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Opinión

Acerca de la estructura organizacional y administrativa del Ministerio de Cultura en 1976*

Armando Hart Dávalos

Correo desde la Isla de la Dignidad

Cuando concebimos la organización del Ministerio de Cultura (Mincult), no pensamos —únicamente— en la estructura y ordenación de su aparato central y la organización de su equipo administrativo —desde luego, eso hubiera sido mucho más sencillo—, sino que desde el principio se pensó en todo lo que representaba la organización de la producción cultural en el país. Es decir, siempre que se realizó el análisis del tema estructural y organizativo del Mincult, se hizo pensando que investigábamos para llevar a la realidad un asunto muchísimo más amplio y complejo que el diseño y puesta en práctica del aparato burocrático y administrativo del organismo central; por consiguiente, debo reiterar que a esta decisiva cuestión se le dedicaron muchas horas de meditación y análisis.

Debo recordar que para el mes de octubre del año 1978, cuando ya casi habían transcurrido dos años del trabajo del Mincult, todavía no se sabía en los cuadros centrales del organismo, con total certeza, cuáles serían las formas estructurales y organizativas que se debían adoptar para la rama de la producción artística y literaria en general en todo el país.

Hoy pudiera pensarse, quizás, que esos problemas se demoraron demasiado en resolverse. Incluso, en aquellas circunstancias, también yo lo pensé un sinnúmero de veces. Sin embargo, la práctica nos enseñó que esos problemas de organización requieren un proceso de maduración que no se debe violentar por ninguna razón o apresuramiento, porque en estas cuestiones de tipo organizativo intervienen, entre otros muchos elementos, dos factores que se deben resaltar muy particularmente: las concepciones que se tienen acerca de la organización misma y los cuadros que se necesitan para llevar adelante esa organización. Es por ello que llegamos a la conclusión de que en ese sentido ejecutaríamos cuatro etapas de trabajo: la primera, desde el 30 de noviembre de 1976 —cuando se aprobó la estructura del Mincult— que era la entonces vigente de manera formal, y que culminó, justamente, en diciembre de 1978; la segunda, que abarcó los años 79 y 80; la tercera, pensada para el quinquenio 1981-1985, concebida con una mayor proyección de futuro; y una cuarta etapa, con los planes y proyecciones hacia el año 2000; desde luego que esta última incluyó una perspectiva más estratégica y general basada en los estudios prospectivos que se debían realizar.

Recuerdo que durante la primera etapa se mantuvo la estructura que ya existía en los organismos culturales presentes en el país hasta el 30 de noviembre de 1976, y se empezó a trabajar en esa forma. Con objetividad, la práctica demostró que esa estructura necesitaba cambios profundos; pero cuando estos se fueron a realizar, nos dimos cuenta de que no estábamos en condiciones de hacerlo; solo podíamos hacer algunas mejoras importantes, pero no se podían realizar esos cambios profundos a los que aspirábamos. La estructura hecha para 1976 obedeció a un esquema anterior que no se ajustaba con la coherencia debida a la concepción estructural que necesitaba la cultura en el país.

No voy a hacer un análisis de esa estructura. Creo que muchos compañeros lo han realizado; todos más o menos podemos tener criterios sobre ésta. Nosotros estuvimos tentados durante estos dos años a aplicarle cambios bastante sustanciales a esa estructura, y con posterioridad a hacer análisis muy detenidos y recoger la experiencia de otros países y lo que la práctica de estos dos últimos años nos había arrojado; llegamos a la conclusión de que, objetivamente, esa estructura necesitaba cambios profundos. Sin embargo, cuando ya fuimos a abordar esos cambios profundos —y yo voy a explicarles en qué, a nuestro juicio, consistían esos cambios profundos, como una apreciación—, nos dimos cuenta de que no estábamos en condiciones organizativas de hacer esos cambios profundos, sino simplemente de aplicar mejoras importantes… O algunos arreglos, pero no podíamos hacerle esos cambios profundos que queríamos.

