siglo. ¡Abrazo fraternal!

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