Como sacados de los relatos de la picaresca española del siglo XVI aparecen en la escena de ahora –cual Lazarillo de Tormes de hoy– tres personajillos de sucia historia que dando brincos y gritos de saltimbanquis de circo intentan ganar atención pública haciendo de Cuba el centro de sus ataques. Andan buscando en el escenario de Washington la atención de quienes bien les pagan por sus servicios como lacayos del imperio.
El “pícaro” no es otro que el cubano de Miami Orlando Gutiérrez, autotitulado líder de una fantasmal organización enemiga de la Revolución cubana, el mal llamado “Directorio” financiado generosamente por el gobierno de Estados Unidos.
El “Vivo” es un chileno de apellido Vivanco que viene viviendo del cuento de los “Derechos Humanos” desde hace más de cinco lustros, mientras que el cabecilla del trío es el tránsfuga uruguayo Luis Almagro, alias el “Muerto” –como muerta está su OEA y no lo sabe– quien desde su bien remunerado cargo de Secretario General de dicha organización colonial americana –puesto al que aspira conservar en reelección– han montado en la capital norteamericana todo un sainete anti-cubano del peor teatro bufo, con la marcada intención de hacerlo un guiño de genuflexión al gobierno del Presidente Trump en la esperanza de que les aumenten a los tres la mesada contante y sonante que vienen recibiendo por sus servicios al imperio.
Los “Tríos” siempre han generado la atención pública ya sea en la literatura, la música, el cine o la radio, como han sido los casos de “Los tres Mosqueteros”, “Los Tres Villalobos”, “Los Panchos” o los “Tres Chiflados” de la pantalla hollywoodense. Pero detrás de cada uno de esos “Tríos” había talento de escritores, de artistas o de intérpretes, mientras que este “Trío” a que hemos hecho referencia, de actuación infame y perversas intenciones son más que tres, son las treinta monedas de Judas. Las treinta monedas de la traición.