La estructura que se hizo para 1976 obedecía a un esquema que aún para la concepción estructural en que la hicimos, no se ajusta… no tenía una coherencia, aún para esa concepción estructural. Porque esto se tuvo que hacer muy aceleradamente. Sin embargo, […], nos dimos cuenta de que aunque era indispensable hacer esos cambios, no era posible en esos momentos, no teníamos condiciones para aplicarlos.

[…]

Y por este camino hemos llegado a una concepción organizativa que no la vamos a plasmar todavía en el organigrama que les vamos a presentar a ustedes, sino que la vamos a estudiar hacia el futuro, de cómo resolver este problema; en el sentido de que el Mincult atiende cinco líneas de producción artística perfectamente definidas y que deben ser organizadas con las características propias que tienen entre sí, porque existen profundas relaciones, pero que al mismo tiempo se diferencian unas de otras, y hacia el futuro —y eso es lo que hay que estudiar hacia el futuro, sobre todo hacia el plan quinquenal—, cada una tiene que tener sus órganos económicos y sus órganos de cuadros, y sus órganos de promoción y sus órganos de divulgación, propios, típicos cada una de ellas independientemente de que respondan al conjunto del Ministerio.

Y esas cinco líneas de producción artística, perfectamente diferenciadas —y señalemos que el aspecto administrativo y el aspecto técnico y el aspecto de política cultural deben conciliarse en la dirección de cada uno de esos órganos— constituyen las cinco líneas de producción artística y literaria más decisivas del Ministerio, que son: la Producción Cinematográfica, la Producción Editorial y Poligráfica, la Producción Musical y de Grabaciones, la Producción de Artes Plásticas y Diseño, y la Producción de las Artes Escénicas en general.

[…]

Ahora, estos cinco renglones nosotros debiéramos priorizarlos igualmente con criterio cultural, y aspiramos a que cada uno de estos cinco renglones tenga sus órganos, sus «mecánicas» y sus formas de actuar, con cierta autonomía —no con independencia total, sino con cierta autonomía—. Pero esta concepción, que la tenemos muy clara, no podemos aplicarla ahora inmediatamente.

Después de estos cinco renglones, ¿qué tenemos en el Ministerio de Cultura? Bueno, tenemos el Sistema de Enseñanza Artística, eso sí que no es productivo directamente. Eso se justifica porque el Sistema de Enseñanza Artística posee un valor que lo hace incidir en todo lo demás. Tenemos la Promoción Popular de la Cultura, todo lo que comprende a los «aficionados»; todo lo que es Casas de Cultura, promoción de la Cultura. Eso se justifica también por razones culturales, políticas, educativas y otras. Eso no puede entrar dentro de una línea de caracterización económica. Tenemos las Casas de Cultura; también los Museos y Monumentos, y las Bibliotecas. A eso le podemos llamar Servicios Culturales.

Pudiéramos, entonces, decir que hay cinco líneas de producción artística, que deben tener fundamentos económicos: Cinematografía, Editoriales y Poligrafía, Música, Artes Plásticas y Diseño, y Artes Escénicas; además, Servicios Culturales, como la Enseñanza Artística, la Promoción Popular de la Cultura —dígase los «aficionados», etc.—, las Casas de Cultura, los Museos, los Monumentos y las Bibliotecas. Esto, aparte de otros servicios económicos, la Atención a los Órganos Locales y las Relaciones Internacionales, etc., y demás servicios específicos que se brindan.

[…]

Tenemos que movernos culturalmente en América Latina y el Caribe […]. Y tenemos que ir al fortalecimiento y desarrollo del Centro de Investigación del Caribe.

[…]

* Texto número 3 publicado en la Antología Pasión por Nuestra América. Se trata de la versión de la intervención que pronunció en la reunión efectuada en la Biblioteca Nacional José Martí, el 25 de octubre de 1978. La compiladora presentó este texto en el marco de este primer volumen de la etapa del Mincult, porque en este trabajo el Dr. Hart nos explica la estructura, los aspectos organizativos y administrativos, y otros asuntos de interés que fueron puestos en práctica para toda la rama artístico-cultural del Mincult y, desde luego, la importancia de este texto reside en que nos permitirá tener una mejor comprensión de su visión y de lo que fueron sus labores fundacionales en el escenario del Mincult de Cuba en el año 1976.

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