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Opinión

A 500 Años de la Presencia de Africanos en el Mayab

Jorge Victoria Ojeda*

A. Crosby, en su libro The Columbian Exchange. Biological and Cultural Consecuences of 1492, señala que en el siglo XVI se experimentó en el continente americano una gran revolución biológica que, además de seres humanos, trajo oleadas migratorias de animales y plantas que modificaron, con el paso del tiempo, sistemas alimentarios y agrícolas en muchas partes del continente (1972: 64-66). De los grupos de personas que se trasladaron al Nuevo Mundo, ninguno emula en cantidad a los cerca de 12 millones de esclavos sacados del Africa y trasladados de manera forzada, entre el siglo XVI al XIX.

En el caso de Yucatán, dado que de las expediciones de Francisco Hernández de Córdoba en 1517,1 y la de Juan de Grijalva al año siguiente, no se cuenta con datos precisos de la conformación de los navegantes, se desconoce si entre ellos hubo un sujeto de procedencia africana, o nacido en la Península Ibérica.

De tal forma, queda a la expedición de Hernán Cortés de Monroy y Pizarro Altamirano que arribó a la isla de Cozumel el 21 de febrero de 1519 -hace ya cinco siglos-, el haber traído a territorio de la futura Nueva España (y a tierra firme continental), a la primera persona de tez negra. El cronista Díaz del Castillo –o si el lector prefiere Cortés en el anonimato, según Duverger–,2 señala que después de tres días de estancia en esa isla, el capitán extremeño hizo un recuento de su gente, naves y animales, y reportó contar con quinientos ocho soldados, ciento nueve personas entre maestres y pilotos y marineros, y dieciséis caballos y yeguas, “e once navíos grandes y pequeños, con uno que era como bergantín que traía a cargo un Ginés Nortes; y eran treinta y dos ballesteros y trece escopeteros” (Díaz, 1966: 82).

De un listado de las bestias señaladas en esa expedición, Díaz destacó lo siguiente: “Juan Sedeño, vecino de La Habana: [pasó] una yegua castaña, y esta yegua parió en el navío. Este Juan Sedeño pasó [como] el más rico soldado que hubo en toda la armada, porque [trajo] navío suyo y la yegua y un negro […], porque en aquella sazón no se podía hallar caballos ni negros, si no era a peso de oro...” (Díaz, 1966: 70). No obstante la mención, se sabe que los negros en la expedición de Cortés fueron varios, aunque imposible de evaluar la cifra por la propia invisibilidad de esa gente en las fuentes3 (Restall, 2005: 30).

De acuerdo al contexto de la época, ese sujeto, al igual que sus demás compañeros de color, pasó desapercibido en las listas de soldados u otros sujetos procedentes de ultramar, sin embargo se convirtió en la primera persona africana que oficialmente pisaba tierras yucatecas.4 Y aunque Díaz no apuntó nombre, éste quizá fue el llamado Juan Garrido cuya imagen aparece en dos ocasiones en los dibujos de fray dominico Diego Durán, conocido como Códice Durán (Durán, 1880, caps. 73 y 74), proveniente del último tercio del siglo XVI (Ilustración 1), y en el documento mexicano conocido como Códice Azcatitlán (quizá finales del siglo XVI) (Ilustración 2). Sin embargo, existe la duda si el negro Garrido fue el mismo a quien se le conoció como Juan Cortés. Ricardo Alegría sugirió que el cronista Antonio de Herrera pudo cambiar el apellido y llamar Juan Cortés al negro que acompañaba al conquistador de México, aunque en verdad se tratase de Garrido5 (1990: 117).

