Opinión

Navidad: otras realidades

Cristóbal León Campos

I

Estas fechas tienen muchos símbolos y significados que se contraponen o se utilizan de diversas formas; la mercadotecnia y las empresas han fetichizado aún más estas fechas, otorgando al objeto un valor mayor del real, despojan su lado humano (y no hablo únicamente de la producción) y provocan que el hecho de regalar sea medido por el costo y no por la intensión de dar, de hacer sentir bien o al menos de intentarlo. Sin embargo, el ser humano persiste: cada vez que un niño recibe un regalo y lo valora en su dimensión o se alimenta una ilusión mediante el estímulo de la mente y los sentidos, la humanidad se renueva. Ese es uno de los significados que pudieran conservarse, no obstante que con ello se otorgue una idea cíclica de la historia, la vida y los seres humanos renazcamos cada día, cada periodo y cada vez que sembramos o cosechamos a favor y en resultado de una utopía. La humanidad tiene futuro en cuanto mantenga la ilusión y esperanza de renacer en sí misma cada día.

II

La luz de la luna que se anuncia para esta Nochebuena reflejará las sombras que la injusticia deja por donde pasa, ese reflejo que retumba cada mañana en el interior de los familiares, estará presente en los hogares de miles de mexicanos que, de una u otra forma, dedicarán un instante a la memoria de quienes ya no están, entre ellos los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos” de Ayotzinapa en el estado de Guerrero, porque en el sentido más humano posible, no puede haber renacimiento alguno sin el reparo del dolor de todo un pueblo, que clama cese el peso de la cruz lacerante sobre las espaldas de los desposeídos y pueda darse paso a la calma del dolor por los desaparecidos.

Pasada la Navidad, se cumplirá un mes más de la desaparición y asesinato de los estudiantes de Ayotzinapa, y no es secreto para nadie, que más allá de cualquier creencia o ideología, los familiares y amigos no tendrán una celebración ni muchos menos, será un día más de esta larga pena que ha consternado al país y al mundo. La espera, la esperanza puesta en el regreso sigue movilizándolos, de igual forma, en que la mentira y las falsas verdades del poder van quedando grabadas con mayor profundidad. Se sabe de la mentira del Estado, de sus falsas verdades, pero también se sabe de la desolación y el desamparo que se quiere imponer para dar lugar a la desesperanza y el ocultamiento de una página más de la historia patria. Ahora la esperanza se delega a la Comisión para la Verdad constituida por el nuevo gobierno federal, saber el destino, las formas y desenmascarar las mentiras serán algunas de las misiones que tendrá que afrontar. Hoy como ayer, Ayotzinapa representa el rostro más siniestro del poder y el Estado, y al mismo tiempo, la esperanza más pura de la humanidad.

III

Estamos ante la próxima celebración, en gran parte del mundo, de la Navidad o Natividad, fecha que Occidente ha marcado para la conmemoración del natalicio de Jesús, cuyo papel en la historia religiosa se le ha otorgado como el “Hijo de Dios”, por lo que no es para nada una celebración menor, muy al contrario, es la ocasión fundadora del cristianismo. Viene a la mente, la guerra genocida que el sionismo judío ha desplegado desde décadas antes sobre el pueblo palestino. Israel, potencia bélica y cómplice del imperialismo estadounidense, lleva décadas masacrando a los palestinos e impidiendo el establecimiento de su pueblo, la Franja de Gaza es zona de guerra permanente, los bombardeos son constantes incluso en fechas santas, los cadáveres de niños y mujeres no causan conmoción ante los ojos de quienes se han auto nombrado el “pueblo de elegido”, y llevan a la práctica, un holocausto como el que ellos sufrieron de manos del nazismo alemán.

Un poco irónico, pero mucho más trágico, han condenado a desaparecer al pueblo palestino que resiste con todos los medios posibles, ante el abandono de la ONU, de las potencias del mundo y de millones de seres humanos que han olvidado que muy, pero muy cerca de ahí, en esa pobre y apartada geografía del orbe, nació a quien hoy celebran y desarrolló gran parte de su apostolado que da sustento a la fe que dicen profesar.

