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Opinión

Argentina, en un nuevo momento histórico

Michael Vázquez Montes de Oca

La noticia que impactó como una bomba a América Latina fue la aplastante derrota de Mauricio Macri en las elecciones primarias, en la que fue derrotado por el Frente de Todos, una alianza de mayoría peronista que tiene como fórmula a Alberto Fernández como candidato presidencial y a Cristina Fernández de Kirchner en la vicepresidencia, que obtuvo el 47.6% y ello significó más de 15 puntos de diferencia. Macri no esperaba tal nivel y creía que quedaría abajo sólo por tres o cuatro puntos, que emparejaría en la primera vuelta de octubre, ganaría en la segunda y continuaría hasta el 2023.

La ventaja lograda por el Frente ha sido de tal contundencia, que todos los analistas coinciden en que es simplemente irremontable, de modo que es razonable esperar que supere este desempeño, una gran noticia para nuestra América.

Ha quedado claro el contundente rechazo a las asfixiantes políticas aplicadas: recortes masivos de puestos laborales, inflación galopante, caída de salarios, mega devaluación del peso y endeudamiento externo, tarifazos de más de 1,000%, desindustrialización, quiebra de miles de pequeñas y medianas industrias, comercios cerrados a la espera de un dólar estable, caída en los haberes de pensionados y jubilados, desempleo en alza, reducción sustancial de la inversión pública; un país realmente estancado con un patrimonio devastado, un PIB decrecido y un aumento importante de la desigualdad.

En tres de sus cuatro años de gobierno ha habido recesión. La inflación tuvo un alza constante y el pasado rozó un récord de casi 50%, la deuda aumentó en 27% y representa alrededor del 95% del Producto Interno Bruto, el precio del dólar aumentó de 9.50 y la brutal escalada que abrió a 18 pesos el 2018, trepó hasta 40 a mediados y pegó otro salto a más de 60 y sigue con una tendencia permanentemente alcista, que tendrá impactos muy negativos en los precios internos, la inflación y la pequeña y mediana empresa.

El avance de la actual crisis se manifiesta con suma claridad en el mercado laboral: en los primeros 5 meses han sido destruidos más de 94 mil plazas de trabajo y se ha precarizado, despidos masivos y aumento de los paros, así como claros indicadores del declive. En el primer trimestre del 2019, el desempleo alcanzó el 10.1%, algo que no sucedía desde 2006, lo que equivale a más de 2 millones de personas y se estima que hay casi 5 millones de trabajadores no registrados con salarios irregulares y sin prestaciones.

El gobernante argentino afronta hoy una de sus peores etapas, ha sido desastroso, con problemas de todo tipo. Para supuestamente proteger a los más frágiles de los efectos del draconiano plan de ajuste acordado para “sanear” la economía (quienes se beneficiaron fueron principalmente los especuladores, incluidos el presidente y varios de sus ministros), su ultra neoliberal administración recibió el año pasado un préstamo o “rescate” del Fondo Monetario Internacional de 57 mil millones de dólares, que fue decidido por Donald Trump, en favor de su amigo, con el fin de sostener a uno de los regímenes más serviles al imperialismo yanqui en América Latina y el Caribe, al extremo que despertó celos y censuras de algunos socios europeos de Washington.

Durante su campaña, prometió Pobreza Cero. Posteriormente, aclaró que sólo era “una aspiración” y que, de todas maneras, quería que fuera evaluado por este indicador y dijo “Si cuando termine mi presidencia no bajé la pobreza, habré fracasado. Más allá de las cosas que hayamos obtenido, todo lo demás serán excusas”. Este año aumentó al 32% (2.6 millones de nuevos pobres y la mitad de los niños lo son) y al cierre de su mandato se prevé una cifra superior. Una de las pruebas más visibles de este aumento de la penuria fue la invasión de indigentes durmiendo a la intemperie en Buenos Aires, quienes han sido objeto de una despectiva campaña por parte de figuras afines al oficialismo.

La población más vulnerable ha sido duramente castigada y no parece estar dispuesta a aceptar cualquier solución a sus reclamos. Los sindicatos y los movimientos territoriales de las periferias urbanas han estado manifestándose de forma casi ininterrumpida, un escenario que no van a abandonar hasta que no vean satisfechas por lo menos algunas de sus demandas. Muchos todavía tienen un lugar para vivir, pero apenas si llegan a fin de mes y cada semana padecen los aumentos de precios de productos y servicios, la inflación no cesa y cuando valoraron a Macri, casi el 70% de los ciudadanos lo desaprobó.

Su innecesaria sumisión al FMI la deja en una situación de gran dependencia, con altas probabilidades de impago de la deuda y con un nuevo default quedaría en enorme fragilidad, algo que el mercado global ya está previendo.

