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Opinión

¿Una Constitución moral? El Estado laico y Juárez de pantalla

Alvaro Cepeda NeriConjeturas

 

I.- Acaba de anunciar López Obrador que le están redactando –con su participación directa– una “Constitución Moral”. Y sus autores son: Ortiz Pinchetti, Pedro Miguel y Galván Ochoa. Es como una especie de catecismo para que los integrantes de Morena ajusten sus conductas. Se trata, por lo que han anunciado, de un Manual de Carreño para las buenas maneras de actuar en los cargos públicos que han estado anunciando, en el primer círculo, no del Infierno de Dante, sino del presidencialismo que busca crear, cambiando lo que se tenga cambiar, lo equivalente a lo que pueblo y dirigentes hicieron cuando Hidalgo y Morelos con el resto de la Generación de 1810, en la llamada Primera Transformación. Seguida de la Segunda cuando la Revolución de Ayutla, la Constitución de 1857, la Restauración de la República, con Juárez, Ignacio Ramírez, Prieto y la llamada Generación de la Reforma. Para culminar con el parangón de 1910-1917 de la Revolución de Madero que se extiende a Lázaro Cárdenas.

II.- Y hoy que se ha mostrado un claro repudio a lo que pasó de 1940 a este 2018, López Obrador quiere intentar la Cuarta Transformación con un neopopulismo sustentado como todos los populistas históricos, en la democracia directa, consultando a los ciudadanos sobre los proyectos del gobierno federal apoyado por sus mayorías legislativas en ambas Cámaras del Congreso de la Unión. No está nada claro eso de una “constitución moral”. Primero, porque ha de especificarse de cuál de todas las morales se trata. ¿Evangelista, en sus modalidades cristianas? ¿Católica? ¿Protestante? ¿Mahometana? “El término moral puede servir para designar al sistema organizado de las reglas de conducta recibidas por un grupo humano (moral judeocristiana, etc.)… Aunque en el lenguaje corriente a menudo los términos ética y moral se utilizan como sinónimos, son diferentes” (Xavier Thevenot: Moral y Religión en al Diccionario de las Religiones, coordinado por Paul Poupard; Herder ediciones).

III.- No será una tarea fácil recrear una “constitución moral”, ni siquiera para todos los lopezobradoristas, con diferentes militancias religiosas y hasta ateos; y será imposible hacerlos coincidir en una especie de catecismo. Así que en todo caso nada hay como que todos los mexicanos tengamos como norma de conducta la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y sus leyes reglamentarias, la historia patria, los derechos humanos universales y la máxima de que “entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”. Los mexicanos indígenas tienen sus creencias mezcladas con aquello de que los demás habitantes de esta Nación son “guadalupanos y católicos”; pero hay evangelistas, protestantes, etc. Así que la “constitución moral” que ha planteado López Obrador no promete ser un catecismo aceptado por todos los de Morena, al que el tabasqueño (evangelista-cristiano) quiere que sometan sus actos privados y públicos. Es mejor estudiar la Constitución Política. Es un documento histórico: jurídico, político, laico y de la ética democrática.

cepedaneri@prodigy.net.mx

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