
Hace tres décadas, el estado de Campeche vivió uno de los episodios más devastadores de su historia reciente con el paso del huracán Opal, que comenzó a afectar seriamente la entidad desde el 30 de septiembre de 1995, alcanzando vientos máximos de 240 km/h y provocando inundaciones, daños estructurales, pérdidas agrícolas y víctimas mortales.

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Opal se formó como depresión tropical el 27 de septiembre cerca de la Península de Yucatán y se intensificó rápidamente. Para el 2 de octubre, ya convertido en huracán categoría 5, sus efectos se extendieron por Campeche, Tabasco y otros estados del sureste mexicano.

En Campeche, se reportaron lluvias de hasta 245 mm en 24 horas, además de rachas de viento superiores a los 300 km/h, lo que provocó el desbordamiento de ríos, evacuaciones masivas y daños severos a la infraestructura rural y urbana. Más de 42 mil personas fueron evacuadas en el país, y 19 fallecieron a causa del fenómeno.
Los sectores más afectados fueron el agrícola y pesquero, con cientos de millones de pesos en pérdidas. En la capital campechana y municipios como Ciudad del Carmen, se reportaron interrupciones en el suministro eléctrico, colapso de caminos, y destrucción de viviendas. La carretera que conectaba El Carmen con Campeche quedó intransitable.

El impacto de Opal fue tal que, junto con el huracán Roxanne (que llegó días después), se estimaron daños por más de 1,500 millones de dólares en la Península de Yucatán. La emergencia puso en evidencia la falta de infraestructura de prevención y la necesidad de reforzar los sistemas de protección civil.

A 30 años de distancia, el huracán Opal sigue siendo un referente de vulnerabilidad climática en Campeche, y un llamado a la memoria colectiva y la preparación ante fenómenos extremos.