El problema es que la duda sigue existiendo, se recuerda la corrupción y ello explica que, a pesar de la desastrosa situación, un 32% se hayan pronunciado por el continuismo macrista.

Triste y solitario final el del mandatario y su modelo, quizás haya comprendido que no se puede gobernar contra el pueblo, como si éste no existiera, a pesar del respaldo de las grandes corporaciones de medios y del capital concentrado. Envió a vivir a la calle a los más endebles y transfirió a los paraísos fiscales el dinero de los especuladores y transnacionales y ello no se le perdona.

Este conjunto de factores hace que no haya mucho margen para el optimismo y algunos analistas financieros sostienen que la posibilidad de que Macri no gane, eleva la incertidumbre con respecto a la estabilidad de las economías latinoamericanas.

Alberto Fernández, el candidato que venció en los comicios, expresó “Estoy seguro de que hoy empezamos a construir otra historia y les quiero dar las gracias a todos y todas los que nos dieron el voto, compromiso de su confianza” y continuó “No venimos acá a restaurar un régimen sino a crear una nueva Argentina que tome en cuenta las mejores experiencias, que termine con este tiempo de mentiras y que dé un horizonte mejor para el futuro”, “A los que nos mandaron a dormir, les decimos que se durmieron demasiado”.

Fernández explicó cuál será el rumbo que tomará. “Creo que finalmente la Argentina escuchó el mensaje que decía que a nosotros nos importa la educación pública y que tienen que estar de pie las escuelas para enseñarle a nuestros hijos, que nos interesa la universidad pública y queremos seguir sembrando universidades para que en cualquier rincón de la Patria los chicos puedan estudiar, que las pymes que invierten y dan trabajo deben ser atendidas, cuidadas y respaldadas desde el Estado, que nunca creímos que la mejor forma de progresar era sacarle los derechos a los que trabajan”. Subrayó que a partir de esta noche “se terminó el concepto de venganza, de grieta y de cualquier cosa que nos divida”. “Vamos a ser ese país. Se lo debo a Estanislao y ustedes se lo deben a sus hijos”, animó ante el aplauso de los militantes que estaban en el búnker.

Varios problemas permiten concluir que el neoliberalismo salvaje derrotado en las urnas dará paso a uno más suave, pero en modo alguno a un post-neoliberalismo, como estiman algunos comentaristas. La situación global cambió profundamente, con una guerra comercial implacable que coloca al caudal global al borde de la recesión, incluyendo países tan importantes como Alemania; en el 2015, no gobernaba Trump ni había un Brexit a la vuelta de la esquina; ahora hay mucha más miseria y mucha más hambre, pero además todos los días se caen más fuentes de trabajo, mientras vacían la escuela pública, entregan la soberanía nacional y multiplican la deuda externa bajo las garras del FMI; el análisis no es complejo: una gestión que no está al servicio de la sociedad, está contra ella.

Las elecciones primarias dejan otra lección: el camino para derrotarlos es el de la unidad de las fuerzas, llevando la lucha contra lo que lleva inexorablemente a la recesión, la miseria y a un endeudamiento que hipoteca el futuro de las próximas generaciones. Cuando los hechos son contundentes no hay publicidad, discursos mediáticos ni manipuladoras campañas por las llamadas redes sociales que puedan modificar la visión de las mayorías sobre la realidad.

Ganadores y perdedores coinciden en que es necesario impedir un estallido, el traspaso del poder está previsto para el 10 de diciembre, siempre y cuando no se repita la huida en helicóptero que hiciera famoso al ex mandatario Fernando de la Rúa en el 2001.

Faltan pocas horas para los sufragios y la derrota del estándar del Fondo Monetario Internacional y de las políticas estadounidenses, abre la posibilidad de nuevos caminos en una región donde se quiso imponer el imaginario colectivo de un supuesto fracaso de los gobiernos progresistas.

La derecha, por más que se disfrace de moderna, no tiene otro patrón que el neoliberal, destinado a satisfacer los intereses de las trasnacionales, voraces en su sed de recursos naturales; de traficantes nacionales y foráneos, depredando el medio ambiente, privatizando empresas nacionales, comprometiendo la soberanía y la fragmentación y balcanización de la región, de acuerdo a los dictados de Washington y ello ha significado un enorme retroceso económico, político y sobre todo social; pesadas herencias recibirán aquellos que los sucedan, para poder disponer de las riquezas en favor de las mayorías del pueblo, redistribuyendo la renta.

El neoliberalismo tiembla ante el probable resultado de las votaciones en Argentina y Uruguay, más el ya obtenido en Bolivia y las protestas en Chile y en otras naciones del Subcontinente, que podrían poner fin a la fiesta programada desde Washington.

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