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Opinión

Gilberto Balam Pereira

Cristóbal León Campos

Un Nombre con Mayúsculas

La experiencia vertida en sus escritos, la crítica a lo injusto puesta como identificación, el compromiso con los desposeídos, la congruencia inquebrantable ante la ofensa y la vileza represiva de los años en el “Palacio Negro de Lecumberri”, son algunos de los rasgos característico del doctor Gilberto Balam Pereira, militante de izquierda en Yucatán-México, su nombre escrito con mayúsculas ocupa un lugar entre los imprescindibles seres entregados al mejoramiento humano.

Lo conocí primero, como suele suceder con las personas cuya trayectoria ya han marcado la vida de otros, a escuchas entre cafés, marchas, foros y mitin, de alguna u otra forma referencias de él llegaban traídas por otros también militantes con trayectoria, más tarde, fue a través de sus escritos el acercamiento, principalmente mediante su ensayo Tlatelolco 1968. Reflexiones de un testigo, una obra cruda, seria y auto-reflexiva y testimonial, que invita a cuestionar al poder de entonces como al de hoy, a los movimientos sociales y su devenir en las necesidades presentes, un relato histórico con mirada desmenuzada que realza el acontecer con las pinceladas de crítica, un texto vigente para el estudio y que debe reeditarse para las generaciones actuales, escrita en las mazmorras de Lecumberri, donde Gilberto Balam pasó ocho años y cinco meses, a causa de la represión gubernamental sobre el movimiento médico de 1965, del cual fue uno de los impulsores y dirigentes. Años después, pude establecer amistad con él, cuando integramos el Comité yucateco por la liberación de los Cinco, desde entonces, uno de los temas y de los compromisos que compartimos fue la solidaridad incuestionable con la Revolución Cubana, organizando diferentes actividades y compartiendo espacios de diálogo para difundir la verdad sobre el proceso revolucionario en la isla caribeña. De ahí en adelante, cada encuentro fue dando lugar a la amistad, a las charlas lúdicas y los encuentros informales en espacios públicos y privados, pero siempre, la política era mexicana y la realidad cubana era los ejes que nos permitían conversar con amenidad.

Gilberto Balam era un ser crítico permanentemente, con los años el tema de Tlatelolco y el movimiento de 1968 también nos acogió en diversos espacios, ya fueron los que organizábamos en la UADY o en espacios de otras instituciones, otras veces, como la última en este año 2019, en el seno de una universidad privada que abrió sus puertas al tema, como era costumbre, Balam Pereira presentó su análisis del movimiento y desarrolló una crítica que desde años antes venía expresando de forma verbal y escrita, referente al hecho de que cada 2 de octubre suele caerse en el error de hablar de muertos y no de las razones estructurales del movimiento, su importancia y trascendencia, es decir, una crítica a la nostalgia de izquierda y a la equivocada visión reduccionista que se queda en la denuncia de la represión, pero que nada aporta para la comprensión global del movimiento estudiantil-popular del 68.

Sus escritos mostraban lo dicho, por ejemplo, puede citarse sus estudios médicos sobre la desnutrición infantil, los cuales enfocaba con mirada social, no se quedaba en el diagnóstico, sino que buscaba las razones sociales y económicas del porqué la condición de miles de niños los conduce a padecer, eso le hacía ser un profesional comprometido, pues al reconocer las causas estructurales de la desnutrición, obligadamente se veía frente a las condiciones de pobreza y explotación causadas por el sistema capitalista, de ahí la razón de su militancia de izquierda, no concebía el ejercicio de su trabajo y sus investigaciones sin la búsqueda de soluciones sociales de los males estudiados, algo que la gran mayoría de investigadores encumbrados en las universidades olvidan o simplemente prefieren ignorar para seguir en la placentera posición de la adulación sistémica, pero Gilberto Balam rehuyó de esas actitudes oportunistas y convenencieras, ejerció la ciencia al servicio del pueblo, aunque eso incomodara o le generara el rechazo de los injuriosos acomodados en el autoengaño.

Ahora, el doctor Gilberto Balam Pereira nos deja un legado intelectual sumamente relevante, nos pasa a las generaciones actuales y venideras la batuta de generar nuestros propios compromisos profesionales y sociales, deja su ejemplo de compromiso inconmovible frente a la represión y con sus ideas, es tiempo de que quienes de una u otra forma buscamos contribuir en la construcción de un mundo mejor, asumamos el reto que significa el evidente cambio generacional que sobre nosotros recae como vendaval y urgencia.

Descanse en paz

Integrante del Colectivo Disyuntivas

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