Ramón Huertas Soris
Un hombre que cumplió su tiempo en la Tierra, al llegar a la antesala del limbo, supo que podía pedir información exacta que le pudiera hacer comprender algunas cosas que en vida siempre le intrigaron pero nunca logró comprender.
No titubeó nada, pues le quedaba claro lo que más hubiera querido entender en vida.
-Los humanos vivimos influidos por el pasado que ya fue, temerosos e irresponsables con respecto al futuro que todavía no ha sido y supuestamente comprometidos con sacarle el jugo al presente para lograr el mayor provecho del placer y ventajas materiales. Aconsejan algunos ignorar el pasado y el futuro lo suficiente para que nuestros pensamientos, emociones y acciones se centren en el presente. Otros plantean que cada episodio del pasado y cada acto de vida presente debe proyectarse hacia lo que habrá de ser; le llaman visión prospectiva de la existencia. Los sicoanalistas razonan que el pasado nos programó y debemos desentrañar esas programaciones para poder reprogramarnos si fuera necesario.
-¿Cuál de dichos enfoques debería ser aplicado para una vida humana más plena en realizaciones y felicidad, para bien propio y de las demás personas y evolución del universo?
La respuesta le pareció que respondía todas sus preguntas y dudas que en vida acumuló.
-El pasado sigue vivo y cambiante en nuestras emociones la regla es: en todo caso dignificarlo, porque de alguna forma estás hecho en gran parte de ese pasado. Para dignificar el pasado sólo debes aceptarlo como lo que te tocó por suerte vivir y gracias a él eres el ser magnífico que hoy te toca ser.
-El presente se debe vivir transcendiéndote cada día, sólo así evitarás ser esclavo de rutinas de programaciones y de toda forma de vida que implique la obligación de ser lo que otros dictan que debes ser. La trascendencia emana de la salud espiritual que se sustenta en emociones derivadas de un recuerdo orgulloso de todo pasado catalogado de digno y hermoso. También se requiere para trascendernos cada día que vivimos, de la certeza de que estoy rodeado de oportunidades que se concretaron, por muchos, con la esperanza de que yo las aproveche. Cada día se llena de maestros para aprender a vivir bien el mañana, la holganza es no ver o no recibir a esos maestros.
-Ni una sola cosa que te ocurra, ni un minuto del presente dejará nunca de ser una oportunidad para enriquecer la vida de todo ser humano; quien así lo crea deberá respetar sus minutos y no dejarse atrapar por las formas en que otros viven, sin respetos por sus minutos de presente; se trata de la gran libertad que sólo los espíritus fuertes logran alcanzar y esa libertad es la condición suficiente para que el ser humano logre realizarse transcendiéndose día con día.