Pedro Díaz Arcia
En el primer discurso del Estado de la Unión, en 2018, calificado de “Tacto suave, bordes afilados”, Donald Trump se vanaglorió que nunca el país había vivido “un mejor momento para empezar a vivir el sueño americano”. Ahora es tal la polarización que quizá nunca la nación había vivido.
En aquella ocasión destacó sus logros económicos, el abandono de acuerdos comerciales injustos, de tener un menor desempleo, se refirió a la reforma fiscal; a la intención de asegurar el poderío militar ante amenazas como las de Rusia, China o Corea del Norte, ahora en controvertidas negociaciones con el líder Kim Jong-un, Aludió también a los “estados parias”, al terrorismo; asimismo, habló del espinoso tema migratorio y extendió la mano al bando azul en una fanfarria largamente estudiada para invitarlos a unir criterios, en carriles que hasta ahora no corren paralelos.
Como una muestra de rechazo, una veintena de legisladores no asistieron entonces al Congreso.
Este segundo discurso puede ser de bordes afilados sin dejar de pedir la unidad bipartidista en un propósito común que en realidad no siente; en una histriónica actuación se rasgará las vestiduras por la crisis humanitaria en Venezuela; o la que “sufre” la nación en la frontera Sur con México. Sin dudas, pondrá de pie a algunos de sus invitados para estremecer a las bases republicanas; e instará a cumplir con los valores patrióticos de la nación bajo una sola bandera. Todo es de esperar.
¿Incursionará en la polémica retirada de Siria; o de Afganistán? El fichero está revuelto mientras se incrementa el caos institucional.
Pero la correlación de fuerzas no lo favorece. A sus espaldas estará, como presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi; y frente a él una mayoría opositora; así como decenas de legisladoras que vestirán de blanco para cumplir con el llamado del Grupo de Trabajo de Mujeres Demócratas de la Cámara Baja -a congresistas de ambos partidos- para promover la seguridad económica de las mujeres y sus familias.
El Presidente pisa un terreno minado por los múltiples problemas a los que hace frente un equipo cambiante y lacerado; además, de su creciente impopularidad. Una reciente encuesta realizada y publicada por de The Associated Press-NORC., mostró que un 70% de los estadounidenses, casi un 60% mayor que en diciembre pasado, siente pesimismo respecto al estado de la nación.
Aunque se han adelantado temas que el mandatario abordaría, la incógnita sigue en pie. ¿Anunciará un nuevo cierre parcial el 15 de febrero o declarará una emergencia nacional ante el rechazo demócrata para financiarle el muro? Son serias especulaciones sobre la mesa que interesan al país.
La réplica al misógino gobernante estará a cargo de Stacey Abrams, negra, abogada, de cuna humilde y una figura en ascenso en el Partido Demócrata.
Por su parte Trump debe asumir el personaje del “Capitán América”, un superhéroe de los “cómics” llevado a la pantalla, que lucha de manera incansable en la guerra de Estados Unidos contra quienes pretenden dominar el mundo; aunque Washington es el primero.
Para ello debe tomar el disfraz, el escudo y la espada del falso mito y enfrentar un destino real que lo reta a cada paso.