Félix Sautié MederosCrónicas Cubanas
La Iglesia Católica atraviesa un momento crítico y los ataques a Francisco son un intento de acabar con él y desarticular sus esfuerzos renovadores
Queridos lectores de Crónicas Cubanas, hay circunstancias que se presentan de manera intempestiva y nos rompen cualquier planificación que nos hayamos propuesto. Eso nos sucede con cierta frecuencia a quienes pretendemos desempeñarnos como cronistas de nuestra época; y es el caso que quiero exponer en esta crónica porque en medio de un plan que me he propuesto para escribirles sobre el debate en Cuba por parte de la población del Proyecto de Constitución de la República, que ya ha trascendido su cuarta semana, me encuentro que en la Iglesia Católica universal, y valga la redundancia del término porque católica quiere decir universal, se ha agudizado la crisis de las ya conocidas lacras de los pederastas encubiertos con una nueva denuncia ahora en los Estados Unidos.
Francisco desde los inicios de su pontificado se ha enfrentado a estos males y a otros no menos execrables y está trabajando ingentemente en la ejecución de una amplia reforma, comenzando por la burocracia que existe en la curia vaticana, proclamando además el ideal evangélico de hacer una Iglesia pobre para los pobres.
Resulta que estos esfuerzos de Francisco que por demás ha atacado rudamente a los pederastas encubiertos con medidas concretas y ha declarado de crimen horrible sus nefastos desvaríos, se ha reunido con las víctimas, les ha pedido perdón, ha apoyado que se indemnicen, ha sustituido obispos, sacerdotes e incluso cardenales, ha propiciado que la justicia tome medidas legales, ahora se ha intensificado el ataque contra su pontificado con inusitada fuerza por una corriente rigorista que representa a una extrema derecha eclesiástica que se opone a sus reformas, que ha estado orquestando una campaña para pedirle la renuncia precisamente al Papa que está actuando en la práctica concreta contra estos graves problemas, de quienes en la época de Jesús fueron catalogados por él como raza de víboras y sepulcros blanqueados.
Francisco ha declarado que no les va a responder y continúa con su obra concreta, pero los que somos creyentes y estamos de acuerdo con sus reformas considero que sí moralmente tenemos que responderles y apoyar a Francisco, porque su liquidación podría ser un daño irreversible para la verdad, para la justicia y para la Iglesia que se sumaría con esa fuerza más a la ofensiva de la derecha internacional que actualmente aparece por todas las latitudes en el mundo que nos ha tocado vivir.
Como solución básica Francisco ha atacado con fuerza al clericalismo que durante siglos ha desvirtuado a la Iglesia de Jesús y ha proclamado la necesidad del ascenso de los laicos en el desarrollo y la conducción de la Iglesia a partir del Evangelio que algunos tratan de manipular al servicio de sus intereses de clase, porque cuando se lee al Evangelio sin falsas interpretaciones ni omisiones, por ninguna parte aparecen la opulencia, el afán desmedido por las riquezas y el ocultamiento de la verdad, así como la manipulación de la doctrina en favor de sus mezquinos intereses personales, por el contrario, a todo lo largo del texto aparecen las denuncias de Jesús a estas lacras humanas que ya en su tiempo se manifestaban en las cúpulas religiosas.
En el Evangelio de Marcos, Capítulo 7, versículos 15 y l6 se plantea algo muy directo al respecto de estos rigoristas que quieren liquidar a Francisco: “Guardaos de los falsos profetas que vienen a vosotros con disfraces de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis...”
Precisamente contra esos falsos profetas que tanto daño le hacen a los pobres de la Tierra y especialmente a los más desvalidos es un deber moral manifestarse, denunciarlos y rechazarlos, que se ha puesto al orden del día en apoyo a Francisco y a su obra renovadora, al que no voy a renunciar.
Así lo pienso y así lo expreso en mi derecho a opinar, con mis respetos para el pensamiento diferente y sin querer ofender a nadie en particular.