Alberto Híjar Serrano
Tiempos inciertos los de la transición a la democracia que ganará calificativo cuando los nombramientos de potentados corruptos y el desprecio por las organizaciones populares con proyectos precisos, concreten líneas de poder irremplazables. Hasta ahora, lo que ha triunfado es la democracia burguesa con todo su aparato electoral y el reparto de cuotas del poder. Las necesidades populares, hasta ahora, son retórica con señales de preservación de la impunidad de los criminales de Estado: el parlamento de Guerrero deroga el reconocimiento de las comunidades y pueblos para organizar su poder por usos y costumbres, con lo cual quedan reducidas a la ilegalidad las autodefensas y las policías comunitarias. Para destruir o disminuir la mayoría parlamentaria de MORENA, en el Estado de México, en Monterrey y en Puebla se desconocen triunfos en los parlamentos. Bastan los votos de dos magistrados en Monterrey para reconocer el triunfo del PRI en dos alcaldías estratégicas. Estos reacomodos son parte del juego electoral con autoridades sin capacidad de representación popular. Un gran letrero en la calle frente a la casa de campaña de López Obrador lo puso en claro: “no des el avión al pueblo”. Los abundantes peticionarios permanecieron fuera del letrero para que no sólo se viera desde arriba. “Dar el avión” es un modo popular de significar la sustitución de la verdad por argumentos fútiles. Los pueblos en defensa de la tierra, el agua y la biodiversidad, concretan la lucha constante contra el ecocidio aeroportuario y no es casual que Nacho del Valle, dirigente histórico del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra con centro en San Salvador Atenco haya saludado con consignas la historia del Taller del Sur: “la tierra no se vende, se ama y se defiende”.
Por estos días, lloramos la muerte de Samir Amin cuyo texto La desconexión ayuda mucho a entender las posibilidades de construir un poder anticapitalista. El Taller de Arte e Ideología del siglo pasado dedicó no menos de dos años a discutir los textos del camarada egipcio para dar lugar a un libro sobre el problema de “rearmar la nación” no el Estado, no ignorando el militarismo y la escalada policiaca globalizada ni la impunidad financiera propia de los contratos multimillonarios. Samir Amin describe la dialéctica entre el colonialismo propio de la acumulación del capital desde los viajes transatlánticos, la invasión de América y la organización del proyecto globalizador con el poder esclavista y feudal asociado a la disgregación tributaria característica de las formaciones sociales anteriores a las invasiones europeas. El desarrollo desigual y combinado es impuesto como necesidad económica, política y cultural. En su prólogo a Piel negra, máscaras blancas de Fanon, Amin aclara la violencia como dialéctica social y criminal más allá de la voluntad de los intelectuales. En otro libro de gran importancia pedagógica refuta la interpretación vulgar resultante de una mala lectura de Engels sobre la serie de modos de producción que van desde el comunismo primitivo hasta el comunismo “científico”, como una serie histórica que tiene que ser recorrida. Samir Amin aclara que: modo de producción es un concepto abstracto irreductible a la seriación histórica y al planteamiento de saltos que nada tienen que ver con las tesis de Marx sobre la economía política de la Rusia zarista o de las disputas imperiales en el centro de Europa como determinaciones superables por una estrategia revolucionaria comunista. La reducción de ésta en la crisis de las monarquías y el ascenso del nazismo y el fascismo, significan derrotas históricas de los partidos comunistas como exigencia de claridad frente a la transición para ponerle apellido. Los cientos de años que la burguesía dilató su hegemonía mundial, tendría que dar lugar a la claridad del tiempo y el espacio necesarios para la larga transición al socialismo disputando el poder a orientaciones democráticas y populares. Se preguntó Amin la posibilidad de un socialismo islámico por la guerra declarada por el imperialismo realmente existente contra los países de Medio Oriente.
La dialéctica y la lucha de clases como claves de la práctica histórica, es asumida por las coordinadoras, frente y concejos en proceso de construcción frente a la crisis de los derechos humanos y de los bienes naturales concesionados y expropiados por los consorcios transnacionales. El imperialismo no está fuera de México sino está dentro con los grupos del empresariado organizado. Pero hay actos asombrosos como la celebración de los 13 años de Taller del Sur donde además de la participación de excelentes músicos cubanos, la hubo de organizaciones de defensas de los derechos humanos como el Observatorio representado por el compañero recién llegado del Kurdistán, donde las mujeres en especial construyen una nación anticapitalista. El Consejo, y ya no sólo coordinadora, de Defensa del Pueblo de Oaxaca (CODEP) saludó acentuando el arraigo cultural consolidado con canciones emblemáticas como El son de la barricada y antes, con Arrímate al campesino, al obrero, al estudiante. Observadores reconocidos de los derechos humanos, asimilan la corrupción de las elecciones en Colombia y la impunidad de los grupos criminales amenazantes por escrito y por teléfono y con la presencia de paramilitares en las casillas con todo y los observadores ciegos y sordos de la OEA.
El internacionalismo opuesto al pensamiento único impulsado por la globalización capitalista es una tendencia clara que ha acompañado a las guerras por la independencia y la soberanía de los pueblos de América, desde Francisco Javier Mina y Bolívar hasta Cuba socialista y sus misiones revolucionarias en Vietnam, Angola y en auxilio de las víctimas y los damnificados por desastres naturales. Vale aquí recordar la consigna del dominico ejemplar Alberto Ezcurdia Híjar, expulsado de su orden: “no se trata de a ver quién gana sino de quién da más”. Tal plantean los versos de Antonio Guerrero, uno de los famosos cinco patriotas encarcelados en Estados Unidos por sus trabajos de contraespionaje contra los grupos anticubanos de Miami. Dos poemas de Antonio Guerrero han sido musicalizados por Daniel González, el incansable militante del canto revolucionario, como prueba internacionalista que también incluye “El niño negro” de Nicaragua antirracista y revolucionaria y “La ley de gravedad” del grupo Tahoné de Puerto Rico asombrado porque “todo sube y sube y ya nada baja más”. Todo esto es señal de una tendencia popular, nacional e internacionalista que avanza a la par de la reflexión crítica de numerosas asambleas y consejos con participación reflexiva de importantes críticos como Carlos Fazio, presente en la celebración de Taller del Sur dedicada a Héctor Alvarado el activista político de la Unidad Popular de Tlaxiaco ampliada a toda la Mixteca el siglo pasado y que fue muerto horas después de su elección como dirigente del sindicato de la Escuela Nacional de Agricultura de Chapingo. Memoria histórica, fiesta y duelo participatorios simbolizados en el público tocando latas como tambores, maracas y campanas, construyen la cultura necesaria a la tendencia anticapitalista en disputa del poder histórico.