Jorge Canto Alcocer
Nadie puede dudar que el fallo del TRIFE sobre las elecciones estatales poblanas fue eminentemente político. En términos estrictamente jurídicos y electorales quedó demostrado hasta la saciedad que se dio un fraude burdo, en el que se cayó en acciones –como tomar urnas a balazos- que no se habían visto en los últimos 50 años en el país. Bueno, baste decir que ni el fraude de Salinas en 1988 fue tan burdo, tan tramposo, tan cínico. Así lo expresó con toda claridad en su dictamen el magistrado José Luis Vargas Valdez al darlo a conocer precisamente como un medio, finalmente insuficiente, para contrarrestar las presiones que recibía. ¿Venganza del TRIFE por los intentos obradoristas de ajustar sus desproporcionados salarios? ¿Posicionamiento político a la derecha? ¿Manifestación del desmesurado poder de Moreno Valle?
Sea como fuere, lo cierto es que el TRIFE violó descaradamente la ley y declaró válidas unas elecciones sucias, tramposas, desvergonzadas. Pero este triunfo electoral, formalmente del PAN, en realidad marca una estrepitosa derrota para el principal partido de la derecha, el único que podría a mediano plazo plantear una oposición significativa al gobierno popular.
Recordemos que una de las principales vertientes que permitieron el apabullante triunfo de MORENA y López Obrador fue el voto anti-sistémico. Siendo MORENA una organización joven, y siendo Andrés Manuel el político más atacado por el sistema durante casi 20 años, una gran parte del electorado, sobre todo el más joven, se decantó por esta opción. El PAN cargó con el lastre de doce años de fracaso en la presidencia de la república y una ruinosa alianza con el PRI durante el gobierno de Peña Nieto. Pero desde este primero de diciembre, el PAN es ya formalmente y en todos los ámbitos oposición. ¿Cómo podría obtener dividendos de ello? Básicamente a través de dos vías: aprovecharse oportunistamente de los posibles errores del gobierno de AMLO y, sobre todo, presentarse como un partido renacido, transformado, que volviera a su esencia democrática y su vocación por un conservadurismo honesto. Millones de los mexicanos que votaron por López Obrador lo hicieron en castigo a los partidos tradicionales, pero aún siguen profesando ideas conservadoras, como el rechazo a la diversidad sexual, a los derechos de las mujeres sobre sus cuerpos, a la educación laica, a la rectoría económica del Estado, etc. Votaron por AMLO hartos de la corrupción, hipocresía e ineficiencia de los partidos políticos neoliberales, no por apego a la mayoría de las propuestas del candidato del pueblo.
El PAN podría aspirar a recuperar ese electorado si, como creen, las propuestas de Andrés Manuel no dan los resultados esperados, pero, sobre todo, si logran presentarse como un partido fiel a su origen y alejado de las décadas de fracasos, violencia y corrupción. Pero justamente Rafael Moreno Valle representa lo más granado de la corrupción, el caciquismo, la brutalidad, la hipocresía y la antidemocracia en este país. Conocido en los círculos panistas precisamente como “el priísta”, Moreno Valle es, desde hace años, el más feroz cacique del país, dejando “chiquitos” a los dinosaurios priístas por sus prácticas violentas e ilegales. Con ese cariz manejó la elección de su esposa, cometiendo con cinismo los más grandes delitos y atropellos.
Denunciado incluso por sus correligionarios, Moreno Valle estableció hace unas semanas una fuerte alianza con el grupo de Ricardo Anaya, que aún controla la mayor parte de los liderazgos estatales, logrando a cambio la coordinación de la fracción blanquiazul en el Senado de la República, pese a la oposición de la mayoría de los legisladores. Ahora, al validarse el ilegal triunfo de su esposa, fortalece su figura y se coloca como auténtico cabecilla del PAN.
Acción Nacional retiene, formalmente, una posición regional importante, pero a cambio pierde cualquier oportunidad de presentarse en el mediano plazo como un partido que represente los intereses de los ciudadanos. Con su desfachatez y cinismo, se espera que ahora Moreno Valle intenté un pacto de facto con AMLO, estrategia que el compromiso, congruencia, honestidad y sabiduría de nuestro presidente llevará al fracaso. Así, con el triunfo del cacique Moreno Valle, el PAN se acerca irremisiblemente a un fracaso con visos de fatalidad.