Según los datos que Restall aporta, en unión a los de otros investigadores como el citado Alegría y Richard Gerhard (1978), se sabe que el primer africano que pisó tierras mayas nació en (c.a.) 1480 en el Africa Oriental y pasó después a Portugal, quizá como esclavo o por voluntad propia. Tal vez en 1495 arribó a Lisboa y se convirtió al cristianismo, pasando luego a Sevilla. Su libertad no se sabe en cuál de las dos ciudades la obtuvo. Cerca de 1503 pasó a la isla de Santo Domingo acompañando al español Pedro Garrido, del cual fue sirviente, no esclavo (2005: 27).

Las acciones de Juan Garrido en tierras americanas no quedaron únicamente en el papel de acompañante libre, sino que su actuar en las tareas de batalla contra los pueblos originarios, al igual que otros negros en América hispana, le ha llevado a ser integrante de los llamados “conquistadores” de color. De tal manera, entre 1508 y 1519 participó en las conquistas de las islas de Cuba y Puerto Rico, en las de Guadalupe y Dominica, y en el “descubrimiento” de la Florida. En ese último año apareció en la expedición de Hernán Cortés. Entre otros asuntos de interés, marchó con Cortés a Baja California (1533-1536). Murió en la Ciudad de México en 1547, dejando a su viuda con tres hijos. En su Probanza de Méritos Garrido apuntó que fue la primera persona en sembrar trigo en México (Restall, 2005: 19, 26).

A pesar de ser el más conocido, otro de los negros que vino con Cortés fue el llamado Francisco de Erguía, a quien se le atribuye, sin datos que lo confirmen, el haber introducido la viruela y el sarampión al México del siglo XVI (Restall, 2005: 29).

Aparte de ese hecho, los inicios de la llegada de gente africana al Mayab se encuentran en el conjunto de hombres que el conquistador Francisco de Montejo, el Mozo, trajo a tierras americanas para su labor de conquista (1527-1545), entre los cuales se encontraban algunas personas de esa procedencia. Se sabe de ellos ya que, en correspondencia a su valentía y coraje, se dio el caso de que alguno como Sebastián Toral, esclavo en 1530, lograra su libertad por su participación en los combates contra los mayas (Victoria, 2015: 26).

Las crónicas de la Colonia también recogieron la presencia de aquella gente. De tal forma, en 1547 se dio el naufragio de un buque cargado de africanos en Ecab, y el texto maya que lo recoge, la Crónica de Chac Xulub Chen, cuya escritura se atribuye a Ah Nakuk Pech, cacique de dicho sitio, los apunta como “ek boxe”: estrella negra, o como algo o alguien sucio, en lengua maya (Victoria, 2015: 26).

La gente africana que acompañó a los europeos y que siguió fluyendo a la región durante todo el período colonial, sea como esclava o libre, se encontró con una densa población autóctona en Yucatán lo que permitió el fomento de intercambios biológicos y (seguramente) culturales entre ellos, configurando un espacio de mestizajes e hibridaciones extendido, tanto entre los nativos como en los africanos. De modo que desde tiempos tempranos de la Colonia se dio un proceso de convivencia que impidió de alguna manera la separación étnico/racial programada por la corona española. En tiempos independientes de México y de Cuba, el flujo con esa isla también trajo consigo la migración de gente de procedencia africana.

A pesar de la “invisibilidad” (física y aposta) de lo africano en Yucatán, su presencia se refleja en el resultado de los estudios del material genético de la población nacional efectuado hace pocos años (2009), donde se concluyó que en Yucatán, uno de los estados estudiados, un 18% de la población tiene antecedente en el Africa Occidental.6

A 500 años de la venida de los africanos a la península, cabe reflexionar si acaso conocemos lo suficiente de ellos. Valiosas han sido las aportaciones de diversos académicos locales, nacionales y extranjeros en las últimas dos décadas, pero hay mucho por trabajar aún, Parece que el tema no encuentra eco en autoridades para su investigación y difusión de manera más allá de un trabajo académico. Falta difundir y dar a conocer la presencia africana y afrodescendiente en los espacios urbanos que convivimos cotidianamente, olvidarnos de ideas caducas como que Santa Lucía era barrio de negros, que el centro de la ciudad era exclusivo para “blancos”, o que simplemente “nunca hubo negros en Yucatán”.