IV

En los Estados Unidos se cultiva en estas fechas una nueva expresión del terror, el neofascista Donald Trump, representa el regreso de la radicalidad xenofóbica, con un discurso no sólo racista contra los inmigrantes mexicanos y centroamericanos, sino que es, ante todo, la reinstauración del terrorismo como forma de hacer política. Sus amenazas y promesas de violencia y disturbios no son expresión de locura, son la muestra podrida de una de las corrientes antihumanas que se han desarrollado en el seno del desarrollo capitalista. Ejemplos tenemos en la Italia y Alemania de la Segunda Guerra Mundial, pero también, en las dictaduras latinoamericanas del siglo pasado.

Con esta postura radical ante la inmigración se rinde un homenaje a Samuel Huntington y su libro ¿Quiénes somos? (2004), en el cual expone una serie de cambios por los que ha pasado la identidad nacional de los Estados Unidos. El intelectual de la CIA enfoca su análisis en la prominencia y la sustancia de la identidad estadounidense, fundamentando su explicación con tres argumentos: 1) La variación histórica que sufre la prominencia de la identidad nacional de los estadounidenses. 2) La correlación que existe entre la identificación de los estadounidenses y el peligro que su nación pueda sufrir ante otras naciones. 3) En la afirmación de que la base de la identidad nacional estadounidense no son los rasgos raciales y étnicos sino el Credo americano resultado de su cultura protestante.

En ¿Quiénes somos?, Huntington muestra su temor por el hecho de que en las últimas décadas del siglo XX tanto la prominencia como la sustancia de la cultura y el Credo americano son amenazados por el “desafío” –según Huntington– que representan los inmigrantes procedentes de América Latina y Asia, especialmente de México. Debido a que esta inmigración -según Huntington- trae consecuencias graves para la unidad nacional de Estados Unidos, pues abre la puerta a la posibilidad de la creación de un país bifurcado, con dos idiomas y dos culturas: la angloprotestante y la hispana. El libro de Huntington está lleno de planteamientos de carácter racista sobre la inmigración a su país, a la cual ve como una amenaza para la unidad e identidad de la cultura nacional de los Estados Unidos, debido a que muchos inmigrantes mexicanos y centroamericanos mantienen en suelo estadounidense aspectos de su cultura como la lengua y la religión.

La actitud y pensamientos de Donald Trump reviven el fascismo que tanto mal causó en la Europa de principios del siglo XX y en América Latina, es una amenaza contra la humanidad, su fomento pone en riesgo no únicamente a los inmigrantes, pone en riesgo a la humanidad entera, el fascismo sigue vivo, es una latente posibilidad en países como Brasil con el nuevo gobierno de Jair Bolsonaro. Por ello, sin importar donde se encuentre la sinrazón, quienes creemos en un mundo mejor, debemos disputar desde nuestras trincheras de ideas a quienes buscan eternizar la injusticia, con el fin de contribuir a la conformación de ese mundo mejor, sin racismos ni explotación. Ese mundo mejor con rostro humano.

V

El pasado 22 de diciembre se cumplieron veintiún años de la masacre de Acteal en Chiapas, se reabrió una herida no cerrada y cada vez más olvidada. Cuarenta y cinco indígenas fueron masacrados por grupos paramilitares, en un crimen más del Estado mexicano. De aquellos integrantes de las bandas criminales que fueron detenidos sólo dos permanecen en prisión, los demás disfrutan ya un poco más de impunidad. Esta última ha imperado en este caso como en el de Ayotzinapa, la negación de investigar a los autores intelectuales perdura, el Estado hasta la fecha no realiza una verdadera investigación, cosa lógica pues tendría que investigarse a sí mismo. Nada nuevo para Navidad, más en uno de los estados de la república mexicana más podre, pero y sin embrago, el Estado que alberga la mayor esperanza en décadas: el movimiento zapatista.

El zapatismo o neozapatismo ha generado y enriquecido en buena medida al pensamiento crítico de las últimas dos décadas, sus formas poco convencionales, su organización horizontal, su escuelita y su otra política significan un quebranto y un renacer entre quienes aspiramos al resurgimiento del ideal humano, escondido bajo los escombros de un sistema que ha demostrado en los siglos de existencia, su incompatibilidad con la naturaleza humana. Cada diciembre-enero se celebra otra Natividad: el renacimiento de la utopía.

(Integrante del Colectivo Disyuntivas)