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Opinión

Otras cuentas en el ábaco del horror

Jorge Lara Rivera

La violencia estridente y sanguinaria que desde hace 70 años, con múltiples ingredientes conflictivos y poderosos intereses económicos y políticos involucrados, hizo presa a Oriente Medio añade cuentas en el ábaco de su horror.

Pareciera un “déjà vu” de cine Gore por la profusión de sangre y de cadáveres, un ritornello del absurdo; como un disparatado reporte de atrocidades que prosiguen asolando a los civiles en distintos escenarios focales de la zona y adyacentes a ella: Siria, Yemen, el Kurdistán, y en especial la larga enemistad árabe-israelí, que convirtió a los civiles de Israel y Palestina en la línea del frente, en peones de un incomprensible y macabro ajedrez geopolítico e inhumano.

Apenas la semana pasada se informó de cómo sonaron las alarmas en Israel por proyectiles provenientes de Gaza, de bombardeos hebreos de represalia contra objetivos militares en la zona palestina controlada por Hamas, de globos con explosivos lanzados contra las colonias judías asentadas en tierras ocupadas militarmente, de la represión judía a las expresiones furiosas desbordadas de los palestinos en manifestaciones contra la ocupación, de yihadistas y fedayines infiltrados, pese al muro, armados con cuchillos para asesinar soldados israelíes. De nuevo hay que repetirlo, excepto que las cifras aumentan y los muertos son nuevos.

Los analistas más sesudos y experimentados aseguran que Hammas se está jugando su supervivencia política y apuesta al espantajo del enemigo común externo a fin de evitar que el deterioro de la vida diaria y la precaria economía en la zona que controla, provoque una revuelta intestina de magnitud mayor que deponga su dirección; lo cual ampliaría la influencia de la Autoridad Palestina empoderada en Cisjordania en detrimento de su propio papel aspiracional en el gobierno de un futuro estado palestino, aun a costa de una guerra generalizada y abierta contra Israel, que busca evitar sin tener que renunciar a sus presupuestos para armas. Pero si bien a Jerusalén (o Tel Aviv que para el caso es lo mismo) aparentemente le tiene sin cuidado ese conflicto interno de sus enemigos, tampoco le conviene que rebase a las voces moderadas de Cisjordania. Y menos que permita meter baza en él a los numerosos e inquietantes intereses avecindados en el entorno próximo sean de estados formales de Líbano (cristiano y musulmán), Siria e Irán, y lo mismo Turquía y Arabia Saudita, como de Rusia por mucho entendimiento que parezcan mantener en Siria, ni desde los propios Estados Unidos y potencias de la coalición occidental (Francia, Reino Unido y Alemania) veleidosos aliados suyos, pero mucho menos a los radicalismos fundamentalistas tan activos en el área.

El interés estratégico que el petróleo de la zona representa no es un factor menor. Como tampoco el equipamiento con arsenales de alta tecnología y la carrera por el arma nuclear. Sin embargo la introducción y reacomodo de tropas extranjeras (la Guardia Revolucionaria Iraní, las brigadas norteamericanas) y de las milicias rebeldes a Damasco pero enemigas entre sí en Siria, y de palestinas pro y contra iraníes en Líbano, tiene que ser tomada en cuenta como un importante elemento de equilibrio o desestabilizador que la política de represalias no alcanza a cubrir. El diálogo multilateral es necesario y urgente, aunque por otra parte dista de tener un camino despejado de escollos entre quienes más lo precisan, debido a los cada vez más fieros enfrentamientos.

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