Alvaro Cepeda NeriConjeturas
I.- En la historia mexicana han renunciado presidentes, los han asesinado y hasta lo fueron por unos días o meses. Pero sólo el cojo apodado “15 uñas” –aunque en realidad tenía 14, pues le faltaba un dedo de la mano derecha–: Santa Anna, fue acusado por el presidente Benito Juárez de los males causados a la Nación y fue desterrado, no adonde siempre se iba: su hacienda de Manga de Clavo en su natal Veracruz, sino fuera del país. Fue Santa Anna un vil canalla que con sus cómplices (el clero, los ricos, los gachupines y los traidores), dispuso de la mitad del territorio para llevarse los dólares que le dieron los Trump de entonces. Luego vinieron presidentes que no llegaron a lo que el presidente electo López Obrador ha clasificado como transformaciones: con Hidalgo-Morelos, Juárez y la Generación de la Reforma, Madero con Lázaro Cárdenas. Pasa por alto al porfirismo, arreglando la historia a su leal entender, para ubicar su arribo a la presidencia como la inauguración de la Cuarta Transformación. Cuestión de interpretación.
II.- Así, Juárez por sobre todas las cosas y Porfirio a pesar de todo, pues logró una profunda transformación antidemocrática y dejó huella de sus logros; aunque su autoritarismo y represión causaron la Revolución de 1910-1917. Y a reserva de discutir la división histórica de AMLO, proponemos que el segundo presidente en ser sometido a juicio político debe ser Enrique Peña Nieto, por causar a la Nación graves males de toda índole. Por lo que está obligado, constitucionalmente, a permanecer todo el 2019 como rehén por si López Obrador o el Congreso se atreven a fincarle acusaciones políticas y penales. Y nada más por lo de los 43 de Ayotzinapa, los fusilamientos de los 21 que se habían rendido, Atenco y otras matanzas, es merecedor a ser otro Santa Anna. ¿Perdón y olvido? ¿Amor y paz? López Obrador no quiere venganza. Pero esto no se trata de venganza. Sino de justicia a secas, como propuso Juárez. Empero todo indica que Peña, la Gordillo, los Duarte, toda la mafia del poder y los Monsanto encabezados por los Alfonso Romo, quedarán impunes.
III.- Es así que en el primer informe de su cómplice el júnior desgobernador del Estado de México, Alfredo del Mazo III (su abuelo y su padre lo antecedieron en el cargo que se pasaron por herencia monárquica), Peña soltó su discurso de despedida del poder absoluto para amenazar a los mexiquenses de que no escapará a París –la capital francesa que tanto adoran su “Gaviota” y sus hijastras–, y que vivirá en Atlacomulco; el nido de la elite-cártel que fundó Isidro Fabela y lideró Carlos Hank González. Dentro de tres meses Peña estará en su mansión y los campos de golf de la entidad a la espera de su Juicio Político y Penal; salvo que López Obrador haya pactado condecorarlo con la impunidad. Pues si las instituciones del Estado, Gobierno y Sociedad no son “mandadas al diablo” como éste pretendió un día, es imperativo que Peña se presente ante el Congreso de la Unión para ser juzgado, y sentenciado con encarcelamiento; o AMLO habrá incumplido su compromiso de combatir la corrupción.
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