Estamos aún en el Decenio de los Afrodescendientes 2015-2014 (resolución 68/237) pronunciado por la Asamblea General de la ONU, que en el apartado de Reconocimiento, insta, entre otras cosas, a la investigación de esos grupos sea en su historia del pasado o en la actualidad, con miras a que los… “libros de texto y otros materiales educativos reflejen con precisión los hechos históricos relativos a tragedias y atrocidades del pasado, en particular la esclavitud, la trata de esclavos, la trata transatlántica de esclavos y el colonialismo, a fin de evitar los estereotipos y la tergiversación o la falsificación de esos hechos históricos, que podrían propiciar el racismo, la discriminación racial, la xenofobia y las formas conexas de intolerancia”.7

Esperemos que las autoridades de gobierno(s) vuelvan la mirada a ese grupo puesto que, según encuesta del INEGI del 2015, Yucatán tiene un 11.5% de personas mayores afrodescendientes, bajo el enfoque de autorreconocimiento8 (Ilustración 3). Pero ¿quién ha escuchado hablar de ellos? Falta visibilizarlos en la historia y el presente, y garantizar sus derechos humanos y necesidades en las políticas públicas.

Bibliografía

Alegría, Ricardo, Juan Garrido, el Conquistador negro en las Antillas, Florida, México y California, C.A. 1503-1540, Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico, San Juan, 1990.

Crosby, Alfred, The Columbian Exchange. Biological and Consequences of 1492. Greenwood, Connecticut, 1972.

Díaz del Castillo, Bernal, Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, Editorial Porrúa, México, 1966.

Durán, Diego, Historia de las Indias de la Nueva España e Islas de Tierra Firme, Imp. Ignacio Escalante, México, 1880.

Duverger, Christian, Crónica de la eternidad, Taurus Editorial, Madrid, 2012.

Gerhard, Peter, “A Black Conquistador in Mexico”, Hispanic American Historical Review, núm. 58, vol. 3, 1978.

Restall, Matherw, “Conquistadores negros. Africanos en la temprana Hispanoamérica”, https://www.academia.edu/24381230/Conquistadores_Negros_article_Restall_2005_

Victoria, Jorge, Africanos y afrodescendientes en el mundo de los mayas, en Jorge Victoria y José Juan Cervera, ed, en Yucatecos de otros rumbos, Sedeculta, Conaculta, Mérida, 2015.

* Profesor-Investigador de la UCS-CIR-UADY

1 Díaz (1966: 80), señala que esta expedición se conformó por 110 soldados y la de Grijalva por 240, más únicamente se apuntan españoles en el texto.

2 El investigador francés Christian Duverger, en su libro, Crónica de la eternidad (2012), sostiene que Cortés escribió el texto que después fue atribuido “al soldado raso” iletrado, Bernal Díaz del Castillo.

3 Sin soporte documental, en su link C. Taylor apunta que Cortés viajó con “200 indios y negros aproximadamente”, http://www.todahistoria.com/la-llegada-de-hernan-cortes/ (Consulta: 16/02/2019).

4 Se dice que en el viaje de Cristóbal Colón de 1492 el piloto de la carabela La Niña, y en el viaje de 1502 tenía un camarero negro llamado Diego (Restall, 2005: 26-27).

5 La confusión más bien debió provenir se alguno de los informantes orales de los que se Herrera se valió para escribir su historia.

6 ttps://www.mural.com/aplicaciones/articulo/default.aspx?id=259946 (Consulta: 10/11/2018).

7 “Decenio para los Afrodecendientes. Reconocimiento) http://www.un.org/es/events/africandescentdecade/recognition.shtml (Consulta: 12/01/2019).

8 https://www.iis.unam.mx/blog/vejez-afrodescendiente/ (Consulta 17/02/2019).

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